¿Qué cuesta? toma, rápido, que tengo prisa…

Somos una sociedad de «lo quiero ya»: comida rápida, amor rápido, felicidad rápida… cuando en realidad las cosas auténticas han llevado un proceso, un esfuerzo, un tiempo, una lealtad y… muchas veces ha sido más significativo el durante que la obtención, al final, de un logro.

Como dice el profesor y escritor estadounidense e israelí, Tal Ben-Shahar, especializado en las áreas de la psicología positiva y liderazgo: «nadie se compraría un libro que le prometiera aprender a tocar una sonata de Beethoven en una semana. ¿Por qué creen que pueden conseguirlo con algo tan complejo como ser feliz?»
Luego el concepto de basar el «ser» en «estar a la altura», es decir, en medirlo y compararlo… cuando nadie tiene las mismas condiciones físicas y genéticas a priori o circunstanciales… pero en vez de entender eso nos cegamos con el efecto halo que nos provoca el producto sumativo del azar en un sujeto concreto…

Nos comenta Tal Ben-Shahar: «Una máquina es mejor cuanto más produce. El problema es que ahora aplicamos ese paradigma a los humanos: son mejores si ganan más dinero, son más famosos, tienen más likes. Las medidas cuantitativas tienen sentido en las máquinas, pero las vidas humanas no se han medido así en cientos de miles de años. Es un fenómeno reciente».

Y ahí está, un 70% de la población humana hipnotizada por unos símbolos de poder, como monarquías, credos religiosos o ideales políticos manchados de sangre y traición, revestidos de líderes sociópatas y, finalmente, «camellos» proveedores de sucedáneos de «mini felicidad instantánea» a través de fútbol, drogas legales y series de Netflix… entre otras cosas.

Observad lo que realmente hacéis, lo que realmente hacen los otros y si podéis, si tenéis un ápice de humanidad consciente de sí misma, haced el bien a los demás, a los animales y a la naturaleza… sin medida, tan sólo con la posibilidad que te da el momento de ser consciente de que todo está interconectado… todos, aunque no lo quieras o sepas cómo, estamos unidos, cuidar esa unión, eso es, y no es otra cosa, la bondad.