Aquella noche, como muchas otras noches, se miró al espejo después de pegar a su mujer, pero en esta ocasión sintió algo extraño dentro de él que acaparó su atención durante unos segundos. Pero al final, quitándole importancia, se volvió a acostar a modo de ritual, como hacía en otras noches, embriagándose de un absurdo y prepotente ego que apenas le dejaba cerrar los ojos, hasta que el sonido del silencio de la noche amansó su ira.

Al día siguiente y a la misma hora, tras una acalorada discusión, nuevamente la violencia se apoderó de su interior y asentó contra su pareja dos fuertes golpes que dejaron a la mujer tendida en el suelo semi-inconsciente. Con la indiferencia que le caracterizaba, la apartó de una patada y entró de nuevo en el baño. El espejo enmohecido del baño apenas podía devolver el reflejo, pero aún así el hombre se afanaba en limpiarlo, deseando observarse y convencerse de su verdad y de su fuerza.

Sin duda algo extraño estaba pasando, y cómo fue su sorpresa, que al contemplar su dorso notó como dos pronunciadas protuberancias surgían de su pecho. Asustado se quitó rápido la camiseta y vio con espanto que sus pechos y pezones habían crecido de manera alarmante. Era una visión tan extraña que no se lo podía creer. Trató de cubrirse enseguida para disimular aquel fenómeno pero cuanto más se cubría, más sentía que algo extraño estaba apoderándose fuertemente de su cuerpo, por lo que asustado, subió corriendo a la habitación y se metió dentro de la cama como si de un cobarde animal se tratara, hasta que rendido por el miedo, se quedó dormido.

Y las fuerzas menguaron…

De nuevo ocurrió que al día siguiente y a la misma hora volvió a enfrentarse a su mujer, pero en esta ocasión algo muy diferente ocurrió ya que en su ruda reacción, apenas tuvo fuerza para cogerla y zarandearla, por lo que su compañera pudo soltarse bruscamente y apartarse de su agresor. Las fuerzas del maltratador habían menguado y solo le quedaba el abuso verbal para controlar el momento, así que empezó a vociferar contra la asustada mujer toda clase de insultos y amenazas al tiempo que a él le entró un fuerte dolor en el bajo vientre. La extraña sensación se volvía a repetir, y a medida que gritaba e insultaba a la mujer, más se le iba agudizando el dolor de vientre y el timbre de voz sin poder evitar parecerse a la de un afeminado demente cargado de histeria y de confusión.

La mujer, asustada por lo que estaba pasando, aprovechó el descuido de su compañero y salió corriendo de la casa a pedir auxilio, mientras el pobre diablo se retorcía en el suelo bajo una histeria y dolor como nunca había sentido ni soportado. Apenas podía levantarse, cuando de nuevo se dirigió al baño con la intención de calmar aquella dolorosa y extraña sensación bajo el vientre; se bajó los pantalones y los calzoncillos para sentarse en el water, cuando de repente soltó un estridente y afeminado grito de sorpresa al contemplar sus partes masculinas llenas de sangre; sencillamente se habían desprendido, quedando literalmente capado.

El hombre quedó perplejo; sin apenas poder parpadear, y mientras se intentaba limpiar de sangre sus partes, vio horrorizado que su sexo había sufrido una metamorfosis, un cambio en sus partes más íntimas. La escandalosa visión de la sangre sobre sus ropas, dio paso a la visión de unas facciones sexuales totalmente ajenas a su condición de hombría; se estaba transformando en aquel ser al cual cada tarde castigaba y menospreciaba con palizas; iba camino de ser una mujer sin remedio alguno.

Transformación total

Sus manos temblorosas se volvieron estilizadas, y sus caderas se habían ensanchado tanto, que daban la sensación de estar preparadas para parir en cualquier momento. No podía casi respirar del miedo y sus ojos pedían llorar con urgencia; pero por más que se miraba al espejo, solo podía reconocer una figura, la del rostro triste y desencajado de su compañera, y en su cuerpo, las marcas de los golpes que, como hombre, le dejaba impresas a su compañera entre paliza y paliza.

Aún así, aquel fuerte dolor del bajo vientre estaba a punto de pasarle factura a su violenta manera de actuar. Era un dolor tan intenso, que apenas podía escuchar sus propios lamentos, hasta que de repente su columna y su pubis dieron un fuerte crujido que le dejó sin habla y lleno de un miedo aterrador; fue entonces cuando su cadera se ensanchó de manera inexplicable y sintió que un nuevo orificio se abría en su cuerpo. Ya no había vuelta atrás, el fenómeno se estaba consumando de manera irremediable. Se había transformado completamente en mujer.

Al poco tiempo llegaron los agentes de policía que pistola en mano, entraron en la casa y empezaron a buscar al marido de aquella mujer maltratada; miraron habitación por habitación pero no vieron a nadie. Sólo una casa desordenada y llena de sangre les mantenía vigilantes de que apareciera el hombre violento, el maltratador denunciado, pero a medida que se adentraban en la casa, no encontraron rastro alguno de él.

¿A dónde ha quedado el maltratador?

La tensión dentro de la casa fue en aumento, cuando de repente un fuerte susurro se escuchó con más nitidez al final del largo pasillo al baño, por lo que, cautos los agentes, y empuñando sus armas, dieron varios avisos de atención invitando con ello, a que saliera el supuesto sospechoso, con las manos en alto.

Aquella voz, aparentemente femenina, siguió susurrando con fuerza a medida que los agentes se iban acercando cautelosamente, hasta que, llegando al final del pasillo y abriendo la puerta del cuarto de baño, se encontraron tras la misma a una a la mujer asustada y ensangrentada, que con voz entrecortada pedía auxilio.

Los agentes creyeron que era una nueva víctima del maltratador y rápidamente intentaron socorrerla, mientras aquella extraña mujer, totalmente desnuda y llena de sangre, se miraba aterrorizada al espejo mientras exclamaba al aire ¡Socorro, socorro!, ¡Ayúdenme por favor!

Abrir chat
1
¿Cual es tu información o denuncia?
GRUPO PERIÓDICO DE BALEARES, tan pronto nos resulte posible, será atendido, gracias.