Una farmacia, un despiste y una medicina

0

La mujer bajo por la calle, donde estaba situada la farmacia. Pego un vistazo y solo había una persona en su interior. Ato a sus perros y entro, desde la puerta podía ver la calle, así como a sus perros.

Cuando la farmacéutica salió, la saludo amablemente, como solía hacer con cada cliente que entraba. A todos los conocía, era un pueblo pequeño y cada uno de sus ciudadanos se conocían de vista o eran parientes.

María, espero pacientemente que le tocara su turno, solo iba a por una crema para uno de sus perros. Cuando la farmacéutica se acercó a la mujer, le dio una de sus tantas sonrisas amables, porque en si Magdalena era amable, pero sus casi 80 años le pasaban factura en sus movimientos, no así su memoria porque de eso tenía mucho.

-¿Y hoy que te trae por aquí María?- pregunto amablemente la farmacéutica, no sin antes repasar con ella, las intervenciones que le habían tenido que hacer en el último año.

– Solo vengo por un tubo de terramicina oftálmica.

– ¿Qué ha habido una desgracia? -Pregunto Magdalena con preocupación y con una mezcla de chismorreo. Porque eso ultimo era lo que más le gustaba y se alimentaba la mujer.

– Desgracia no, simplemente que uno de mis perros la necesita- Le contesto María suspirando

La mujer desapareció por la trastienda y en pocos segundos le trajo lo que María le había pedido.

-¿Necesitas algo más?.

– No, creo que es todo. – cambio de opinión en breves segundos- pásame la tarjeta de medicación por si acaso.

La farmacéutica le fue dictando uno a uno la larga lista, a todos movía negativamente y solo eligió uno, el ultimo.

María se fijo en sus perros, estaban sentados. Como si supieran que estarían largo tiempo.

Magdalena volvió a salir con la misma sonrisa radiante y volvió a preguntar si necesitaba algo más, a lo que María contesto negativamente. Justo cuando estaba saliendo el ticket, María se acordó de que necesitaba una crema para un eczema.

-Me acabo de acordar que necesito diprogenta- Le dijo amablemente

La mujer volvió a desparecer en la trastienda y desde ella le pregunto

– ¿Que la quieres grande o pequeña?

María dudo y así se lo hizo saber a la farmacéutica. Ella amablemente saco las dos cajas y al verlas. María, eligió la pequeña.

Volvían a estar como al principio. Y justo cuando iba a pagar…

-Lo siento, me acabo de acordar que necesito gasas

-No te preocupes. Y volvió a desaparecer en la trastienda. A los pocos segundos se oyó- ¿Que prefieres caja grande o pequeña? –

-Pues no sé, ¿Me las puedes enseñar?

La mujer salió con las dos cajas, su sonrisa había empezado a desaparecer.

-Mejor caja grande, siempre hay accidentes que necesitan curas.

– ¿Necesitas algo más?

Su voz ya no sonaba con la amabilidad con la que la había recibido. María pidió disculpas por las distracciones. Y justo cuando volvía a sacar el ticket…

-Lo siento Magdalena, también necesito suero.

La mujer cogió aire y por tercera vez desapareció por la trastienda, a los segundos se volvió a oír “Frasco grande o pequeño”, a lo que María respondió con algo de culpabilidad “Pues no sé, ¿el grande es muy grande?”. La mujer se lo enseño, y después de debatirlo internamente decidió por los pequeños.

La farmacéutica antes de ponerse delante de la caja. Volvió a preguntar a la mujer si necesitaba algo más. A lo que ella le dijo que no con la cabeza.

-Huy, perdona, pero también necesito Betadine- María vio como la farmacéutica le cambiaba la cara ya no era tan amable, y el ojo parecía que tenia vida propia porque se movía con mucha rapidez.

-Solo tengo un tamaño, es que así tendrá que ser ¿uno o dos?- Le respondió Magdalena, la suavidad en la voz había desaparecido por completo.

Una vez más volvían a estar en la caja, antes de dar el final de la transacción, Magdalena pregunto- ¿Seguro que ahora ya está todo?

-O, sí. Es que tengo tantas cosas en la cabeza- se disculpó María

La transacción María la hizo con tarjeta, pero al poner el número secreto no pudo evitar equivocarse y decidió tocar una tecla. El terminal hizo un ruido en seco.

– ¿Qué ha pasado? Pregunto la farmacéutica, agarrando el terminal y mirando el error.

-Me he equivocado con el numero y sin querer he tocado una tecla.

-Pues has bloqueado el terminal y ¿Cómo lo arreglo yo?

-Bueno, voy al cajero y saco el dinero y te lo pago en metálico.

-NO- Grito Magdalena- solo hay un cajero en el pueblo.

Mientras María, miraba concierta pena a la farmacéutica.

-Parece que ya esta arreglado, si te parece yo te paso la tarjeta. Tu tecleas el número, pero si te equivocas no toques nada- le advirtió-

María hizo lo que le pidió la farmacéutica y por fin podía marcharse a casa, hacia mas de media hora que había estado allí dentro. Recogió su bolsa y Magdalena le dio, como siempre algunas muestras, eran dos botellitas.

-Son para la memoria- le confirmo la farmacéutica

María sonrió y salió tranquilamente, acaricio a sus perros y mientras los tres se alejaban de la farmacia. María sonrió para si misma, al principio se sintió culpable por lo ocurrido en la farmacia, pero no hay nada mejor que uno tome la propia medicina que suele dar a otros. Y Magdalena necesitaba mucha de esa.

Acerca del autor de la publicación

NURIA SERAL

Redactora Jefe

Deja un comentario

Abrir chat
1
¿Cual es tu información o denuncia?
GRUPO PERIÓDICO DE BALEARES, tan pronto nos resulte posible, será atendido, gracias.