Piensa, cuando una persona quiere a otra que «encaje» en sus esquemas, no ama a esa persona, sino que quiere sus propios esquemas

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Es una proyección de un «me quiero»… Así, se establece un balance de relaciones basadas en potenciales semejanzas.

Entonces pasa lo siguiente: Todo evoluciona en la vida, tanto tu mapa mental como los seres que te rodean. Los que no aman, sólo intentan encajar una y otra vez su esquema, en otra persona, en otro trabajo, en otros caprichos, en otros amigos…

Y se descubre, que sólo superan los efectos del desgaste quienes entienden a tiempo, que amar, es eso que está justo después de las fronteras rígidas de tu pensamiento y de tus deseos egoístas.

Por eso, pocas personas tienen la energía vital de amar realmente más allá de una o dos veces en la vida en etapas tempranas de su existencia, cuando la ingenuidad es lo suficientemente representativa para ocultar al ego tu alma… Después, la mayoría de sus energías se invierten en otras cosas, en hacer al alma esclava de su carrera, sus aficiones, su físico, sus viajes, sus juergas, su trabajo…

Todo se resume en «su», es decir, «su esquema».

Claro está, a menos que seas un romántico al que todos de alguna forma te miran diciendo: «Estás loco, consigues sacarme de mis… Esquemas».

Cada uno es una percepción única del universo, que, al fin y al cabo, somos todos.

Somos una simbiosis, no hay fuera y dentro, no es más que una ilusión perceptiva…

Eso es lo que te aporta invertir la energía en amar antes que en otras cosas, pues es justamente ese momento en el que tratas con sumo respeto a la naturaleza y a las personas que te rodean, aceptando que todos, absolutamente todos, estamos conectados, directa o indirectamente, eso sí, unos más que otros conscientemente.

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