El cerebro materno = exigencias de la maternidad

Las creencias populares dicen que al convertirte en madre te vuelves más olvidadiza, tienes trastornos de sueño y por periodos de tiempo indefinidos, estás más tensa que la cuerda de un violín y sin hablar de esos actos absurdos como guardar las llaves en la nevera o la leche en el armario de la ropa blanca.

Estamos equivocados, de hecho estudios recientes muestran que las madres desarrollan ciertas mejoras cognitivas, es decir, aprendemos a velar toda la noche un hijo enfermo sin morir en el intento, amamos incondicionalmente y a ser más eficiente a la hora de razonar, planificar y juzgar.

Todo eso se podría simplificar en que el amor por nuestros hijos nos hace crecer el cerebro (literalmente).

Si estos estudios son ciertos, debo ser la excepción a la regla. He velado por el sueño de mis hijos, enfermos y sin enfermar, pero al día siguiente un zombi es más funcional que yo. Amo a mis hijos, pero también he estado tentada de tirarlos por la ventada para no oírlos chillar y ya ni os cuento cuando he estado la noche paseando arriba y abajo por qué tienen fiebre y al día siguiente amanecen como una rosa y dispuestos a jugar a pleno rendimiento, ahí sí que los ataría a una silla por 4 horas mínimo para que pudiera dormir.

Razonar, razonar, no mucho que digamos. Estoy manteniendo una conversación sobre el color que quiero pintar las paredes y al momento me acuerdo de que tengo que bajar al súper a comprar danones que no hay. La relación entre las paredes y los danones no la sé, pero mi celebro dice que sí, así que no lo pondré en duda. Lo de planificar… sólo os diré que me paseo con una agenda bajo el brazo por si acaso no sea que confunda la cita del veterinario con el pediatra y lleve a quién no es a su cita con el especialista.

Dicho esto, creo que me pondré en manos de los especialistas para ver por qué a mi celebro no le ha llegado la noticia de que tiene que mejorar no empeorar.