Lo sé, es una contradicción con lo que he escrito a continuación, mejor dicho, lo parece.

La verdad es que cuando naces te van llenando de “conocimientos», día tras día, hasta que un día te das cuenta de que todo es mentira, un cuento, una farsa. En ese momento dejas de ser virgen, encima tienes que violar a tu bien entrenado cerebro para obedecer y callar. Empiezan las contradicciones, hasta que al final encuentras lo que tú piensas que es la verdad, tu verdad, pero nunca sabes, como con la ciencia, que es lo que será “verdad posteriormente”.

Pintura de Paul Gauguin

Perdí mi virginidad

La perdí, sí

ese día en que me di cuenta

que todo lo aprendido

en eso de que la letra con la sangre entra

es una gran mentira

una gran farsa.

Ahora tengo que desvirgar mi cerebro

arrancándole todo lo que hay ahí adentro

asentado a golpes de martillo

palos y sufrimiento

manteniéndome como un borrego

en un camino que nada siento.

Perdón, lo siento

siento los mordiscos de los perros

cada vez que quiero subir a la valla

arrancándome el pellejo

para llevarme al matadero

siendo solamente carnaza.

Cada vez que la salto

los perros sarnosos, hambrientos

son soltados de sus amarras

para que me persigan

hasta que me queden huesos

o un simple aliento.

En un momento de calma

cansados los perros y yo

les pregunto el porqué de tal ensañamiento

contestándome, es nuestra misión

la gente no puede tener cerebro

sólo puede usarlo para el entrenamiento.

Cual robot mecánico

programado sin rechistar

con la grabación del miedo en la médula

alimento del silencio

obedecer sin pensar

humanoide de carne y hueso…

Perdí de vista a los perros

sólo quedan los desechos

perdidos en el desierto

bajo mis pisadas que borra el viento

rumbo hacia el sol

allá, a lo lejos.

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