La campana del barco va sonando con ligeras pausas, el barco va avanzando muy lentamente, la tripulación no se distingue, la espesa niebla impide cualquier visibilidad tanto a bordo como al exterior.

Un silencio atroz, sólo roto por el ruido de los motores trabajando a muy bajo ritmo, pues avanzar con seguridad es casi imposible.

Pequeñas sombras parecen verse por la borda saltando, sin poder distinguir de qué se trata, pueden ser delfines y otra cosa, pero la verdad es que nada es visible con con claridad.

Tras un buen rato cortando la niebla con un cuchillo para poder atravesarla una sirena de barco, o eso parece ser, va sonando a pitidos largos, más imposible adivinar ni tan siquiera la dirección de donde proceden, pues parece como si vinieran de todas las direcciones a la vez, la realidad es que la procedencia es totalmente indefinida.

Toda la tripulación está con todo el vello de punta, pues saben que cualquier error puede ser fatal y antes de aparecer la niebla pequeños carámbanos de hielo iban flotando por entre las casi congeladas aguas marinas, la supervivencia sería casi nula.

De repente y sin más, justo delante de la proa, aparece una gran sombra, algo oscuro de entre la niebla ha aparecido, pero, por lo poco que se ve, más parece un barco abandonado, con los mástiles destrozados, las velas cortadas a jirones y sin nadie que se pudiera distinguir a bordo de él.

Toda la tripulación en guardia, la niebla impedía cualquier visibilidad lo suficientemente clara como para abordarlo, para explorar la embarcación, también, a pesar de la baja velocidad nos daba tiempo para poder maniobrar lo suficiente como para esquivar esa mole, justo a nuestra proa, la colisión era inminente pues la masa del barco era mucha y la inercia imparable aún dando marcha atrás, cosa que se hizo para minimizar el impacto.

Noté una mano que me sujetaba por el cinto y me subía a bordo de un pequeño bote, la visibilidad era completamente nula, era de noche, pero deducí que era un bote por lo que se movía al subirme a bordo.

No tenía ni idea de donde estaba, sólo mi mente estaba despierta, todo el resto de mi cuerpo estaba prácticamente paralizado, ni tan siquiera palabra alguna podía articular.

Tenía muchas ganas de preguntar quienes eran, pero ni mis labios ni articulación alguna me respondía. A bordo no se oían voces, pero alguien tenía que haber, por lo menos la persona que a bordo me subió.

Desperté, el sol calentaba tibiamente la manta que me cubría, más abrir los ojos noté que estaba completamente solo, que en el pequeño bote no había nadie, ni tan siquiera unos remos, sólo la manta, una calabaza con tapón que al comprobar su contenido era agua y yo.

Todo eran preguntas sin respuesta, quién me subió a bordo, quién me tapó con la manta, quién me puso el agua, de dónde salió el bote, no era del barco en el que iba embarcado, no tenía nombre ni señal alguna que lo identificara, dónde estaba, no había hielo en el mar, cosa que antes de que la niebla nos dejara sin visión había, cómo me iba a alimentar mientras, etc. Una batería de preguntas que sólo eran superadas por otra más grande e importante, cómo salir de esta situación, en medio de un mar desconocido, con varios litros de agua y una manta.

Todo preguntas sin respuesta, además, el pequeño bote no llevaba ni tan siquiera elemento alguno para pescar, pescar con la mano en alta mar es casi imposible.

El aire era fresco, pero el sol era bastante fuerte por lo que decidí taparme con la manta hasta la cabeza, pero con intervalos para poder otear el horizonte y comprobar si algún barco aparecía por la zona, pero era agotador, sin comida y racionando el agua, no sabía cuánto tiempo iba a estar ahí dentro….

El frío se hacía sentir hasta tal punto que me desperté, estaba oscuro, me había dormido de agotamiento, pues no recordaba nada más que el mirar de vez en cuando al horizonte.

Un ligero olor a pescado fresco se notaba, no veía nada, pero tentando con la mano por todo el bote, pues en el mar el olor no se nota, encontré un pescado de un palmo más o menos, ya muerto pero de carne prieta, no sabía como cocinarlo, pero a ciegas y sin herramienta alguna, con las manos, intenté quitarle la piel para comer algo, en este caso comida fresca que junto con el condimento del hambre, estuvo delicioso, si bien al principio algunas arcadas sí me dieron, lo reconozco.

Ahora tenía otra pregunta a todas las anteriores, el pescado no era un pez volador, pues al quitarle la piel noté unas pequeñas aletas y no unas grandes como las que tienen los peces voladores, entonces…. ¿Cómo apareció ese pescado dentro del bote? Tome la calabaza para beber la poca agua que me quedaba, pero ¡sorpresa! Pesaba bastante, como si estuviera llena… Le quité el tapón y bebí, despacito, catando lo que dentro había, era agua potable y la calabaza estaba llena. Otro misterio que resolver, ya no entendía nada, lo del pescado casi lo podía entender, podría haber saltado y quedarse dentro del bote, pero… Eso, del agua, la calabaza llena otra vez, ¿quién la llenó?…

El bote empezó a moverse con ganas, cada vez más fuerte, la tormenta iba cargada de agua y un fuerte viento que me llevaba a la deriva con rumbo hacia ninguna parte, la tormenta iba acompañada de muchísimos relámpagos con sus estridentes truenos que casi sordo me dejaban.

Con la manta tenía que ir achicando el agua que en el bote se iba acumulando para que no se hundiera el bote por exceso de peso, pero esa manta cada vez pesaba más para estrujarla fuera del bote y así vaciar el agua del interior, con la que estaba cayendo era casi imposible el poder achicar la suficiente.

Así todo el día y parte de la noche, donde ya notaba un fuerte agotamiento, si bien al amainar un poco el temporal quedé tan rendido que volví a visitar a Morfeo hasta que el calor del sol empezaba a calentar mi demacrado y desnudo cuerpo. Abrí los ojos como pude, el sol era demasiado fuerte para mis claros ojos y, ¡Sorpresa de nuevo! Otro pescado a bordo y la calabaza del agua otra vez llena, seguía siendo de agua dulce.

Poco a poco estaba notando que mis facultades mentales no debían ser muy normales, era imposible que alguien, me pusiera pescado fresco y agua a bordo, no había nadie ni ningún navío en todo el horizonte, salía de toda lógica lo que estaba pasando, un pescado puede aparecer en un pequeño bote, pero no acompañado de agua dulce en una calabaza una y otra vez, estaba teniendo alucinaciones, no entendía nada, si bien me podía pellizcar, que lo hice, para ver si sentía algo y seguía vivo, y sí, sentía los pellizcos como siempre, podía ser que fuera el sol, el hambre o la sed, pero más o menos algo comía y el agua, si bien racionada, no faltaba.

Volvían las preguntas a mi cerebro, ¿dónde estaba?, ¿qué hacía ahí dentro?, ¿cómo llegaba el pescado, el agua y además sin enterarme de nada, siempre cuando estaba dormido?. Preguntas que seguían sin respuesta por muchas vueltas que le diese, y eso que tiempo tenía de sobra para ello.

Me picaban los ojos del fuerte sol y el salitre que llevaba en ellos, me los restregaba con el brazo para ver si podía ver más claro, pero los intentos eran vanos, seguía con la irritación, tampoco quería gastar el agua dulce para lavarlos, cosa que tuve que hacer, pues ya no aguantaba ese escozor en los ojos.

Después de pasarlos por agua dulce, los cerré, pues pensé que era lo mejor para que no se irritaran tanto, estando con ellos cerrados un buen rato.

Mientras, mis divagaciones sobre mi futuro y sobre todo sobre mi presente y el cómo salir de esta situación me tenían entretenido. Cuando decidí que ya tenía bastante de tener los ojos cerrados, los abrí para así otear el horizonte en busca de posibles soluciones, pero no, sólo se veía una cosa y no en el horizonte precisamente, sino justo donde estaba, en el bote, y por todo el resto. Un espesa niebla, tanto o más espesa que la que hizo zozobrar el barco otra vez.

No tenía ni idea de cuando había entrado o sido absorbido en el banco de niebla, sólo sabía que nada se veía. Nada de nada…. ¡Hola! Escuche con una voz y timbre femenino, pero seguía sin ver nada, el corazón se me había acelerado a todo lo que era capaz de bombear. Tímidamente respondí, ¡Hola! Me costó mucho decirlo, lo reconozco, los labios no se abrían ni articulaban, pero conseguí decirlo, o eso pensaba, pues la voz femenina seguía sin contestar.

Dada la poca visibilidad y lo pequeño que era el bote, decidí ir tanteando, y cual fue mi sorpresa, estaba tocando una cola de pescado, decidí seguir palpando hacia arriba siguiendo el curso de las escamas y pensando en el festín que me iba a dar con toda la carne que tendría.

De pronto se acaban las escamas y aparece en mi tacto una suave piel, tibia, no entendía nada, de las escamas y sin separación ninguna había pasado de unas grandes escamas a una suave y cálida piel, me detuve unos momentos antes de seguir y retrocedí un poco para comprobar que era cierto, escamas y piel estaban unidas, era todo uno….

Con toda esa intriga tenía que seguir, no podía parar, seguí palpando en medio de la niebla y dentro del bote, unos pequeños promontorios de piel aparecieron, cálidos y semiduros….

Unas ligeras cosquillas noté en la parte superior de mis manos, como si unos cabellos las estuvieran rozando, unos fuertes escalofríos fueron recorriendo todo mi cuerpo, tan fuertes fueron que me impulsé hacia atrás cayendo de espaldas y temblando, no sé si de miedo, pánico o frío o de todo a la vez. El corazón parecía que ya había pasado los límites de lo imposible, bombeando sangre a todo mi cuerpo, pues lo escuchaba como si fuera un motor.

Mientras intentaba relajarme un poco, pues estaban siendo demasiadas experiencias seguidas en tan poco espacio de tiempo, la voz femenina me dijo: ¡Hasta aquí hemos llegado, ahora es hora de que te vayas con los tuyos! Un ruido de un pip, pip, pip, pip, acompasado me despertó, abrí los ojos, estaba en una habitación, como si fuera de un hospital, pero parecía un barco, se movía como si fuera tal. Un señor con una bata blanca me dijo: ¡Ya era hora, estábamos preocupados, lleva dos días en coma!….

Ya un poco más recuperado y con un plato de lentejas para comer, aparece un Sr. que me dice que es el capitán del buque hospital y que no sabe cómo he sobrevivido, el barco en que zozobré hacía cinco meses que se había hundido y toda la tripulación fallecida o desaparecida, que era el primero que se encontraba con vida, no se explicaba como había podido sobrevivir en las aguas frías donde el barco se hundió…

No supe qué responder, no me atreví, era un cuento de hadas, ¿cómo contarle todo lo que había vivido?…

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