Algunas personas suelen subir a las redes las mejores imágenes, con la mejor pose, con el mejor retoque, con el mejor complemento, su mejor sonrisa…

Es decir, una visión de uno mismo del 1% del tiempo totalmente sesgada de la realidad del 99% restante.

Lo mismo pasa en nuestra mente, esta, salvo que la persona esté psicológicamente mal, solo nos muestra una versión soportable de nosotros mismos.

Nuestro cerebro no tiene una predilección por la verdad, sólo quiere que sobrevivas a ella mintiéndote todo lo que haga falta.

Por eso, algunos, los que tienen la mente más perturbada, intentan trasladar al mundo real sus pajas mentales para materializar un espejismo de esa realidad deseada.

Ramón sabía manejar perfectamente el mundo de las apariencias. Pago a un experto en redes para que le enseñara todo lo que precisaba para construirse una imagen virtual de triunfador. Además, había realizado un montón de cursos de esos bajo el epígrafe de «titulación propia», sí, de los de sin examen. Pero quedan de miedo al ser expedidos en el mercadillo que las universidades tienen montado para hacer caja y sus profes sacarse un sobresueldo, amén, del popular titulillo de agente inmobiliario que lo convirtió en un vendedor de viviendas con cierto éxito, lo cual, antaño, le dio algunos beneficios…

Los mediocres

Antes, según él, cuando los mediocres con mucho ego no sabían qué hacer, se hacían masajistas o montaban un bar, ahora, solía decir, se hacen YouTubers o agentes inmobiliarios.

Pero, como buen ególatra, su narcisismo no podía evitar que siempre acabara metiéndose en líos, fuese en el mundo laboral como en la vida personal, de hecho, le era imposible mantener relaciones o trabajos estables, pues, cuando se caía el velo del enamoramiento o empezaba a bacilar a sus compañeros, no había hembra o colega que soportara tanto ego.

Todo provenía de un trauma infantil no superado. Es increíble, pero en los niños de entre 3 y 12 años se instauran los muebles emocionales que filtrarán la realidad con la que de adulto ejercerán la vida. ¡Así!, en muchos de estos, la falta de autoestima y empatía se cronifican, para luego, digámoslo en francés, voici un psychopathe!
Por eso la mato. No pudo soportar que ella descubriera que toda la estructura de su vida era una gran farsa y él no podía tolerar que ella hiciera eco social de ello.

Aquella fatídica noche, Matilde, su ex, cometió el grave error de ridiculizarlo ante conocidos comunes. Cuando lo desmintió públicamente mientras hacía alarde de sí mismo en uno de los bares más emblemáticos del Coll d’en Rabassa, como no, el «bar Central». Abierto desde 1905 y actualmente regentado por la excelente cocinera Mari Carmen Iglesias junto a su sobrino Tomeu, que por cierto, hace unos meses han colgado el letrero de «se traspasa». Pues tras años de duro trabajo, considera que es hora de mejorar la calidad de vida teniendo una ocupación menos esclava.

Pero volviendo a Ramón… Él conocía donde vivía Matilde y sus horarios de regreso habitual a su domicilio. Simplemente, la estuvo observando hasta que se produjeron las circunstancias adecuadas. Esa noche llovía a raudales, el iba bien camuflado y cerciorado de que no había otro coche en ese momento que entrara o persona en esa área del aparcamiento de enfrente del bloque de apartamentos en el que vivía ella, entonces, actuó.

Fue muy fácil, la esperó detrás de una de las columnas y con un Taser PG928 de 12.000 kV que compró en un reciente viaje a Portugal. La dejó totalmente inmovilizada por electrocución, luego, con celeridad, la ató y amordazo. La metió en el maletero del propio coche de Matilde y se la llevo en este sin levantar sospecha en tan solo 55 segundos.

Ramón, hacía poco, había comprado un terreno con una pequeña caseta de aperos de unos 15 metros cuadrados. En su interior solo había una nevera de camping con 12 cervezas bien fresquitas en hielo, dos sillas, una mesa de acero, tres bombonas de gas y un soplete de butano capacitado para a temperaturas hasta de 1700 K (1430 ºC o 2000 ºF). Él sabía que los huesos, la parte más resistente del cuerpo humano, quedan totalmente vaporizados a partir de 980 ºC.

La amarro con cadenas a la mesa de acero y simplemente, mientras miraba a los ojos a su ex, lo último que le dijo fue: «sabes Matilde, si la gente supiera lo fácil que es matar y no dejar ni rastro, resolveríamos el problema de la sobrepoblación rápidamente»… Y luego, sonriente, activó el soplete a su máxima potencia para, acto seguido, empezar a aplicarlo por los dedos de los pies…

Estaba claro que de esta u otra manera ya había «vaporizado» a varias ingenuas víctimas convencidas de que estaban protegidas por el «imperio de ley».

Si alguien va a por ti con convicción y un mínimo de inteligencia… nadie podrá protegerte.

El resto, queridos lectores, se lo pueden imaginar.

Moraleja: No hay nada peor que motivar a un hijo de Caín a realizar lo que en el fondo de su ser más desea… vaporizarte, sobre todo si, imprudentemente, cometes el error de que te identifique como el objetivo de su ira.

Test para mentes ingeniosas: ¿Qué hizo con el móvil y el coche de Matilde?

Nota: Son relatos de ficción con una pizca de verdad, tal vez, usted, avispado lector, se cerciore de qué es qué.

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