Hoy se vota, para cambiar o no a los políticos del Gobierno Central, un ritual que se viene repitiendo desde que el pueblo, con su voto elige a los que van a administrar sus impuestos. El sistema obviamente no es perfecto, nada lo es, pero permite cierto grado de complicidad entre gobernados y gobernantes, todo ello dentro de unas reglas de juego que han sido aceptadas con el refrendo de todo el pueblo español, incluidos los ciudadanos de las islas baleares:

“La Constitución Española”.

Esto me lleva a pensar en las últimas elecciones, las del Gobierno Autonómico, donde hemos vivido un cambio de tendencia, pasando de un gobierno de izquierdas a uno de derechas, dos formas diferentes de administrar recursos, siempre con unas normas locales pactadas entre políticos, en el caso de Baleares, nuestro “Estatuto de Autonomía de las islas Baleares”, un compendio de leyes locales, obligadas por ley a cumplir las que dicta la Constitución Española, las que ha votado el pueblo Balear, y por tanto de rango superior, que no se cumplen.

Hablamos de la norma autonómica que declara la lengua propia del pueblo catalán oficial de las islas baleares, una incongruencia, que justifican los políticos en la interpretación del Art. 3.2 de la Constitución, que dice que los diputados autonómicos pueden elegir como segunda lengua oficial la que más les guste, siempre que la hagan constar en su estatuto, en nuestro caso ellos eligieron el catalán, obviando la existencia de una lengua local, el balear o mallorquín, que habla el pueblo, con sus gramáticas, diccionarios y textos publicados, con cientos de años de antigüedad, y aunque todavía no se ha dado ninguna explicación oficial, ni siquiera por el Tribunal Constitucional, todo hace pensar se trata de un error, o que se ha aprovechado el momento para negar la libertad al pueblo de seguir hablando, estudiando y desarrollando su lengua vernácula.

Sin embargo, la misma Constitución corrige su error en el Art.3.3 donde afirma que las lenguas vernáculas son un tesoro, un patrimonio español que hay que proteger y conservar… esto no se cumple en lo absoluto en las islas Baleares, donde sin juicio, sin apercibimiento, sin consulta popular, sin el más mínimo sentimiento de solidaridad con el pueblo, se condena a muerte a una lengua española, que ha tardado miles de años en formarse, y que no solo es un patrimonio de España sino de toda la humanidad. ​

Deberían tener muy en cuenta, que, al refrendar la Constitución española de 1978, el pueblo balear ha votado también este Art 3.3 que ordena la conservación y la protección de su lengua autóctona, vernácula y vehicular, el balear, un idioma, único e irrepetible, con sus modalidades fonéticas existentes en Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera. Al negar esta protección y reconocimiento nuestros políticos están incumpliendo reiteradamente y a sabiendas la Carta Magna española, obligándonos a abandonar nuestra hermosa lengua para sustituirla por la del pueblo de los catalanes, a quienes, por cierto, admiramos y consideramos, pero, no podemos compartir idioma, porque tenemos uno propio con su fonética, su historia, sus gramáticas, sus topónimos y diccionarios, toda una cultura y una historia propia que defender, que exigimos se respete y se proteja como manda la Constitución que hemos votado.

A los partidos políticos que, en cuanto llegan al poder, olvidan todas sus promesas y aceptan la muerte de nuestra lengua vernácula como algo natural, creyendo que el pueblo balear, va a olvidar algún día su propia lengua, les decimos que no nos tomen por tontos, que si no saben o no se acuerdan en qué lengua se expresan los ciudadanos de las islas baleares, que se informen, que escuchen la voz de la calle, la del pueblo, que sean demócratas.

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