Lectura colectiva en Granada, para reivindicar la figura de Andrés Manjón

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Este fin de semana he asistido a una lectura colectiva, con poetas que hemos participado en la Antología homenaje al padre Andrés Manjón, “La Satisfacción del deber Cumplido”; pues se cumple el centenario de su fallecimiento.

Una lectura colectiva dentro de los actos de la Feria del Libro de Granada, que se ha
desarrollado estos días y a la par, con el Festival Internacional de Poesía, uno de los más importantes eventos literarios del mundo. Como muestra su página web, cada primavera más de 10.000 personas acuden a Granada a escuchar poesía, algo inédito en Europa, lo que la han convertido en la capital poética por excelencia.

Granada rebosaba de personas: turismo y poesía van de la mano en cada primavera. Es increíble como sus rincones destilaban ambas caras. Ha sido maravilloso pasear por sus calles, visitar sus museos, que por cierto, se celebraba la Noche en Blanco y todos sus museos estaban abiertos y gratuitos; en cada esquina encontrabas conciertos, exhibiciones, visitas guiadas, etc. ¿Hay alguna excusa? Pocas ciudades pueden presumir de tener unos actos culturales tan completos. Y he sido afortunada de poder formar parte de uno de ellos.

Pero volvamos al interés por esta lectura colectiva. Más allá de un recital simple o una lectura de poesía, lo más importante es trasmitir la idea de que la poesía y la enseñanza van de la mano. Y por eso creo muy interesante y especial que se haya realizado por fin, una antología que resalta la vocación del maestro en su papel tan vital en la educación del niño. Eso lo ha hecho posible Javier Gilabert, Fernando Jaén y Gerardo Rodríguez- Salas a través de la coordinación de textos de más de 100 poetas; la edición ha sido a través de la editorial Esdrújula Ediciones. Organizados los poemas magistralmente en tres vertientes en el libro: Mirando hacia afuera, Mirando hacia dentro, Mirando a los demás, Mirando hacia el Maestro.

Marina Tapia ,Isabel Bermejo, Dori Delgado García, Alicia Choin Malagón, Carmen Canet, Trinidad Gan, Javier Gilabert, Gerardo Rodriguez-Salas ,Fernando Jaén Águila, Pura Fernández Segura, Rosa Morillas, Francisco Beltrán, José Miguel Gómez Acosta, Jesús Amaya ,entre otros, pusimos nuestro granito de arena en expresar algo que hoy en día está en entre dicho: el valor y la autoridad del maestro, y la necesidad de que la educación esté al servicio de la formación y del desarrollo del alumno.

El padre Manjón fundó las escuelas del Ave María en 1889, que acogían a niños en situación de pobreza, niños que no tenían posibilidad de estudiar. Entonces se regía La Ley General de Educación, vigente hasta 1970, en la que se establecía la obligatoriedad escolar. Los padres debían llevar a sus hijos a la escuela y los ayuntamientos tenían que abrir los centros necesarios para acoger a los niños en edad escolar. Manjón estaba convencido de que la regeneración social del pueblo tenía que venir por la instrucción y la escolarización de los niños, sobre todo de los más necesitados. Esta idea, que había ido madurando durante varios años, la llevaría a la práctica en 1889 con la fundación de las Escuelas del Ave María. Hoy
cuenta con más de 400 escuelas.

Dio una especial importancia a aquellos maestros que debían de formar a los niños de las Escuelas del Ave María, lo cuales, además de enseñar en educación religiosa cristiana, debían de saber educar a través de los juegos, dar educación artística y musical y tener una especial atención a la educación sensorial. impulsó la formación académica de la mujer, a la que consideraba la gran educadora en su papel de madre.

Me recuerda muchísimo la labor de otros grandes pedagogos como fue Don Bosco o el padre Villoslada (nacido también en Granada), padre jesuita y fundador de la SAFA (Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia), en el duro contexto de la posguerra civil en Andalucía (1940), interesado en la formación profesional de niños pertenecientes a las clases más desfavorecidas.

A esta última institución asistí y me impregne de los valores tan importantes como el servicio y el amor por los más desfavorecidos; creo firmemente en esa labor tan necesaria en los tiempos que corren. Una pedagogía que reivindica la escuela activa y gratuita, como lo defendía el padre Andrés Manjón.

Pues bien el sábado fue un día donde se expresó ese deseo. Donde de nuevo se une para mí dos temas básicos: poesía y enseñanza. Mis dos pasiones, mis dos deseos, mis dos eslabones.

Porque nadie nos ha enseñado que esto es un camino donde todos nos damos la mano, donde nos miramos a los ojos, donde es necesario ayudar a los chavales a ser mejores, no solo a ser productivos.

Todos: maestros, profesores, monitores, educadores necesitamos mirar a los ojos de un niño y comprender qué necesita de nosotros, pero es que también nosotros necesitamos de ellos para encontrar la vocación, la fuerza, y el valor, como el padre Manjón encontró desinteresadamente:

“Quien educa a un niño o a treinta hace un bien; pero aún lo hace mucho mayor quien forma a un maestro, esto es, un educador de cientos y miles de niños que han de pasar por su escuela”.
Andrés Manjón.

Y quiero despedir este artículo con las palabras de Remedios Sánchez prologuista de este libro:

“Por eso quiero continuar soñando con Manjón, con Giner de los Ríos, con Machado, con Mariluz o con tantos maestros y maestras, actuales, con un magisterio limpio y donde canten las pizarras el amor a los abecedarios. Quiero seguir mirando al futuro con ojos de poeta o de niña, con esperanza inasequible al desaliento”.
Remedios Sánchez
.

El futuro solo será claro, si el presente lo miramos con los ojos de un niño.

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