Esta novela se me ocurrió escribirla allá por el año dos mil once, cuando por los EEUU estaban ya pensando en poner un chip a todos sus habitantes para así poder usar los servicios sociales del país.

La verdad es que me quedé corto, los avances tecnológicos cada día son más impresionantes, hoy ya han quedado anticuado todos esos chips que inspiraron esta novela.

Capítulo primero

En algún lugar de alguna parte, cuyo nombre no voy a revelar, están cientos de personas disidentes con los gobiernos pertinentes, disidentes de todo el mundo, personas conocidas entre sí, pero sin nombre para no desvelar la identidad de cada uno, identidad que pondría el físico y la vida de todos en riesgo si se desvelara. No están los tiempos para que alguien se entere de que otro alguien no está de acuerdo con el poder mundial establecido ni el que se está estableciendo.

“Tiempos difíciles, donde todas las libertades han sido eliminadas, habiendo un control absoluto sobre la población, un control de los más poderosos, personas anónimas, pero conocidas por nosotros, que nos controlan sin que nosotros nos enteremos“.

Así empezó uno de los allí reunidos y continuó diciendo: “Los cabecillas del grupo Bilderberg están convenciendo y mandando a los gobiernos que pongan un chip a todos los ciudadanos, esté chip, para no alarmar a la gente, se empezará poniendo a las personas que quieran usar la Seguridad Social, les explicamos que es para tener un mejor servicio y evitar el fraude, pero lo cierto es que de este modo, con este chip, pueden controlar nuestros movimientos.

Pueden controlarnos a distancia, pues ya están colocando escáneres invisibles para que por donde pasemos quedemos registrados, controlando no solo nuestros movimientos, sino también nuestra salud, pues también emiten datos de cómo estamos, no para informamos para que nos curemos, sino para tener un control total, y nosotros no enterarnos de nada.

Provocar la muerte desde el chip

¿Habéis notado que todas las personas que fuera de nuestras reuniones expresan su discordancia con este sistema de control por el chip, al poco tiempo fallecen?, fallecen de muertes naturales, pero la intriga viene en que siempre es unos días después de que expresaran su discordancia, esto lleva a la pregunta ¿Es muerte natural o provocada? Y si es provocada, ¿Cómo es que no se descubre, o si se descubre, porqué se calla y se miente en los informes?.

De entre el grupo, una vos de mujer exclama ¡Esto son paparruchas, no creo que se pueda provocar la muerte desde el chip y a control remoto, tendría que haber una mano ejecutora desde fuera y con control remoto que lo haga!.

Desde el otro extremo de la sala un joven levanta la mano pidiendo la palabra y dice: “Yo formé parte de los que diseñamos el chip, pero sólo una parte, pues el chip completo se diseñó por sectores herméticos y diferentes, entre nosotros no nos conocíamos de nada y no había colaboración, pero esta parte de poder «controlar y aniquilar», fue mi parte técnica, si bien el veneno no sé cual es, pues sólo me encargué de cómo se liberaba la sustancia, de la sustancia en cuestión se encargó otro grupo por mi desconocido.

Pero el diseño está hecho de tal manera que al recibir una orden externa por radio este acumula toda la energía en un condensador que a su vez aumenta el voltaje y provoca un circuito a la funda metálica de la bolsa donde está alojado el potente veneno provocando la muerte casi inmediata de la persona en cuestión. Por lo que lo de la muerte a control remoto no es nada descabellado, es real y el chip está diseñado para ello.”

Los asistentes a la reunión palidecieron, sabían que estaban controlados, lo que no sabían era hasta qué punto, pero las palabras del joven hicieron que los escalofríos recorrieran todas las células de todos los presentes, enfriando la temperatura del lugar unos cuantos grados.

Estamos totalmente controlados y no lo sabemos

Otro, con pelo canoso y larga barba comenta: “Saberlo a ciencia cierta no lo sé, pero me comentaron que los lectores del microchip funcionan por ondas de radio y que en teoría sólo  funcionan a pocos cm de la piel, pero lo cierto, según siguió comentando, es que desde cerca se lee el que más potencia de emisión tiene, pero también es cierto que sin acercarlo a ningún paciente he notado que lee el mío y el de todos los que están en el radio de la habitación». «Lo que realmente no sabemos es el alcance que tiene la emisión del microchip, algo que se podría leer con un buen lector».

«Somos conscientes de que hay y que están colocados desde bastante lejos, lo mismo que al ser aparatos para añadir información por el mismo sistema, es decir vía radio y código personal, también se les puede enviar toda la información que se quiera. Conclusión, estamos totalmente controlados y en teoría no lo sabemos, controlan hasta nuestras vidas y cuando no les sirvamos nos mandan al otro barrio“, continuó.

Ahora viene la gran pregunta para debatir, comenta una mujer de bastante edad, bajita ella y con un sombrero de lana en la cabeza. «¿Cómo podemos evitar que nos sigan controlando y eliminar a toda esta gente para poder vivir en paz, sin que nos controlen de esta manera?»…

El silencio llenó la sala por unos instantes hasta que el murmullo se extendió por todos los rincones, un murmullo que iba en aumento, incluso algunas voces ya salían de tono, si bien poco se entendía si no estabas enfrente del que te estaba hablando.

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