Diferentes medios de comunicación se han referido al caso de suicidios en la población joven de indígenas en el país. Para el año 2019 según la Organización Indígena de Antioquia (OIA) se había registrado la cifra de seis casos por año de jóvenes entre los 12 y 18 años.

La situación de suicidio cuando es por causas depresivas es algo que se puede evitar, pero a pesar de los esfuerzos de las secretarías de inclusión social, es difícil la intervención si no se reportan a tiempo comportamientos inusuales que según las creencias de estas comunidades obedecen a “malos espíritus”

Por otro lado, a finales del mes de julio de 2021 en el Chocó, la organización Wondeko (Consejo de Autoridades del pueblo Wounaan de Colombia), reportó el suicidio de al menos 20 jóvenes en lo corrido de ese año, según artículo publicado por José Ricardo Báez G. en kyenyke.com 

Los desafortunados suicidios se dan en medio de la lucha por el dominio de corredores para el narcotráfico entre la guerrilla del  E.L.N. y el grupo criminal del Clan del Golfo, corredores que antes eran usados por la guerrilla F.A.R.C., zonas en las que el Estado colombiano tiene un control deficiente.

El suicidio es la forma más extrema que los indígenas usan para no ser reclutados. Las comunidades indígenas que viven en territorios de difícil acceso y alejadas de los cascos municipales, como el Bajo Baudó en el Chocó en este caso, siempre han sido objeto de un secuestro colectivo y premeditado que no deja opciones a los habitantes y sigue atentando contra su cultura y forma de vida.

En Colombia existen 87 comunidades indígenas reconocidas por el Gobierno, conforman un grupo poblacional distribuido en diferentes zonas que suman cerca de 1.400.000 individuos y representan más del 3% de la población colombiana. Los esfuerzos que se han realizado para atender a estas comunidades no son suficientes y no logran acabar con el flagelo de los grupos criminales que encuentran el camino expedito para sembrar la desolación y la tristeza.

Hace falta más presencia del Estado para mejorar las condiciones deplorables a las que han llegado algunas comunidades indígenas por cuenta del olvido y el conflicto interno antes mencionado, con medidas que no sean intrusivas en su cultura y que respondan a una mayor cobertura en etnoeducación y oportunidades para los jóvenes que les permita ver posibilidades a futuro.

Foto de Juan Pablo Gutiérrez tomada de www.onic.org.co

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