Dicen que cada artista es un mago, ve cosas que los demás no podemos ver, alquimistas que nos transportan a un mundo soñado, que nos hacen vivir otra realidad, otra dimensión, héroes que llenan de colores nuestras vidas, y que también saben convertir el barro, la piedra, la madera o el hierro en seres que cobran vida, manos de piedra que pueden acariciar.

Como siempre por estas fechas, muchos han vuelto a nuestra ciudad, quieren hacernos disfrutar de su gran noche de la magia, volver a hechizarnos y convertirnos en enamorados de sus artes, de sus colores, de sus formas fantásticas, otra vez, la Nit de l’Art, sa Nit de s’Art, ha congregado a estos seres bajados del Monte Olimpo, magos de la ilusión, para que nosotros, tristes mortales, conozcamos cómo es su mundo de fantasía, cuáles son las fórmulas mágicas y los colores infinitos del paraíso…

Este año, han llegado menos, aunque no por ello han defraudado a nadie, el exceso de formalidades burocráticas, que no deberían existir, ha impedido la concurrencia de algunos, otra vez será, porque es necesario que vengan todos, así lo requiere la ciudadanía, y es así, porque Palma entera se ha volcado con sus amados artistas, en una noche mágica, cientos de ciudadanos se han puesto sus mejores galas para celebrar y brindar con el dulce néctar de las formas y la fragancia de los colores.

Unas finas manos de piedra

En esta gran noche de magia, paseando entre magos y hadas, entre colores y esculturas, de repente la he visto, estaba allí, una modesta mesa con un mantel de la que, por arte de magia, salían unas finas manos de piedra que parecían querer bailar, moverse al ritmo de una música suave, sin querer, pienso en las manos blancas de Frederic Chopin y su preludio n.15, la Gota de Lluvia.

Sin saber cómo, de repente, me encuentro en la Real Cartuja de Valldemosa, una fina lluvia mallorquina golpea suavemente las piedras del patio de las rosas, al mismo tiempo, desde el interior de una antigua celda, se escuchan las notas musicales que surgen de un viejo piano, las manos que golpean las teclas, siguen el mismo compas que marca cada gota de agua, mientras un músico polaco, a través del cristal mojado, mira como la vida se le va escapando…

Vosotros ya no las podréis ver, la noche del arte solo dura un suspiro, pero el arte continua, la autora de esas manos, la escultora, la joven de mirada dulce, Irene Navarro Sampol, seguirá creando magia con sus manos, las que son de carne y hueso, se volverán mágicas y crearan otras obras de arte que os harán soñar, os harán vivir su mundo de fantasía, lo hará ella y lo harán mil más, porque esta es la isla del arte, el paraíso en la tierra, donde viven seres divinos, que trasforman lienzos de lino blanco en mundos de colores y de las piedras, el metal y el barro hacen surgir formas que reflejan su fantasía, para que ya nunca termine la noche de la magia, sa Nit de s’Art.

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