En un hermoso lugar del suroeste de Mallorca, a 14 km de Palma, en Santa Ponça, Calviá. Entre las paredes de un pequeño, coqueto y elegante despacho de ese paradisíaco lugar, una mujer esbelta y con un grácil aire Hippie, totalmente segura de sí misma, voz firme y con un inconfundible característico acento, se presenta así: «Hola, soy masajista vaginal y terapeuta libidopsíquica»…

De esta manera lo hizo Graciela Domínguez, apellido que indicaba, en la Edad Media, ser hija de Domingo, del latín «dominicus» que a su vez se traduce como «el hombre (o mujer) del señor».

El director del Hotel Kimpton Ille de Mallorca, Gasparo Margiotta (un apellido que deriva de la palabra margarita que significa «la perla»), no podía salir de su asombro, de hecho se quedo con la mirada petrificada en ella. Cómo era posible que una profesional del sexo se presentara con tal descaro, a lo que ella, ante el pasmado y callado hombre, sin titubear, en tono sarcástico, le replicó:

¿Qué mirás bobo?

Gasparo, al conseguir volver en sí, hace un ademán de querer alcanzar su teléfono con la intención de avisar a la seguridad del hotel.

A lo que ella, rápidamente, responde con un:

Un instante, una duda

«Pará boludo», a la vez que posa su mano sobre el terminal de su interlocutor e insiste en que la escuche ya que tiene que desvelarle una verdad que cambiará, para siempre, su apostólica y romana visión de la vida.

Él duda un instante, pero finalmente cede, sobre todo, por desvelar la incertidumbre, al fin y al cabo, somos monos pelados porque nos devora la curiosidad, a demás, él, un profesional de intachable moral, jamás entraría en ningún juego turbio que dañara la imagen propia o de la prestigiosa firma hotelera que representa, así que decide profundizar un poco más, pues siente que tiene, aún, controlada la situación.

Acto seguido, sin mediar palabra, ella saca de su bolso una tablet Samsung de 8,7 pulgadas, la coloca con un pie que poseía su funda frente a Gasparo. Al iniciar la grabación de vídeo, empiezan oírse gemidos de placer y una voz que le es muy familiar: ¡la de su esposa e inmaculada madre de sus dos hjjas! ¡Además con el sacerdote de su parroquia, el padre Diego Hernández!

Fuera de sí, con un sudor frío recorriendo su desencajado rostro, Gasparo, con la garganta seca debido a la ansiedad que le produce tal dolor emocional, pregunta:

¿Qué pretende? ¿Es esto un intento de algún tipo de chantaje?

No, replicó Graciela, soy la terapeuta que ha contratado su esposa.
¡Era lo último que Gasparo esperaba oír!

Mezcla de realidad y ficción En San Sebastián

Su esposa se casó con usted muy joven, virgen y nunca, jamás, obtuvo placer al tener relaciones con usted. De hecho, sentía dolor, por eso trato de evitar el contacto sexual hasta llegar el momento en el que, usted lo sabe bien, evitarlo con todas sus fuerzas, dígame ¿cuánto tiempo hace que no mantienen relaciones carnales?

Gasparo se queda unos instantes callado, no puede evitar pensar que hace más de un año que no hace el amor con su mujer. Pero enseguida, el dolor de la traición lo nubla, balbucea, no sabe como expresarlo, amén de que su devota mujer lo ha cornamentado con un ministro de la Iglesia; eso era inconcebible para él; nada cuadraba con su concepto de la marital fidelidad cristiana.

P.D. Algunas de mis narraciones son una mezcla de realidad y ficción; de usted, querido lector, es la respuesta final a qué es qué.

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