«La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder o éxito en algunas facetas de sus vidas»

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Algunos le atribuyen esta frase a José De San Martín: «La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder o éxito en algunas facetas de sus vidas».

Vivimos en una sociedad donde las personas admiran a la egolatría social, política, deportiva y empresarial, en todas sus distintas formas que conlleven a un éxito material y de poder que se exprese, sobre todo, por diferenciación estética, creando así, estereotipos que las nuevas generaciones se meten en vena.

Esto es logrado, muchas veces, por personas con la propiedad de quien tiene excesiva admiración por uno mismo y una obsesión compulsiva por destacar en algo, invirtiendo la mayor parte de sus fuerzas vitales en ello, que llevado al extremo, lo ensalzan como un «triunfador» y claro, para ello, se disfrazará de los símbolos, ropas y complementos que cree que lo ensalzan a tales efectos.

Pero la realidad, es que una persona con una inteligencia amplia se distingue de los demás por sacudirse el polvo del ego expresado en el espejo social, porque, simplemente, si no lo hiciera, no dispondría de la vitalidad y tiempo para poder vivir el abanico de experiencias que nos hacen evolucionar espiritualmente.

Todo esto, un tiempo, si eres élite deportiva, artística o intelectual puede ser razonable, pero cuando la obsesión por el éxito es la notoriedad a través del control de los demás, descubrimos que es más notable el que conquista y supera sus propios vicios banales, que el que domina por manipulación o poder a los de su entorno para así seguir justificándose a sí mismo no cambiar sus deseos de control sobre ellos como forma de vida.

La belleza fascinadora de aquellos que rinden culto a los estereotipos sociales del «éxito» , vistiendo su apariencia de los que están en cada contexto «a la moda del triunfador», vuelven dependientes de ellos a los que carecen de identidad propia en su entorno, pero no los enamoran, los condicionan, les hacen creer que ese es el modelo de felicidad a seguir: «Si vistes así, si tienes un coche asá, si te de dedicas a eso, si tienes un peinado de este tipo, bravo, conseguirás aparentar la pobreza de originalidad o impersonal que tienes».

De esta forma, una cohorte de personas se visten con el mismo peinado, rasurado, tatuajes u otros detalles como trajes disfrazándose de lo que no son; se comportan con los estereotipos reforzados en las películas, fotos de moda, deportistas, tendencias de gurús culturales…

Incluso la mayoría hasta repiten el modelo de mascota. Recuerden cuando se puso de moda el bulldog enano.

Por eso, si el éxito llega a tu vida, además, te completará como persona sentir un sincero amor fraternal como una forma de inteligencia social de la que prescinden los que creen comprarla en unas zapatillas de marca, o en volverse una copia de apariencia poniéndose cachas a base de sustancias dañinas para la salud, vistiéndose y peinándose como Ronaldo o Maluma, para luego ponerse al servicio servicio del sarcasmo ególatra, sino que más bien, lo que representará experiencias con auténtico significado, se cultiva en los actos de genuina generosidad al mejorar la existencia del prójimo y la naturaleza.

Si tienes talento, inteligencia y belleza natural, entendida ésta simplemente porque te aceptas tal y como eres, sin costosos «postizos»… Enhorabuena, no veas el presupuesto, tiempo y energías que te has ahorrado que podrás invertir en hacer un mundo mejor para todos.

Foto cortesía de Magnet: https://magnet.xataka.com/

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