Cuando hablamos de niños desaparecidos en nuestro mundo, a todos nos viene a la cabeza la presencia de las mafias y el temor de que nuestros hijos acaben siendo víctimas de secuestros, de torturas, de explotación sexual, de robo de órganos, de muerte. No obstante, cuando se trata de educación o protección infantil, nuestro sentido proteccionista baja, y sin ningún reparo somos capaces de dejar a nuestros hijos, ya no solo en manos de personas desconocidas, sino también en manos de organismos y entidades dispuestas a controlar, ya no solo la mente virgen de nuestros pequeños, sino también sus cuerpos e inclusive sus almas y sus sentimientos.

Y es de de esta manera que, organizaciones religiosas como el catolicismo español, se hicieron con la historia personal de miles de niños en España, especialmente en estos dos últimos siglos, miles de niños que pasaron por reformatorios, asilos, casas cuna, fundaciones, centros religiosos, residencias, y un largo etc. de centros dirigidos en muchas ocasiones, por personal dudosamente formado y preparado para tal fin, y en donde la pederastia campó a sus anchas bajo la ocultación y el protectorado de la institución y de los regímenes de turno.

La historia de esos niños debería ser especialmente estudiada, porque a muchos de nosotros se nos truncó la infancia hasta el punto de hacernos desaparecer como tales, y dejando en su lugar solo vidas rotas y en muchos casos vacías y sin recuerdo infantil que proteger, aunque sí con el dolor de adultos de desear olvidar.

Historial infantil borrado del Sistema Educativo

Pero a pesar de todo este despropósito, aún nos tenemos que enfrentar a la espeluznante realidad de encontramos que nuestra infantil presencia ha desaparecido de los papeles y documentos del sistema educativo, y que recuperar hoy dicha historia se ha vuelto para nosotros casi imposible, por el hecho de la destrucción u ocultación de nuestros expedientes escolares, unos expedientes que aún a día de hoy siguen secuestrados por la iglesia católica, sin que la administración haga nada para protegernos, y por ende, para recuperar la historia de nuestras vidas olvidadas y abandonadas por la misma. Eso sin contar con el más vergonzoso de los actos que puede hacer una administración, negando el abuso que supone someter a la infancia al olvido, como es la prescripción.

En 2008, recabando información para escribir mi obra biográfica “Nazaret, una isla dentro de Mallorca”, tuve el primer encuentro con el actual responsable del Centro; su director Guillem Cladera. Ya entonces se me dijo que toda la información del alumnado había sido destruida por una gestora que, a finales de los 90 se hizo cargo de la remodelación del internado. Me extrañó que tal valiosa información que daba sentido a la trayectoria de este centro, se eliminara sin sentido alguno. Durante seis años, y de manera precaria y a veces amarga, fui recabando toda la información posible para ilustrar esta biografía, siempre sin ayuda alguna de la Fundación Nazaret, que ya me dejó claro que el proyecto actual era una nueva etapa ajena a los anteriores 80 años de vida del centro, y que nada había que rascar de aquella oscura época.

Preocupación del Obispado

En 2014 terminé mi obra y sin demora alguna la colgué de manera pública y gratuita en las redes sociales, dando como resultado una llamada del actual director que, después de seis años y casi sin reconocerme, pedía vernos para hablar del libro. De aquel encuentro supe que el Obispado estaba preocupado por su contenido, mientras me negaba el poder acceder a mi expediente, supuestamente desaparecido.

Una sensación agridulce me hizo pensar que nuestras vidas como niños de Nazaret estaban siendo olvidadas u ocultadas de manera intencionada, en aras a una nueva imagen de la institución religiosa. El 23 de enero de 2017 fui invitado a visitar nuevamente Nazaret y a conocer la nueva situación del centro. El director me acompañó a interactuar con los chicos y chicas del mismo, en un intento de acercamiento, pero sin más resultado que el que la iglesia ya había sentenciado con mi persona.

En aquel momento puse sobre la mesa una propuesta que consideré importante para paliar el déficit de información que había, como era la de realizar la presentación de mi libro en el centro de Nazaret y ayudar con ello a terminar de romper la ocultación que se estaba produciendo de los duros años que como reformatorio conservaba la institución. Sencillamente se dio carpetazo al asunto con la prohibición expresa de que no se me permitiera presentación ni grabación alguna, ni en los jardines ni en ninguna otra parte del centro.

Estaban ocultando la documentación

Un año después, cansado de escuchar la mentira administrativa de la desaparición de documentación, escribí al Obispado exigiendo me fuera entregado mi expediente educativo o en tal caso, denunciar de manera pública la desaparición de dichos historiales. Unas semanas después el director del Nazaret me llamó y me entregó un sobre con unas cuantas fotocopias de exámenes y correcciones que prácticamente no describen nada de lo que fue el desarrollo de mi vida como alumno del centro.

Con todo, me alegré por partida triple, primero porque mi hija pudo ver por fin que aquella experiencia en el correccional de Nazaret fue una realidad, y segundo porque comprobó que su padre, sin duda, fue un estudiante pésimo. Pero lo más importante fue que pude comprobar con ello algo esencial, el que aquella documentación que yo exigía existía, y que cuanto menos seguía estando secuestrada por la iglesia católica.

La Iglesia Católica sigue negando el acceso a la documentación escolar de muchos niños que fueron internados en este centro

Así que acudí al IMAS realizando la petición formal de mi expediente de Nazaret, en vista de la negativa del Obispado a entregármelo, y dando por sentado que el IMAS es, era o debería ser el organismo encargado de gestionar toda la documentación relacionada con la infancia en Mallorca. Sorpresa la mía al recibir respuesta el 30 de agosto de este 2023, expresando su ignorancia en cuanto a dicho expediente:

“Le comunicamos Que se ha solicitado copia del mencionado expediente a la Unidad de Gestión Documental del Archivo General del Consell de Mallorca dónde, por las fechas señaladas en su escrito pudiera encontrarse ubicado su expediente. Que dicha Unidad nos ha comunicado que no existe ningún expediente a su nombre en la actualidad o cuando la entidad competente en materia de protección de menores era bien la Casa Provincial de Infancia o el Tribunal Tutelar. Que, por otro lado nos informan de que los expedientes de la Fundació Natzaret no se encuentran en el mencionado archivo ya que dicha Institución depende del Patronato presidido por el Obispado de Mallorca donde quizás pueda obrar la documentación que solicita”.

Con todo ello he de decir que, en la actualidad y con 63 años, sigo siendo un niño desaparecido que, como tantos otros niños desaparecidos y que fueron internados en este centro, jamás podrán acceder a su infancia escolar por culpa de que la iglesia católica nos niega el acceso íntegro a nuestras vidas en el centro, con el secuestro ilegal de nuestros expedientes, y por ende de nuestros recuerdos, y que la administración en este caso, sencillamente parece no estar y ni se le espera.

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