Para alguien que desde hace algunos años pusiera sus pies en Colombia, resulta fácil sentir un atractivo especial hasta el punto de que se llegue a rayar el deseo de conocerla cuanto antes mejor; y creo que eso es lo que se convirtió en una ordenada obsesión.

Es cierto que tenía previsto empezar por conocer los rincones más atractivos desde el concepto geográfico hasta el cultural y el humano. En Mallorca, donde resido, comprendí de las gentes de Latinoamérica que el amor a una tierra que les viera nacer y que circunstancialmente no la estaban viviendo, sí que atesoraban en lo mas profundo de sus sentimientos el amor por algo que también guardan para sus adentros.

Tuve la oportunidad de agradecer esa empatía con nuestra gente, potenciando una emisora de corte musical latina que se llama FIESTA FM, y que aún sigue funcionando como un paraguas extendido a ese mundo en donde se habla con el lenguaje musical de la salsa, el vallenato, la cumbia, el son, el tango, los corridos, la bachata, los porros, las gaitas y tantos más. No podía traerme a toda Latinoamérica a esta pequeña colección de rocas en medio del mediterráneo, pero sí quise que por lo menos se siguiera potenciando la entonación castellana que le han dado un nuevo valor de vida a la lengua de Isabel y Fernando para que, de paso, los ritmos musicales les hicieran recordar aquellos tiempos en que los disfrutaban en los entornos de su tierra. Y así aprendí a querer a unos países emplazados a mas de nueve mil kilómetros de distancia.

Desempeñando el cargo de Jefe de Protocolo del Gobierno de las Islas Baleares, visité México y Venezuela, y con tales viajes se me avivó el deseo de seguir recorriendo las tierras admiradas del medio y sur del continente americano.

Arribé a Colombia y directamente a Medellín. Desde el primer minuto en que llegué al Aeropuerto Internacional José María Cordova, me desaparecieron las siete horas de diferencia con España y me apareció el irresistible cariño de las personas con el que me obsequiaron la misma madrugada de mi llegada. Por aquel entonces, mi esposa a quien había conocido en Mallorca, ya me había prevenido de las atenciones de los antioqueños, empezando por sus familiares. Y en aquellas fechas pude conocer a los muchos colombianos con quienes me pude relacionar.

Recorriendo Medellín, descubrí una ciudad viva, alegre y responsable de sus quehaceres. En la misma ribera del rio que le da nombre a la ciudad, circula un metro sin un mínimo papel en el suelo ni las manchas de un grafiti en las paredes de sus vagones cuando no unos rayones en su interior. Medellín se configura orográficamente entre los valles que forman la espléndida cordillera de los Andes y por tanto las construcciones y el diseño de las vías de acceso a las viviendas de la ciudad necesitaban de una buena reforma que permitiera que los habitantes de las colinas tuvieran un mejor acceso desde el centro y aledaños de la ciudad. Y así surgió la idea de dotar desde ese metro, en determinadas estaciones de una instalación de vagonetas aéreas llamadas “metro cable”. Pues esas líneas ya superan la cifra de la decena, más un tranvía de diseño muy moderno para la circulación por la parte más plana de la organización urbanística ciudadana.

El Reino de España sufragó para construir, y así se hizo, una biblioteca espectacular en lo alto de unas laderas de la ciudad, inaugurándola personalmente la propia Reina Doña Sofía. España siempre estará en el mismo corazón de Medellín muy a pesar del por entones vulgar guerrillero del M19. El yugo de la corona, Sr. Petro, sí que existió pero lo fue para tirar de una junta orientada hacia la prosperidad y el ofrecimiento de ayuda a la voluntad inquebrantable de un pueblo como el que se refleja en unos monumentales escritos plantados en el Parque Arví. Que poco más sabe usted de Colombia a no ser sobre el narcotráfico y los kaláshnikov. Eso sí, usted, en esas materias se ha doctorado con matrícula cum laude.

El hombre antioqueño se caracteriza por su trato generoso reflejando con su actitud una muy fácil relación de amistad, profesional o de negocios y la mujer antioqueña es un fortín de cautivaciones con su sonrisa, su amabilidad, su cariño, su espectacular belleza y su lucha por abrirse camino en todas aquellas actividades a las que quiera acceder. Definitivamente vivir en esta ciudad es causa suficiente para cumplir con esa advertencia de que “Lo peligroso de Medellín es que te quieras quedar”.

Nuestro corresponsal en Antioquia Darío Rada, me ha hecho llegar la interpretación de una composición del maestro Tomás de San Julián que la ha llamado “Medellín de mis amores”. Bien, pues aquí se la traslado a nuestros lectores al final del presente escrito. De verdad que a un español nos resulta verdaderamente maravilloso escuchar el nombre de España citado y repetido en el texto de la canción.

De verdad, mi mensaje al mundo entero es que visiten Antioquia en los Andes colombianos, comprenderán porque lo verdaderamente peligroso de Medellín, su capital, es que nos queramos quedar.

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