Enfrentar el poder injusto: Construyendo un futuro honesto, solidario y transparente
No le tengas miedo a un poder injusto, afróntalo al implicarte y entrénate en tu día a día en hacer un mundo mejor, más honesto, solidario y transparente. Pero eso sí, asegúrate primero de ser tú mismo un ejemplo de lo que quisieras que sea ese poder.
Cada vez más las encuestas sociológicas no indican que la población tiene menos confianza en quienes nos gobiernan. Por eso, quien ejerce el poder sin tener autoridad moral para ello, a menudo, utiliza el miedo como aliado para dominar, obligar y perpetuarse… generando un estado de indefensión y «de brazos caídos» en muchos ciudadanos.
El miedo a los poderosos es una respuesta humana profundamente arraigada, influenciada tanto por factores biológicos como por contextos históricos y culturales. Esta reacción puede ser comprendida mejor desde dos perspectivas: científica y filosófica.
Desde una perspectiva biológica, el miedo es una emoción esencial para la supervivencia. Se origina en el sistema límbico del cerebro, particularmente en la amígdala, que procesa amenazas y desencadena respuestas de lucha o huida. Cuando percibimos a alguien como poderoso, nuestro cerebro puede interpretarlo como una amenaza potencial, activando mecanismos de miedo y estrés.
La psicología evolutiva sugiere que el miedo a los poderosos puede haber sido una ventaja adaptativa. En sociedades primitivas, aquellos que tenían el poder podían controlar recursos críticos y ejercer violencia o castigo. Temor y sumisión a estos individuos aumentaban las posibilidades de supervivencia.
El condicionamiento social también juega un papel significativo. Desde una edad temprana, aprendemos a asociar el poder con autoridad y control. Figuras poderosas, como padres, maestros y líderes, son vistas como capaces de influir significativamente en nuestras vidas, tanto positiva como negativamente. Este aprendizaje se refuerza a lo largo de la vida a través de experiencias y observaciones.
En términos de psicología social, el miedo a los poderosos puede ser explicado por la teoría de la dominancia social, que postula que las sociedades se estructuran en jerarquías de dominancia. En estas jerarquías, los individuos en posiciones superiores pueden imponer castigos o recompensas, lo que fomenta un miedo natural hacia ellos.
Adicionalmente, el fenómeno del «síndrome del impostor» puede hacer que las personas se sientan inadecuadas o temerosas ante aquellos en posiciones de poder, preocupándose por ser juzgadas o evaluadas negativamente.
Desde la filosofía clásica, filósofos como Platón y Aristóteles han discutido la naturaleza del poder y el miedo asociado a él. En «La República», Platón describe cómo el poder puede ser mal utilizado por los tiranos, generando miedo y desconfianza entre los ciudadanos. Aristóteles, por su parte, analiza cómo el poder puede corromper y cómo la justicia es fundamental para moderar el uso del poder y aliviar el miedo.
Thomas Hobbes, en su obra «Leviatán», argumenta que en el estado de naturaleza, la vida es «solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta» debido a la constante amenaza de conflicto y violencia. El miedo al poder absoluto es mitigado por el contrato social, donde los individuos ceden parte de su libertad a un soberano en intercambio por seguridad y orden. Sin embargo, este contrato también institucionaliza el miedo al soberano, quien tiene el poder de imponer leyes y castigos.
Michel Foucault, en su análisis del poder, sostiene que el poder está presente en todas las relaciones sociales y no solo en las instituciones de gobierno. Según Foucault, el poder se ejerce a través de discursos y prácticas que moldean nuestra percepción de la realidad. Este poder omnipresente crea una «sociedad de vigilancia», donde el miedo es internalizado y perpetuado por las propias estructuras sociales.
El filósofo francés Jean-Paul Sartre, en su teoría del existencialismo, sugiere que el miedo al poder también puede ser entendido en términos de la libertad y la responsabilidad. Sartre argumenta que los individuos tienen la libertad de definir su propia existencia, pero esta libertad viene con la responsabilidad de las consecuencias de nuestras acciones. El poder de otros puede parecer amenazante porque representa una limitación a nuestra libertad y autonomía.
El miedo a los poderosos es un fenómeno complejo y multifacético, arraigado en nuestra biología, psicología y estructuras sociales. Biológicamente, el miedo es una respuesta adaptativa a la percepción de amenaza. Psicológicamente, es reforzado por el condicionamiento social y la estructura jerárquica de nuestras sociedades. Filosóficamente, el miedo al poder ha sido analizado desde diversas perspectivas, destacando la naturaleza corruptible del poder y la tensión entre libertad y autoridad.
Comprender estos aspectos puede ayudarnos a desarrollar estrategias para mitigar el miedo al poder, promoviendo estructuras más justas y transparentes, y fomentando una cultura de responsabilidad y ética en el ejercicio del poder. Al hacerlo, podemos avanzar hacia una sociedad donde el poder no sea una fuente de miedo, sino una herramienta para el bien común.