Una labor silenciosa
(Foto: Osvaldo Antonio Castilla Contreras, Médico cirujano con especialización en Psiquiatría).
Hay que estar muy loco para ir con el psiquiatra. Hace más de treinta años esa era la idea que tenía el grueso de la población en Pereira frente a la consulta psiquiátrica. El psiquiatra Osvaldo Castilla llegó a Pereira en 1985 con su recién culminada subespecialización en Pedopsquiatría de la Universidad Paris V, había estudiado Psiquiatría en la Universidad del Rosario en Bogotá. En 1993 inició un sistema de psicoeducación, sin ánimo de lucro, y con el convencimiento de que formar grupos de apoyo para pacientes y familiares en el área de salud mental sería la manera en que podría concientizar y ayudar a que se entendiera un poco la dinámica de las enfermedades mentales, además de lograr que los familiares de los pacientes realizaran un acompañamiento en la enfermedad.
El primer grupo lo nombró G.A.T.A.; grupo de apoyo a los trastornos ansioso-depresivos. Las reuniones se realizaban en la sede del Instituto del Sistema Nervioso de Risaralda, entidad en la que atendía población de diversos municipios de Risaralda. Paralelamente a su consulta de psiquiatría, también en el Hospital Mental de Risaralda, se desempeñó como docente en la cátedra de psiquiatría de la Universidad Tecnológica de Pereira, que con el paso de los años abriría una especialización en psiquiatría de la cual también fue docente titular.
A este grupo se sumó la creación de otros dos: P.A.N.D.A., dedicado a la salud mental infanto-juvenil y A.B.C., para tratar temas sobre la bipolaridad. Desde entonces se realiza el último sábado de cada mes, dedicando una hora para cada grupo y los asistentes han logrado conocer, de manera más explícita, los síntomas y aspectos relevantes en el tratamiento y acompañamiento a los pacientes. Dicha labor solo fue interrumpida durante la cuarentena ordenada por el Gobierno colombiano en marzo de 2020. Sin embargo, continuó haciendo acompañamiento a sus pacientes vía telefónica, contribuyendo así con su responsabilidad desinteresada y profesional a la situación de orfandad de atención en salud mental ocasionada por la pandemia. A su labor se sumaron algunas personas que siguen apoyando dichas reuniones como el señor Carlos Vergara, quien aporta su experiencia de vida y ameniza con humor al lado del Dr. Castilla.
Mientras estuvo como docente en la Universidad Tecnológica de Pereira fue organizador en este recinto académico, durante 23 años, de simposios anuales en salud mental, en dos vertientes; para estudiantes y profesionales de la salud y para pacientes, familiares y comunidad en general, todo de forma gratuita y con el apoyo de entidades como la Asociación Colombiana de Psiquiatría Biológica y de diferentes profesionales que también donaron tu tiempo y conocimiento.
Asimismo, durante sus más de 35 años de ejercicio médico psiquiátrico ha apoyado mediante consulta gratuita a niños y adolescentes en entidades como la Granja Infantil Jesús de la Buena Esperanza, Fundación Enfances 2/32 y A un Nuevo Amanecer.
Ha publicado diferentes artículos en la Revista HOMERIS, (Hospital Mental de Risaralda), en la Revista de la Asociación Colombiana de Psiquiatría y en libros de la Asociación Colombiana de Psiquiatría Biológica. Además, algunas participaciones en investigación de HOMERIS y la entidad privada Psynapsis.
El gran amigo a lo largo de su vida ha sido el humor, sin el cual la labor psiquiátrica habría sido más dura, pues la procesión se lleva por dentro; ya que no es ajeno a los sufrimientos de sus pacientes. Como el gran profesional que es, muestra firmeza en la consulta, pero no pocos han sido los casos en los que íntimamente se ha derrumbado. Podría escribir un libro con todas las anécdotas derivadas de su ejercicio médico. Cada paciente es atendido con la rigurosidad de siempre, desde que inició como psiquiatra, aunque su consulta se extienda fuera de los tiempos estipulados, y sigue con su psicoeducación, de forma escrita, pues suministra por medio de fotocopias, información precisa y anima a consultar y a participar en sus grupos de apoyo, de tal manera que hay mayor aceptación de la realidad de la enfermedad mental en cada persona que atiende.
En su biblioteca científica, también hay espacio para la literatura y para el humor. Lector incansable de Gabriel García Márquez de quien muchas veces ha sentido celos por no haber escrito primero que él tantos pensamientos coincidentes. En el humor destaca a Daniel Samper Pizano, de quien tiene una basta colección de su obra escrita y gráfica. También posee algunos libros de humor gráfico, incluidos los caricaturistas pereiranos, que le han sido de gran utilidad en sus conferencias. El humor está siempre presente para “tomar del pelo” a la realidad, para ayudar un poco y bajar la crudeza de “la loca de la casa”.