La poesía y la belleza, paisaje místico y humano. Las Tierras de SILO de Paloma Fernández Gomá.

Una de las cosas que encuentro siempre en los libros de Paloma Fernández Gomá, en su poesía, es la belleza. Una belleza que brinda a las cosas terrenales para poder luego motivar la contemplación de lo humano, lo profano y lo divino. Y acabo de saborear en esta tarde noche, de lluvia y por lo tanto poética, de una conjunción que invita como el título de este artículo o reseña a la belleza, como si de un paisaje místico en estas “Tierras de Silo”, que inaugura la colección Dabisse Romero bajo la dirección de la escritora y gestora cultural Isabel Romero.

“La poesía es la imagen del ser humano y de la naturaleza”, William Wordsworth.

Y de esa naturaleza de la que formamos parte, podemos ir evolucionando a cotas más altas de expresión, de emoción y de conocimiento.

El destino estuvo ligado a la tierra y generó sus alianzas.

Me he perdido literalmente entre las hermosas metáforas que invade este poemario, sucumbiendo a una imagen que va abriéndose paso en su espesura. Entre un paisaje que me va recordando al Cantar de los cantares, porque las Tierras de Silo es un diálogo de amor.

Vivir es tender las alas sobre el horizonte

en nombre del amor.

En el simbolismo de la naturaleza leemos no sólo un valor poético; Paloma añade un valor y un simbolismo bíblico cuando la segunda parte habla de las mujeres bíblicas reivindicando, todas ellas su papel como hilo conductor de la creación, de la belleza, y de la historia.

Las mujeres y su libertad

La madre naturaleza no puede entenderse al margen de la madre humana, reflejadas en estas mujeres y su libertad en el devenir del tiempo, su fuerza para cambiar el destino y su fuerte sororidad.

Cierra el libro con el bloque “Ángeles (Amanece el mar en los campos de Dios). El mar es testigo mudo de la fugacidad del tiempo, del espacio; de la vida y del destino. También es el origen y el fin. La muerte como pilar básico de la vida, pues ambas no pueden entenderse al margen de ellas mismas. Puede entenderse la muerte metafísica, un estado inconsciente o consciente, donde la poeta, el hombre y su entorno se condensan entre ellos en un diálogo y en un entendimiento que ponen en jaque, demasiadas interrogantes y vivencias.

En definitiva, Paloma nos muestra tradición, cultura, lirismo, metáfora símbolos, como es habitual en su poesía. Ella sin duda nos muestra la manera de volver al auténtico fin de la poesía sin menospreciar la belleza de la palabra, a despertar una conciencia dormida, en este siglo actual tan ajeno a lo colectivo, tan afín a lo superficial.

Minuto a minuto buscamos el arca

donde anidan las lanas y la franela,

ocultando la lluvia.

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