Seamos inteligentes, la IA es una herramienta que precisa de lo que, por ahora, los seres humanos (algunos más que otros) poseen: El discernimiento de lo ético y moral en su uso.

No sé cuán ético y moral es que durante esta próxima década se construyan armas con igual o mayor capacidad de destrucción que las actuales pero con una precisión, autonomía, eficacia y versatilidad jamás vistas.

Lo preocupante, es que hay narcoestados y macrocorporaciones con muchísimo más poder económico que las principales naciones supuestamente libres y democráticas para incorporar a su maquinaria de poder los mejores y mayores avances tecnológicos.

De hecho, tener un ejercito privado y la mejor tecnología es sólo cuestión de quién es el mejor postor en un mundo donde todo está en venta.

Incluso, todo profesional, desde un administrativo a un neurocirujano, que no se haya actualizado y adaptado, a tiempo, en su uso, simplemente, tendrá que ir a buscar trabajo a lo que quede del tercer mundo.

La biotecnología esta avanzando paralelamente a la IA, pronto tendremos no sólo robots mejorados biológicamente, sino animales más inteligentes, incluido el ser humano.

Es decir, se aproxima el momento en que si el hombre no se modifica tecnológica y biológicamente a sí mismo no podrá aprovechar ni entender lo que la IA le puede aportar. Eso, generará una frontera insalvable entre las especies “mejoradas” y las que no.

Todos sabemos, gracias a los experimentos en psicología social, antropología e investigaciones etológicas humanas lo fácil que es, para el mono pelado, que aparezcan nuevas formas de castas, discriminación y clases sociales muy distanciadas ideológica, económica y moralmente.

Todo eso que describen las obras literarias y películas distócicas no alcanza, ni por asomo, la dimensión de como va a cambiar nuestro mundo durante lo que nos queda de siglo.

Vamos, no pierda ni un segundo, actualícese… si puede y llega a tiempo.

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