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La memoria no es infalible. Con el pasar del tiempo, la memoria disminuye y es selectiva, incluso se reconstruyen hechos y eventos que quizá nunca sucedieron.

La memoria de un testigo puede dar lugar a errores de omisión y errores de comisión.

Tantos los unos como los otros perjudicaran al esclarecimiento de la verdad. La justicia reconoce la prueba testifical como prueba en un juicio, aunque por si sola, sin otros elementos probatorios, sería como una bomba mal manipulada, si estalla cuando o donde no debe, dará lugar a que se cometan tremendas injusticias, los llamados errores judiciales.

Cuando escuchas a alguien decir “Eso es verdad porque yo me acuerdo a la perfección” “Pongo la mano en el fuego de que así ocurrió” Pero entonces, ¿Por qué, ante un mismo evento, distintas personas tienen recuerdos diferentes si nuestra memoria es infalible? La respuesta es clara, nuestra memoria nos engaña continuamente.

LAS FASES DE CREACIÓN DE RECUERDOS

• Una vez nos fijamos en ese evento, tratamos de procesarlo

• Para ahorrarnos esfuerzo, nuestro cerebro tiende a rellenar esos huecos con información verosímil que siga cuadrando con las ideas preconcebidas que teníamos, o influenciadas por fuentes externa

• El siguiente paso consiste en recuperar esa información tras haberla almacenado. Hay cosas que nuestro cerebro “borra”, así que solo podremos recuperar lo que se ha consolidado en nuestras redes neuronales. Entonces se vuelven a rellenar las lagunas que pueden generarse con el paso del tiempo. Y otra vez, los recuerdos se pueden ver influenciados por fuentes externas o simplemente por nuestras ideas.

• Este proceso de memorizar y evocar un evento puede darse múltiples veces, y puede que esto haga que siga alterándose, o que llegue un momento en el que una de las “versiones” se quede fijada, dándola por absolutamente verídica. Todo esto dará lugar a la creación de falsos recuerdos.

Cuando se trata de un testigo que debe colaborar con la justicia, se produce más riesgos de que la mente distorsione la realidad. La presión que conlleva el testificar ante la policía y el juez, la información recibida durante el proceso y, la que se genera post-suceso, comentarios, opiniones, etc. van a alterar en gran parte la realidad, la verdad de lo que realmente sucedió. Todo esto nos debería llevar a la reflexión de, que valor real tiene la prueba testifical, o, mejor dicho, ¿debe darse a la prueba testifical un valor privilegiado? Parece, según visto lo visto, que los tribunales de justicia, tanto en España como en otros países, consideran con gran valor la prueba testifical.

Voy a poner unos simples ejemplos de los errores cometidos por la justicia de EE. UU., aunque hay miles de ellos en diferentes países, incluido España.

En 1996, el Instituto Nacional de Justicia estadounidense informaba de 28 condenas erróneas, revertidas con ayuda de prueba de ADN, y en cada una de ellas había al menos una identificación errónea: un total de 197 años de prisión injusta entre los 28 condenados.

En la actualidad, de los 347 casos de condenas revertidas registradas por el Innocence Project1, 240 están relacionadas con una identificación testifical equivocada, un porcentaje del 69,16 por 100 -número infinitamente mayor que el de cualquier otra causa, como la falsa confesión (97 casos), mala práctica (misconduct) del Estado (54 casos), defensa inadecuada (16 casos) o incluso prueba científica incorrecta (improper) o equivocada (157 casos)-. Es decir, «uno de los hechos más importantes que aprendemos con casos de exoneración que implican análisis de ADN es que los errores cometidos por testigos son el principal factor que contribuye a las condenas erróneas en Estados Unidos». (p. 102)

¿MIENTEN LOS TESTIGOS?

En la mayoría de los casos los testigos se imitan a decir lo que su memoria recuerda. Lo que vieron sus ojos y escucharon sus oídos…o eso creen ellos.

Es muy típico el testigo de un accidente de tráfico que afirma de haberlo visto todo, cuando la realidad es que giro la cabeza después de oír el estruendoso ruido de la colisión. Así, podemos comprobar como nuestros sentidos nos engañan, la memoria rellena la falta de información de lo ocurrido, de forma que creemos ver y oír cosas que nunca ocurrieron. A las percepciones fantasmas se las denomina ilusiones y forman parte de los procesos constructivos normales. Estas condiciones perceptivas pueden entorpecer la capacidad de los testigos para aportar un relato completo y exacto del suceso.

La percepción del color

En los delitos cometidos en condiciones de baja iluminación nuestra agudeza visual es baja y vemos en blanco y negro, esto implica que podemos confundir los colores al tener una disminución de la capacidad perceptiva. Así pues, en la mayoría de los casos en los que un testigo de un delito cometido en la oscuridad describe el color de la ropa de los agresores se trata de una ilusión. Esto lo hacen “rellenando” los colores a partir de estimaciones basadas en conocimientos previos.

Percepción de los objetos

En ocasiones se producen errores al tratar de describir la apariencia de los objetos, de como que un papel en la mano de una persona puede ser confundida con una navaja.

Las ilusiones perceptivas son parte del sistema visual humano y provocan que veamos cosas que no son. La mayoría de estas ilusiones se deben a información ambigua, inadecuada o contradictoria, o a nuestro sistema sensorial. Son varios los aspectos que determinan la apariencia perceptiva de los objetos: claridad. Forma, color, tamaño, etc. Puede resultar difícil percibir objetos muy pequeños, que están muy alejados o se encuentran espacialmente próximos unos a los otros.

Percepción del movimiento

También la percepción del movimiento produce ilusiones perceptivas, denominadas de movimiento aparente, producidas por cambios en diferentes dimensiones del estímulo visual. Por ejemplo, los letreros de luces nos hacen creer que el mensaje se mueve hacia la izquierda y sin embargo son luces fijas que se encienden y se apagan. Otro ejemplo de movimiento aparente es la sensación de que nuestro coche se mueve hacia atrás mientras estamos parados en un semáforo, cuando la realidad es que estamos parados y el que se mueve es el coche de al lado.

Percepción auditiva

El sistema auditivo humano no es capaz de percibir sonidos con una intensidad inferior a – 3.9 decibelios. Mientras que el umbral de molestia se empieza a sentir de ruidos en torno a los 120 decibelios. Sería conveniente a los testigos que vayan a reproducir una conversación realizar una evaluación auditiva, no sería menos importante que realizar una visual a testigos que describan ciertos hechos en ciertas condiciones, como sucesos vistos a gran distancia o luminosidad baja.

La procedencia de un sonido es otra de las dificultades que se puede encontrar un testigo. La distancia estimada a la que se produce un sonido depende de la intensidad, de modo que cuanto más atenuado esté un sonido a mayor distancia estará. Tanto en la estimación de la distancia como en la identificación de la fuente sonora, la incongruencia o ambigüedad de estos indicios dificultará las estimaciones e incluso generará una falsa percepción.

En un estudio efectuado sobre casos reales de accidentes de tráfico, en colaboración con la Dirección General de Tráfico, ( Diges, 1986, en Diges y Manzanero, 1995) se encontraron interesantes diferencias en las respuestas de los testigos a las preguntas efectuadas durante el atestado. Por lo general, la información peor recordada por los testigos fueron los datos sobre la fecha, el aspecto general del lugar en que ocurrió el accidente, la velocidad de los vehículos, sus colores, el estado en que quedaron, y el aspecto externo y otras características personales de los protagonistas. Mientras que el recuerdo fue mejor en el punto en que ocurrió el accidente, los semáforos, la procedencia del vehículo y peatones, el punto de encuentro y el punto final en que se quedan, así como los daños del vehículo y personas.

Cuanto menos dura un suceso, menos tiempo hay para percibir y asimilar la información, y menos capacidad para describir de forma completa y exacta lo ocurrido.

El principal problema que a este aspecto es la estimación de la duración del hecho juzgado, ya que los testigos de un suceso complejo suelen errar al estimar la duración.

Cuando en un suceso ocurren muchas cosas, todas ellas muy rápidamente, tendemos a percibir que ha ocurrido más tiempo de lo que fue en realidad.

Cuanto más violento sea el suceso se recordará peor que los más neutros. Una explicación de este efecto procede de que cuanto mayor sea el grado de violencia implicado en el suceso, el testigo experimenta mayor estrés, y el estrés afecta negativamente a los procesos cognitivos como la atención, percepción y la memoria. (Cliffod y Scott, 1978).

Así, si dos personas observan juntas un hecho y luego le pedimos que nos cuenten lo que han visto, lo más probable es que aporten descripciones diferentes del mismo.

Algunas de las variables personales más importantes son sexo, edad, estereotipos., ansiedad y drogas.

A su vez, Mazzoni (2010) en torno al punto anterior establece:

[…] Los recuerdos suelen ser tanto más exactos cuanto más afectan al elemento central del episodio objeto de investigación, y suelen ser más imprecisos en el caso en que el elemento, o los elementos relevantes, sean periféricos en relación con la escena a la que ha asistido el testigo. […] existe un fenómeno denominado «weapon effect», estudiado desde hace muchos años, según el cual, quien se ve amenazado por un arma de fuego tiene un recuerdo muy preciso del arma, pero no recuerda, sino de una manera muy vaga y poca precisa, otros elementos del episodio, como la persona que le apuntaba con el arma. El testimonio relativo al arma de fuego es completamente fiable, pero el testimonio global relativo al episodio vivido es más bien casi inexistente y de escasa fiabilidad. (p. 19)

Desde mi punto de vista, eso se debe a que el sujeto y su mecanismo de supervivencia da mayor relevancia al objeto que le puede producir la muerte, en este caso, el arma de fuego, obviando el entorno y a su agresor. Desde el punto de vista de la psicología cognitiva, la visión en túnel es una alteración de la atención que se produce en situaciones de estrés intenso, particularmente cuando se experimenta una sensación de amenaza. Sea lo que sea, está claro que nuestro sistema de supervivencia nos puede jugar una mala pasada si no lo entrenamos. Lo que en un principio fue creado para protegernos puede resultar letal.

Volviendo a la prueba testimonial, desde el punto de vista jurídico, claro está que, el sistema tiene muchas fisuras por donde se corrompe la garantía jurisdiccional de tener un juicio justo. Los testigos, a mi parecer, siendo una parte muy importante dentro de los medios probatorios en los juicios, deberían ser sometidos a una evaluación psicológica y médica antes de que testifiquen en un juicio, por lo menos en lo que concierne a delitos graves, donde está en juego el honor, la reputación y la vida de la persona que se juzga. Un psicólogo especializado debería analizar al testigo, con el fin de evaluar la veracidad de sus recuerdos o la falsedad de estos, así podremos otorgarle mayor trascendencia y credibilidad al testimonio, o, todo lo contrario. Seguro, no sería un método 100 x 100 fiables, pero al menos tendríamos más posibilidad de hacer justicia de las que tenemos hoy en día.

Mi pregunta es, ¿cuántas personas más tienen que ser condenadas injustamente sin más prueba que el testimonio o reconocimiento de la víctima o testigo, para qué sé subsane este tipo de errores?

La Justicia tiene serios problemas para enmendar sus errores. Una vez que hay una condena, en principio es inamovible, aunque atente contra los principios más elementales del sentido común.

En mi opinión, en el sistema de justicia penal a veces no se trata de descubrir la verdad, sino de ganar y meter a alguien en la cárcel.

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