Resultan abrumadores los informes que en estos días han salido sobre los casos de pederastia en la iglesia católica, y las miles de víctimas que en manos de sacerdotes han padecido toda clase de abusos y violaciones, en su mayoría niños. Desde que en el 2000 se iniciaran los primeros informes de abuso infantil situando a EEUU e Irlanda en el foco de la primeras investigaciones, son ya algunos los países, sobre todo de la Europa cristiana que han pasado por el cedazo de las primeras investigaciones (Italia, Portugal, Alemania, Reino Unido, pero también en países como Canadá, Australia, Chile, etc), encontrándose casos de notoria relevancia en Francia (330.000 casos) y especialmente sobre España (440.000 casos). Ni que decir tiene que todas las cifras de abusos se han quedado cortas, por causa de no poder cuantificar el total de crímenes contra la infancia cometidos por esta organización, por la negativa de apertura de sus archivos eclesiásticos que faciliten las investigaciones. La conclusión final que podemos sacar de todo ello sigue siendo la impunidad con la que está actuando esta organización dentro de las diferentes sociedades y culturas, sin que gobierno alguno pueda o desee seriamente frenar el delito continuado en el que esta organización incurre, y que deja en ridículo tanto las cifras, los estudios y como no también, las sesudas investigaciones gubernamentales.

“Si no te portas bien te encerraré en Nazaret”

Aún así, toda actuación, con el tiempo, acaba teniendo su efecto dominó. Y eso lo sabemos muy bien en Mallorca, donde la iglesia católica lleva años ocultando sus propios casos, ayudada por el manto de la indiferencia social que ha predominado en esta comunidad. Bajo la expresión “si no te portas bien te encerraré en Nazaret”, gran parte de la sociedad mallorquina dieron el visto bueno a las prácticas de abuso y maltrato infantil que se daban en los centros e internados de Palma, convencidas de que el sistema religioso y político de aquel entonces, corregiría esa parte de la infancia rebelde y pobre que existía en la isla. El resultado fue más que evidente: un muy cuestionable silencio cómplice. Pero como todo silencio, este acabó por romperse con el paso de los años. Los vergonzosos casos de abusos a menores bajo la protección del estado han acabado produciendo un repulsivo social inesperado, de igual modo que con los casos injustos de retiro infantil improcedente, agravados por la falta de una autoridad competente que debería supervisar legalmente dichos retiros.

Delitos prescritos

A esta ola de indignación popular, se ha sumado un nuevo despertar, el de los antiguos ex-internados del centro de acogida de Nazaret, que denuncian la mala praxis cometida por este centro en las últimas décadas, donde los abusos, las vejaciones y las  violaciones infantiles formaron parte de la deriva de esta institución, en teoría protegida por el obispado de Mallorca. De aquellas experiencias nos han hablado diferentes víctimas de los hechos como Antonio Estela, niño de 9 años violado de manera sistemática por un celador del centro al que denunció ante la fiscalía y que la ley da por prescrito el delito, así como el escritor José J. Méndez, de igual modo abusado por un celador seminarista de dicha institución, y cuya prescripción caminó pareja a la muerte del abusador.

«Efecto dominó» de denuncias contra la pederastia en la iglesia de Mallorca

A partir de estos casos públicos, donde las víctimas se han atrevido a denunciar a sus violadores y abusadores, se abre en Mallorca una grieta de acusaciones contra la organización religiosa, que van desde la ocultación de información y los delitos de cohecho y complicidad con los pederastas, amenazas, compra de voluntades, indiferencia y de nuevo silencio, como respuesta a tan grave situación. Pero el silencio volverá a ser roto, cuando se empiece a cuestionar la actuación de cuantos centros, internados, colegios, parroquias, y en definitiva toda estructura controlada y dirigida por la iglesia católica de Mallorca, saquen a La Luz sus propios casos de abusos, casos que guardan tan celosamente bajo expedientes y que cuanto menos, son innombrables. Y será en ese momento cuando todos seremos testigos del «Efecto dominó» de denuncias contra la pederastia en la iglesia de Mallorca. Y aunque el día y la hora nadie lo sabe, esperamos que, por justicia humana dejen de prescribir los casos, haya reparación a las víctimas y vergüenza en esta organización, la única, después de la justicia, capaz de frenar lo que nunca debería haber ocurrido con la infancia en Mallorca.

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