Tiempos de incertidumbre: Navegando la paradoja de la seguridad interior en un mar de influencias insondables
Es paradójico tener que actuar como si estuviéramos seguros de lo que pensamos, decimos y sentimos cuando gran parte de lo que presuponemos como certezas no son más que el resultado de influencias, en gran medida, insondables.
Nadamos en un mar donde, por muy buen nadador que seamos, no podemos influir en el devenir de una simple ola de acontecimientos.
Es como creer que estás sobre una roca firme, pero cuando te asomas por el precipicio te das cuenta de que la roca y tú os estáis precipitando en un infinito espacio tiempo… nada permanece, todo se va desintegrando en la segunda ley de la termodinámica.
Entonces, volviendo a la analogía del buen nadador, nademos bien, hagamos lo correcto ética y moralmente, sonriamos con actitud sincera de aprender a nadar mejor con las olas, ayudemos a quien tiene dificultad para mantenerse a flote, acompañemos a quien lo precise a un islote de esperanza, seamos la imagen de la correspondencia de una humanidad que se precisa a sí misma serena, apacible y amada.