Qué pronto olvidamos
Esto es una crítica a nuestra corta memoria, que olvida que lo que ahora criticamos y de lo que ahora nos quejamos, es lo que hacíamos hace no tanto tiempo, con los estómagos vacíos y la ropa que llena de remiendos, hasta quedarnos sin hilo para seguir remendando.
Qué pronto olvidamos
Esos días no tan lejanos
que lo dejamos todo
para a tierras lejanas irnos
con los bolsillos vacíos
la talega con un mendrugo
con suerte un trozo de chorizo
en la maleta de cartón
un par de mudas llenas de remiendos
pero llenas de ilusión.
Atrás, una ya no casa
una familia colocada en el olvido
con la mesa vacía, sin platos
estos en la alacena cogiendo polvo
en las estanterías telarañas hambrientas
sueños, muchos sueños
disolviéndose como la niebla
cuando el sol aparece
a cada paso en el nuevo camino
el dolor se va disolviendo
aunque alguna lágrima siga cayendo.
Olvidamos las penurias que vivimos
nosotros, nuestros tíos, nuestros abuelos
en esas tierras extrañas que nos acogieron
donde las ilusiones contra los muros se estrellaban
a veces se hundían en los lodazales de nuestros pensamientos
hasta al respirar hondo
soplar fuerte como un huracán
llevándose los miedos
rompiendo el muro
apartando el barro del camino
todo un un enorme esfuerzo
no sólo el nuestro, sino el de quienes nos ayudaron
a sabiendas de que éramos forasteros
y nos acogieron como hermanos
sin importar si discutíamos por eso.
Nos olvidamos de todo eso
ahora que a otros les toca el turno
de salir de aquellas tierras lejanas
acercándose a este nuevo mundo para ellos
el que saqueó sus recursos
diciendo que éramos los buenos
teníamos países de Jauja
donde del suelo brotaba el dinero
mentira tras mentira
donde nada era como lo pintaban
todo era puro cuento
donde reinaba la vanidad de quien lo contaba.
Yendo al refranero
“en su casa los perros se ataban
con las longanizas de la matanza
para que comieran cuando el hambre les atacaba”.
No decían que los perros a los mendrugos no llegaban
sus estómagos rugían de hambre, los de las mentiras
su ropa remendada
los remiendos se desprendían porque para el hilo no alcanzaban
cuantas mentiras contaban.
Ahora llegan esos de tierras extrañas
son los malos, los culpables de todos los males
mientas nuestras culpas las etiquetamos
etiquetas de “somos malvados”
de que nos quitan el trabajo
cuando hacen lo que nosotros no deseamos…
Qué pronto olvidamos
que todos somos seres humanos
que sí, somos hermanos
pero el odio que nos inculcan
nos impide ver el amor que dentro llevamos…
No, ni ellos ni nosotros somos los malos
todos estamos manejados por mentes con intereses ocultos
nos quieren separados por esa barrera de odio
donde predomina la individualidad
así manipular nuestra codicia
siendo fieles soldados de la discordia
al servicio de la maldad
manteniéndonos a todos como esclavos
haciendo que esa esclavitud entendamos
como fiel reflejo de la mejor libertad.
Compra, compra, endéudate
fiel cliente de los bancos
piensas tener un patrimonio
cuando todo es del banco
eres libres, puedes comprar
tus cadenas te estás fabricando
con cosas inútiles que para nada te sirven
sino que te manejan a su antojo
programando tu cerebro en tu “libertad”
cuando ni para ir a mear estás aislado
con el móvil en la mano
siempre localizado
da igual si emigras a otro lado
siempre controlado.
Nos olvidamos
que los de tierras lejanas que a estas vienen
vienen con esa ilusión que antes nos íbamos
una vida mejor
donde el hambre no sea la que habita en la despensa
ni las telarañas las que le sostienen como hamaca
ni que las bombas perforen el techo de la casa
ni que tampoco entren por la ventana
ni que tengas que controlar tus palabras
para que no hieran las “sensibles” almas
en estos mundos en que la libertad se llama
control, control, control, pon la alarma.
Si la alarma suena
es porque el de tierras extrañas
quiere arrasar tus pertenencias
sí, esas que el banco te quita si no pagas…
Si no es el banco es el sistema
añadiendo impuestos y más impuestos
hasta que con la casa se queda si no pagas…
Cuanta incongruencia
buscamos la libertad
nos encerramos en nuestra casa que ni es de hojalata
ponemos barreras, fronteras, banderas
gritando ¡Soy libre!
Cuando bajo los pies ni tierra nos queda
cuando no podemos beber ni agua porque es privada
ni comer porque para sembrar no tenemos ni macetas
las semillas modificadas para que no se reproduzcan
si no pagas el diezmo a quien las manipula
diciendo que es el amo de todo lo que te apetezca.
Qué pronto nos olvidamos
de que también fuimos extraños
en tierras lejanas
haciendo lo mismo de que de ahí nos quejamos
todo porque los voceros del imperio
semillas de odio nos van mandando
y, nosotros todos callados
siguiendo las órdenes de unos extraños
que tienen muy llenos sus estómagos…