Obtener pruebas: La clave para condenar la trata de personas
Las pulseras de plástico que unas mujeres utilizaban en un bar de Argentina indicaban el número de hombres con los que habían sido obligadas a tener relaciones sexuales. En Tailandia, hombres y niños de Myanmar fueron explotados en la industria del pescado: si se negaban a trabajar eran castigados con choques eléctricos.
Estas prácticas fueron utilizadas más tarde en contra de los criminales, cuando en una corte se convirtieron en las pruebas que condujeron a un veredicto de culpabilidad en un crimen difícil de probar como es la trata de personas.
A pesar de que es un delito que existe en todas partes del mundo, los niveles de persecución y sentencia de los traficantes son bajos.
“Uno de los mayores desafíos es el tiempo que se tiene para recolectar las pruebas admisibles. Muchas herramientas son necesarias para hacer esto”, menciona Daor Raus, un experto en justicia penal, de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
“Hemos formado a los oficiales de policía e investigadores sobre cómo obtener legalmente pruebas que puedan demostrar que ha sido cometido un crimen sobre tráfico de personas”, explica.
Actualmente, el sistema criminal de justicia recae fuertemente en las declaraciones verbales o escritas de las víctimas cuando se persigue o se investiga casos sobre la trata.
Sin embargo, de acuerdo con los expertos de la Sección de Trata de Personas y Tráfico Ilícito de Migrantes de esta agencia de la ONU, estos testimonios pueden ser a menudo difíciles de obtener y carecen de la credibilidad suficiente necesaria para obtener un fallo judicial contra un traficante.
Los datos del último informe de la agencia de la ONU contra la droga y el delito muestran que en el 2018 al menos 50.000 casos de víctimas de trata fueron detectadas en 135 países, mientras que 88 países reportaron más de 3500 condenas.
Muchos países no ofrecen a las víctimas la protección que necesitan, lo que ocasiona que no se muestren dispuestas a colaborar con las autoridades correspondientes. Otras temen que los traficantes les dañen a ellos o a sus familias, o no confían en las autoridades que los interrogan.
En algunos casos, las víctimas están influenciadas por los traficantes, tienen un sentido de amor o lealtad hacia ellos o han sido adoctrinadas para contar cierta historia.
“En la mayoría de los casos, los testimonios de las víctimas son vitales, porque solo la persona que ha sido traficada puede proporcionar el contexto», dice Rahel Gershuni, abogada y experta internacional en la lucha contra este flagelo.
“Sin embargo, en vista de las debilidades típicas que plagan los testimonios de las víctimas, es necesario reunir otras pruebas y evaluar la totalidad de la evidencia, en lugar de limitarla a la declaración de la víctima», añade.
Gershuni, que dirige la redacción del Compendio Global de UNODC sobre Cuestiones Probatorias en casos de Trata de Personas, agrega que las víctimas a menudo cuentan su historia en segmentos «como la cáscara de una cebolla», con contradicciones, inconsistencias y demoras.
“Esto puede dar la impresión de que la víctima no es fiable o creíble. Pero este comportamiento puede ser explicado por la fragilidad de la víctima y el trauma que ha experimentado” mencionó Gershuni.
Esa fragilidad puede incluir la corta edad de la víctima, el entorno desconocido, o la incapacidad de comunicarse de manera efectiva. Las víctimas pueden sufrir lapsos de falta de memoria debido a su terrible experiencia de trata. Puede ser que, si tienen que enfrentar a sus traficantes en la corte, puedan estar demasiado asustadas o intimidadas para decir la verdad.
“Por consiguiente, es necesario que la corte considere las experiencias de las víctimas antes, durante y después del proceso de tráfico de personas; también es importante saber cómo esto puede afectar su declaración”, afirmó Gershuni.
Durante los talleres de la oficina de la ONU contra la droga y el delito, los participantes aprenden sobre diferentes tipos de pruebas que pueden ser utilizados en los casos de la trata.
Esto incluye las huellas genéticas que pueden venir de muestras de manchas de sangre, saliva, semen y muestras de tejidos de piel, uñas, dientes, huesos o cabello, que pueden ser analizadas por científicos forenses.
Objetos como dinero, teléfonos celulares, condones y juguetes sexuales encontrados entre las posesiones de las personas sospechosas o en la reproducción del escenario del crimen pueden probar también la explotación.
“Este es el caso de tres hombres eslovacos con discapacidades físicas que fueron conducidos a Bélgica por un traficante de Hungría. Los obligaba a pedir dinero todo el día en la salida de un supermercado y al final tomaba todo el dinero” mencionó Davor Raus.
“El veredicto de culpabilidad fue respaldado por objetos encontrados en el automóvil del acusado, lugar donde las víctimas estuvieron durmiendo; almohadas, una gran cantidad de monedas y letreros en francés pidiendo dinero», señala.
Las fotografías o videos de cadenas, cerraduras y cercas altas, también pueden apoyar las declaraciones sobre las condiciones de vida de las víctimas o su presencia en locales de explotación.
En un caso en Australia, un video del cuarto donde las víctimas de explotación sexual dormían mostró la falta de mobiliario, lo que apoyó la tesis de la acusación de que las víctimas eran mantenidas en condiciones de esclavitud.
«Es importante que los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley entiendan no solo cómo recopilar evidencia vital, sino también entiendan cómo manejarla adecuadamente. Por lo tanto, este aspecto también se cubre en nuestras sesiones de capacitación», destacó Raus.
“Si las pruebas no son recolectadas, preservadas y presentadas de acuerdo con los estándares nacionales, estas pueden llegar a ser rechazadas en la corte. Por este motivo, un caso en contra de un traficante puede colapsar, y esto es lo que está en juego aquí”, concluyó Davor Raus.