Otra vez este país deja tirado en manos del opresor e invasor a los ciudadanos saharianos. 

Lo siguiente lo escribí para el anterior abandono, pero sirve para este también. 

Como en todas las guerras, dolor y penas, la sangre del pobre derramadas sobre la tierra, abono para generaciones venideras. 

El poema de ahora va dedicado a una guerra nunca empezada, nunca acabada, nunca reconocida, pero en la que había más de 10.000 soldados en la escena, sin contar toda la maquinaria. 

Es la «Marcha Verde«, sí, la del Sáhara. 

Mensaje en una botella 

Navegando rumbo a la guerra 

una nunca empezada, nunca acabada 

en el silencio permanente escrita 

sin orgullo, sin motivo, realista 

como las armas matan, quitan la vida. 

En las noches de luna 

contemplando las estrellas 

parpadeantes como velas 

rompiente, el sonido de las olas 

fuertes cabezadas de proa. 

Bajo la luz pálida 

tenue, no se ve casi nada 

en un papel unas letras 

en una botella vaciada 

lanzada al mar, destino al azar. 

Suenan los disparos 

retumban los oídos 

los cuerpos, el barco 

en el aire fuego 

se ilumina el cielo a lo lejos. 

De vuelta otros se acercan 

tiembla el acero y sus chapas 

sobre el casco el agua salpicada 

acompañada de metralla 

algo de sangre, no pasa nada. 

Nunca existió esa guerra 

en los papeles no quedó grabada 

sólo cuerpos humanos en la memoria olvidada 

los sentires de los soldados, historia pasada 

poco importa, la cobardía ganó la batalla. 

Otras vidas en el desierto olvidadas 

mientras la fiera salvaje las devoraba 

al pueblo humillaba 

sus tierras robaban 

su sangre la arena regaba. 

Viajaba la botella en el tiempo 

con su mensaje de destino incierto 

jamás respuesta se obtuvo 

seguro que sepelio de marinero 

en los fondos de los mares su cuerpo 

Toni Oliver 

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