Una de las cosas ya sabida por todos a día de hoy, es la nocividad de quemar combustibles fósiles (afectando negativamente sobre el clima y en consecuencia sobre nuestra salud), cosa que con las energías renovables no existe.

Cuando hablamos de la transición energética, llegan a nuestros oídos y al mercado nuevas opciones energéticas, pudiendo ser estas nocjvas o no para el clima en función de muchos factores, pues según de dónde vengan o cómo se hagan, pueden ayudar a una transición verde y ciudadana, o ser un camino oscuro y contaminante que mantenga el negocio de la industria fósil de siempre. No se puede decir adelante con esta solución. ni tampoco descartarla definitivamente. Hay que zambullirse en un mar de detalles técnicos y casuísticas para decidir si ayuda o no a quitarnos de encima el petróleo y el gas. 

Una de las soluciones, es la campaña de comercialización por parte de Repsol y la posterior denuncia de lavado verde y competencia desleal por parte de Iberdrola, son los biocombustibles, o combustibles 100% renovables. Los biocombustibles son un claro ejemplo de solución energética gris oscura tirando a negra, pero en determinadas circunstancias de producción y para algunos usos podrían ser útiles y necesarios.

Un biocarburante o biocombustible, es una mezcla de sustancias orgánicas que refinadas pueden usarse como combustible en un vehículo convencional. Existe una versión para motores gasolina llamada biogasolina o bioetanol. También otra para motores diésel (biodiésel o biogasóleo) y una tercera para aviones o bioqueroseno. Existe una versión de biocombustibles para todos los vehículos fósiles. Para fabricar o refinar estos combustibles, se pueden utilizar como materia prima plantas de uso agrícola (como la caña de azúcar, remolacha o cereales), ricas en carbohidratos, o plantas ricas en aceites (como la soja, girasol o la palmera africana)También se está experimentando con residuos agrícolas, forestales o agroalimentarios, (como el aceite de freidora). 

En el mundo de los Biocombustibles existen generaciones, habiéndolos de primera generación o convencionales (los que llevan décadas entre nosotros)

  • La biogasolina de primera generación o convencional, se fabrican con un proceso parecido al de la cerveza o al del vino, por fermentación alcohólica de azúcares de diversas plantas, como la caña de azúcar, remolacha o cereales. Los avanzados o de segunda generación se fabrican por hidrólisis de residuos de material leñosos seguida de fermentación. 
  • El biodiesel de primera generación o convencionales, se fabrica a partir de aceites vegetales, reciclados o no. En este último caso, se puede usar casi cualquier aceite como la colza o la soja. El biodiesel avanzado se denomina HVO y se fabrican mediante la hidrogenación de grasas o residuos, gasificación de plantas leñosas y posterior síntesis.
  • También en el mundo incierto de los “sueños” tecnológicos habitan los biocombustibles de tercera y cuarta generación. Estos se producen a partir de microorganismos como algas y plantas acuáticas con un alto contenido de aceite. Los de cuarta generación van un paso más allá y lo que buscan es modificar genéticamente estos microorganismos acuáticos para mejorar su eficiencia. La producción de este biocombustible aún no se ha llevado a cabo a escala comercial aunque muchas petroleras, incluida Repsol, le dieron mucho bombo dentro del «lavado verde” al que nos tiene acostumbrados.

La UE estableció que todo combustible líquido deberá contener un porcentaje obligatorio de biodiésel de 7,5%

Los Biocombustibles no tienen 0 emisiones netas 

Los Biocombustibles emiten una cantidad similar de CO₂ al de los carburantes fósiles en el momento de la combustión. Pero se suelen considerar erróneamente neutros en carbono ya que estas sustancias liberan el CO₂, que ya habían absorbido en el ciclo de vida de la planta de la que proceden. Realmente no son neutros el carbono, dado que tiene emisiones ligadas al cultivo o residuos del que proceden, incluido emisiones ligadas a los fertilizantes y tractores necesarios para el cultivo, los medios de selección y cribado de los residuos, el transporte hasta la planta de refinado, el proceso de refinado y distribución posterior hasta las gasolineras. Para algunos cultivos, estudios científicos​ han señalado que en realidad los agrocombustibles emiten más CO₂ si se tiene en cuenta la cadena completa de producción y la deforestación.

Los Biocombustibles convencionales compiten por el territorio y el agua

En Greenpeace. consideran la mayoría de los Biocombustibles, una solución dañina para el clima y el planeta, pues la materia orgánica de la que proceden, no cumplen con criterios de sostenibilidad, salvo en condiciones muy específicas. En la mayoría de los casos proceden de agricultura intensiva, y al mismo tiempo encarecen los alimentos y la biodiversidad. Por ejemplo, en el caso del aceite de palma, tiene una contribución directa o indirecta a la destrucción de los bosques.

Los Biocombustibles siguen emitiendo otros gases nocivos 

Es cierto que el uso de biocarburantes reduce, que no suprime, las emisiones nocivas de óxidos de azufre por el tubo de escape frente a los derivados del petróleo. Pero debido al uso de fertilizantes nitrogenados en el cultivo, en determinadas condiciones el uso de biocarburantes incrementa las emisiones de óxidos de nitrógeno que el uso de productos derivados del petróleo.

Los Biocombustibles de residuos leñosos aún no están disponibles  

La lógica nos dice que los biocombustibles a base de residuos, reducirían las emisiones de CO₂ y la competición con la producción de comida y el impacto sobre el territorio y los recursos hídricos. Por ejemplo, se ha experimentado con la utilización de pulpa de remolacha, paja de trigo, coronta de maíz o cortezas de árboles. Pero la realidad es que la hidrólisis de estos residuos es más compleja que la utilización de almidón de cereales para la obtención de azúcares fermentables. Por tanto, requiere una mayor cantidad de energía inicial para procesar los compuestos antes de la fermentación. Dada la complejidad, esta tecnología está aún en desarrollo y no es comercial. Además, los residuos agrícolas tienen muchos otros usos ecosistémicos. Por ello, consideramos que solo se deben producir combustibles a base de residuos que no tengan otra finalidad alternativa.

Biocombustibles, escasos e ineficientes

Los biocombustibles “climáticamente aceptables“ ya disponibles, como los producidos a base de residuos como del aceite vegetal usado, son muy escasos, y sólo pueden jugar un pequeño papel en la reducción de las emisiones del sector del transporte. Además, los motores de coches y camiones tiran entre el 60 y el 70% de la energía.

El modelo energético de Greenpeace considera negro el empleo masivo de Biocombustibles, para motores de combustión independientemente de que sean de producción sostenible. Solo podría considerarse gris si estos combustibles se emplearan de manera controlada y de proximidad, en aplicaciones muy concretas no electrificables, como los vehículos y maquinaria pesada. Para coches y camiones ligeros ya se disponen de soluciones de electrificación directa más eficientes.

El futuro de la movilidad no es cambiar un combustible por otro o cambiar todos los coches por eléctricos. Será un mundo más local con ciudades y pueblos más vivibles, con más transporte público que privado y donde los coches serán eléctricos pequeños y ligeros. Lo contrario a lo que propone Repsol con sus combustibles 100% renovables. Tanto si los producen a partir de aceite de palma o soja, como si los producen a partir de residuos, su oferta en sus gasolineras pretende generar una falsa sensación de conducción sostenible en sus clientes y entorpecer el cambio real a la movilidad eléctrica y colectiva.

Fuente: Greenpeace (Francisco del Pozo Campos)

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