Hace unos días el escritor Manuel Vilas hacia unas declaraciones sobre la poesía, que ha sido una fuente de críticas en los corrillos poéticos, y en las redes sociales. ¿Verdaderamente la poesía está muerta? ¿Se busca lectores?¿Es imprescindible que para que un género sea exitoso, tener lectores?

He leído en la revista digital letraslibres.com, un artículo de Michael Hamburger lo siguiente:

La poesía era considerada un anacronismo ya desde principios del siglo XIX, al comenzar la Revolución Industrial, cuando Thomas Carlyle declaró que la poesía no podría tener ninguna función real en lo que llamó la “Era Mecánica”. Durante la Segunda Revolución Industrial –la electrónica–, es la alfabetización y no el analfabetismo lo que amenaza a la supervivencia de la poesía, aunque no a la de la literatura como medio de comunicación, por más que esta función haya sido disminuida por la preeminencia de los medios electrónicos.

La literatura es parte de la industria de la información

La literatura es parte de la industria de la información, mientras que la poesía, por su naturaleza, nunca ha podido ni podrá serlo. Como dijo Juan Ramón Jiménez: “La literatura es un estado de la cultura, la poesía es un estado de gracia, antes y después de la cultura.” Y no le falta razón. Lo que la caracteriza a la poesía es su intemporalidad, no está sujeta al tiempo, ni a la época. Es también una utopía, no pertenece a un sitio, a un estado o a un momento, aunque parezca lo contrario. Y puede dirigirse a cualquier hombre, vivo o muerto.

Me sorprende de alguien que dice ser un amante de la poesía, y se ha pasado a la novela precisamente por ese auge que es cierto, tiene la novela, pero es que la novela no deja de ser un género bastante comercial, un género que me gusta pero que se aleja del sentir, de la emoción, de hacer preguntas, contrastar certezas. Y soy una gran lectora, me permito decirlo, porque son infinidad de años leyendo ensayo, filosofía, novela, novela histórica, relatos o micro relatos; y salvo estos últimos, la novela en general me dispersa. Quizás sea porque me cuesta meterme 400 hojas que no me dicen absolutamente nada.

La poesía nunca podrá morir

Es muy osado decir que la poesía está muerta. Quizás sería mejor hablar de quienes la quieren convertir en un ser inerte, en manos de los cuatro ególatras de turno, que la han convertido en un fortín inexpugnable solo para sus oídos.

Creo que Manuel Vilas ha enfocado mal la respuesta. La poesía nunca podrá morir, puede que sí sea para un público minoritario, para los amigos y los cuatro que se acercan a comprar tus libros. Puede que incluso sea para llenarte el orgullo de decir he escrito un libro o soy amigo de…o ponerte como una loca a buscar recitales, compadreo por un excesivo celo de postureo insensato. Sin hablar de los premios que eso es otro cantar.

La poesía no quiere adeptos, sino amantes

Pero quienes de verdad amamos la poesía, quienes amamos el deseo de expresar con una palabra todo lo que en sí encierra lo que nos rodea, nos duele, nos emociona, nos induce, nos llama, nos seduce, nos obliga…..la poesía será siempre aquella voz interna que nos permite, ir en contra de todo lo que nos mata. No sabemos cuándo su mensaje será recogido pero está ahí para que exista esa posibilidad. ¿Y para qué queremos saber cuándo y cómo será recogido? Esa es la clave de su supervivencia, porque habrá siempre alguien que recogerá su llamada y lo hará propio, y no morirá.

La poesía no quiere adeptos, quiere amantes. Ya lo dijo alguien que es eterno, a pesar de estar muerto como Lorca. Quizás es que Manuel Vilas es más un adepto que un auténtico amante de la metáfora, de la emoción y de la palabra. Y por eso es fácil pasarse a otros ingredientes más afines si buscamos otro tipo de cosas.

Vayamos por partes. Y no hagamos leña del árbol caído. Salvemos la poesía de ser un ser inerte en manos de unos pocos. Hagamos que su supervivencia no sea cuestión de números, pagarés y mentiras piadosas. Para leer poesía no hay que comprenderla, quizás tengamos que sentirla, acariciarla, mimarla, y eso está al alcance de unos pocos. Tampoco está en manos de fórmulas, del Instagram o redes sociales, de fórmulas cortitas, sin fundamento de corta y pega; en eso sí que estamos de acuerdo.

No necesitamos nada más. Para publicar, recitar, hacer versos, no se necesita nada.

Solo creer. Y respetar.

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