Desvestir el Cuerpo de Jesús Cárdenas: “El Cuerpo Como Espejo”

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Desvestir el cuerpo

Jesús Cárdenas

Lastura Ediciones, 2023

El Cuerpo Como Espejo

Hay unos versos del poeta cubano Mariano Brull que expresan:

Su cuerpo resonaba en el espejo

vertebrado en imágenes distantes:

uno y múltiple, espeso, de reflejo

reverso ahora de inmediato antes.

Hace tiempo que leí, es el cuerpo, no la mente, donde comienza el poema. El cuerpo nos traslada a infinidad de emociones, es una puerta sinestésica donde los estímulos, los receptores desatan una subjetividad y la poesía no es inmune a eso.

Cabe preguntarse si el poeta, es capaz de desnudarse frente a sí mismo, si el lector a través del poema es capaz de quitarse capas y capas hasta quedar en la aridez más extrema.

Quizás sea la mente la que interpreta el poema en función de esos estímulos que solo la palabra es capaz de trasladar. De proferir frases, ritmos, sensaciones, olores, texturas y transformarlas en metáforas y el poeta como un artesano, se encarga de interpretar o de redirigir.

Creo que en este libro “Desvestir el Cuerpo”, del poeta Jesús Cárdenas va en este sentido.

José Antonio Olmedo López Amor en el prólogo dice:

Desvestir el cuerpo es un acto de sinceridad en un solo movimiento. Toda interpretación de las tres palabras que forman su título nos lleva a esa búsqueda de la verdad, de la desnudez del alma que haga posible el amor; reconocernos en el otro.

No es fácil quitarnos esa coraza corporal que llevamos habitualmente, y creo que Jesús nos invita en este libro a mirarnos, tanto dentro como fuera de nosotros. A reflexionar sobre la erosión del tiempo y de la vida.

Desvestir el Cuerpo nos enseña que vivir y amar conviven a veces solapados por lo inhóspito, lo desconocido, lo absurdo, el dolor, la preocupación, pero también en una búsqueda casi obsesiva por el amor; una paleta cromática que va parpadeando en nosotros, a medida que avanzamos en la vida. Nuestro cuerpo es un espejo donde converge ese espacio multicolor. Se dilatan en ellas las limitaciones, las aptitudes del ser humano.

Los versos de Raymon Carver, Cesar Vallejo y Alfonsina Storni al comienzo, anticipa el autor que nos vamos a encontrar.

TODOS LOS ESPEJOS, es el primer bloque:

¡Mírate! -parece decirnos el poeta con el primer poema (Comienza el Rito), me gusta mucho por la fuerza y la imposición que despierta en el lector.

Todos los espejos que nos rodean nos empujan a mirarnos dentro y percibir nuestros límites, nuestra carne, nuestra textura, nuestra mortalidad. Es la palabra, la necesidad de expresar qué somos, qué hemos cambiado, cuánto hace que no nos miramos en nosotros mismos. Necesitamos de la palabra, de la poesía para poner nombre a aquello que no queremos pronunciar (o que no sabemos)

COMIENZA EL RITO

Y hasta aquí nos empujan estos versos,

(…)

Cerca del precipicio, una voz insiste

en recorrer

un camino ya transitado.

Es un poema metafísico, filosófico, sería una respuesta ¿quién soy? Inevitable es, que el poeta desea que nos conozcamos a través de sus palabras porque también él necesita hacerlo.

Sé que nada bueno saldrá hoy de aquí

(…)

Necesito que grites que es poesía

si, al doblar la página, aún persiste la sed,

una sed tan difícil de apagar,

la misma sed de los instantes previos.

Sed: búsqueda, entendimiento virtud o conocimiento…

La respuesta es la poesía y nada más que amor a la poesía porque es el maná que quita el hambre y la sed y la meta en nosotros. Nos da la forma que somos nosotros:

ESTO QUE VES SOY YO

Amor por las palabras,

esperanza en lo que sucede

cuando pronuncio o digo.

En realidad, una entrega

en un sobre que debe abrirse.

Ahora mismo habita en la penumbra

en espera de sentarse a tu lado.

Este es mi cuerpo.

Me encuentro frente a un gran espejo,

he de escoger palabras

que, muy pronto, habrán de ser mías.

Dime, ¿qué niño soy?

En el rito germina este poema.

Descubrirnos en el espejo es descubrir en nosotros la soledad y el fracaso. Descubrir nuestra identidad y luego aceptarla.

Donde los cuerpos contra el tiempo luchan.

Sin saber si es obsequio o veredicto.

CRISTAL AHUMADO, es el segundo bloque:

La mirada avanza, apenas deja señales de su existencia, pero sí muestra la certeza de un algo, de una silueta, de un rostro, de un relieve. La poesía sigue siendo esencial para despertarnos, quiere que el lector limpie ese cristal que emborrona la vida, o la verdad o la realidad. O que limpie nuestro perfil proyectado en el espejo.

En el lector, en la lectura del poema, pues la poesía es la señal que como un faro, va enseñando el camino y la orilla. Los dos primeros poemas dan muestra de este aspecto, con un lirismo maravilloso ofrece la ofrenda del verso y de la palabra como ese faro donde debemos agarrarnos.

Magnífico el poema Marcharon Las Cigüeñas. Aunque mi apreciación va en el siguiente poema cuando dice:

Mienten los espejos cuando revelan

transparentes tus labios. Busco

esa voz que parece ignorarme,

la voz que se prolonga en el insomnio.

El espejo se abre ante nuestros ojos ¿seremos capaces de mirar dentro?

SOBRE LA PARED CUELGA

Una placa de plata recién pulida

en la que el tiempo se diluye

en silencio pero, como si un rito fuese,

en movimiento feroz

fundiendo cada azul en nuevos azules

que iluminan de luz todo el hogar.

Mirarse en el espejo

forma un nudo en la garganta,

aunque a veces nos deleitemos

y su rutina nos convoque.

Cuanto vas observando te sacude,

como mirar esas fotografías antiguas

en el frío descenso a la memoria

cuya médula encierra los enigmas

contra las oquedades del olvido.

Sabes bien que la vida deja marcas

en la piel arrugada de los hombres.

La imagen del cristal es ella misma;

en cambio, al despojarse, hay algo más:

un precio que extiende el tiempo en su uso.

TODO ESTABA, DELANTE, AHÍ

Esperándonos ante nuestros ojos

como fruto maduro

para dar sentido al mundo:

el deseo, la herida y el poema.

Quizás es el bloque más hermoso de todo el libro.

CALLADA CENIZA, tercer bloque:

El cristal se ha roto, el verdadero mundo se abre y se contempla. Un misticismo poliédrico asoma en este momento.

La luz cautiva en la infancia

se viste en los domingos.

En el camino algo pierde el verso.

(…)

¿Por qué busco el invierno

siguiendo cada gota

que se desliza en los cristales?

Ya sé que todo

se terminará desatando.

La vida es demasiado angosta, y nosotros demasiado débiles. Poemarios como este nos preparan ante el pasado y el presente, y aquello que está por venir. Las voces en la conciencia, a menudo, nos queman, y todo se refleja en este cuerpo que luego es mente, pero ante todo es espejo, porque proyectamos en nosotros nuestros terrores, nuestros miedos. También el amor. El amor puro y también devastador de nuestra conciencia y de nuestra hambre. Y afecta a nuestras pasiones, a nuestro ritmo, respiración. A nuestra valentía y a nuestra cobardía.

Yo apreté tu mano

como si el afluente de agua, furioso,

fuese a arrastrarnos hasta el río,

anegando caminos, campos de labranza,

ocultando puentes,

convirtiéndose en un torrente impetuoso

que arrasaba hasta la luz de la tarde,

dejando un cristal turbio

donde todo es lodo.

(…)

A pesar de todo, nos reafirmamos en la luz de nuestro refugio, el silencio de la casa. Encendimos el fuego con las manos; amor erguido en llamas. Con esta firmeza combatiremos esta y todas las noches invernales. Este sería la conclusión final de mi lectura. La conclusión final de que no somos nada y lo somos todo. Y que a veces somos algo más que nuestro reflejo en un espejo, y el reflejo que este desencadena en nosotros y en los demás. Y que necesitamos un acercamiento profundo entre nosotros: acoger, abrazar, redimirse, amar. Ser carne y entrañas y no un eje vertical insensible a la vida.

Jesús Cárdenas

(Alcalá de Guadaíra, 1973) es profesor de Lengua Castellana y Literatura en Carmona. Licenciado en Filología Hispánica por la US. Ha publicado nueve libros de poesía. Colabora con reseñas críticas en diferentes revistas literarias y en la actualidad es redactor jefe de la sección de poesía de Culturamas.

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