Una pareja joven, él de unos 25 años, ella quizás 23, ambos cogidos de la mano, están observando el panel de llegadas internacionales del Aeropuerto Charles de Gaulle. Llevan un papel enrollado en la mano con unas letras escritas a rotulador, no se pueden leer, pero se nota que están escritas a rotulador, pues se ve la parte posterior de dicho papel y se ven manchas de rotulador que lo han atravesado.

Vuelven a mirar el panel electrónico y parece como si se empezaran a poner nerviosos, ven salir a la gente, pero no a la persona que buscan. Se deciden a desplegar el letrero enrollado que llevan, en el que se lee “MADAMA STEFANIE”. Siguen mirando por todos lados, pero no aparece nadie que conozcan ni que se interese por el cartel que llevan en la mano, pasa casi una hora y ya desesperados por no encontrar a la persona que estaban buscando, abandonan el Aeropuerto destino París.

El encuentro

Cerca de la Torre Eiffel hay un restaurante, muy cerca del puente que cruza el río, un restaurante de principios de los mil novecientos, restaurantes de estos con solera, antiguo y clásico a la vez, mesas lujosamente montadas y los camareros perfectamente uniformados. Todo un lujo para la vista, pero más lujo es la vista que se tiene desde las ventanas, donde se domina todo el río con la famosa Tour Effiel al fondo y los jardines que la rodean. Si bien de noche es doblemente bonita por la iluminación que tiene. Al fondo, al lado del último ventanal, se encuentra un señor de avanzada edad, solo y tomando una buena copa de vino tinto.

Llega la joven pareja, el señor de avanzada edad les invita a sentarse. Llama al camarero para que ponga dos copas más, las llena de vino, los ve algo inquietos y antes de que comenzaran a hablar, les invita a que beban un poco del vino.

Ella quería contarnos todo y la eliminaron

La joven iba a hablar, pero el señor le hizo una señal para que callara. La Madame… —empezó a contar, ha sido eliminada según las informaciones que me llegan desde New York. Por lo visto y a tenor de la gente que ha recogido su cadáver, todo hace pensar que han sido los de la  secreta oficina de control y seguimiento del ciudadano, por  lo que van detrás de nosotros y a por nosotros, ella venía para contarnos quienes son los miembros del gobierno que están implicados en el proyecto Chip Potato, también nos iba a dar los nombres directos de los que controlan a los gobiernos para que implanten el chip a todos los ciudadanos y así poderlos controlar de forma remota, pero al enterarse de que quería salir de EEUU, la secreta oficina de control y seguimiento del ciudadano decidió eliminarla para que no diga nada.

Está visto que tenemos que extremar las medidas en comunicaciones, Internet ya no es seguro, está todo controlado, los teléfonos, según la última información, no confirmada por ahora, son el enlace más cercano para controlar el chip a distancia, han conseguido que en cualquier sitio y lugar a través del enlace de los teléfonos se pueda controlar el chip, pero no del teléfono del implicado, sino desde cualquier teléfono que esté  cerca del individuo, es decir nos controlan por todos los lados y con la tecnología que nosotros mismos les ponemos a su alcance.

Totalmente vigilados

También todas las llamadas están intervenidas, por lo que hablar por teléfono es un alto peligro para  nuestra organización.

Por otro lado, también hemos descubierto que si se extrae el chip, cosa que sería lo ideal en principio, el individuo fallece en pocos días. Es como si, al poner el chip, este incorporara al cuerpo algo que sólo se puede mantener con el chip y que al ser extirpado este hace que el cuerpo no pueda vivir sin esa adicción, no se ha identificado que puede ser, pero lo que sí se ha comprobado, es que una vez extraído el chip no se vive más de cinco días.

Un callejón sin salida

El joven todo preocupado pregunta —¿Pero no hay nada que se pueda hacer para parar esta barbarie?

—De momento no —contestó el señor, todos los intentos para eliminar cualquier daño producido por la extracción han sino fatales, siempre han producido el fallecimiento del individuo. No tenemos, de momento, más alternativa que llevarlo puesto y ni tan siquiera podemos parar el que se ponga, si te has fijado en las oficinas de sanidad, incluso las itinerantes tienen unas colas tremendas, nadie quiere perderse el poder usar los Servicios sociales y más cuando llevan toda la vida pagando por ellos.

Se quedó el señor algo pensativo un momento y comentó, —Ahora ya han privatizado los servicios sociales, también han privatizado la caja y el uso del servicio de pensiones, dos servicios que siempre han tenido superávit y que a causa de decir que estaban en quiebra han provocado una quiebra ficticia para privatizarlo. Para colmo hay un plan para que cuando lleven los pensionistas un tiempo, tiempo relativamente corto, van a fallecer, de este modo se ahorran muchos años de pagar a nuestros ancianos, pero como no saben que es por culpa del chip que llevan implantado el que se mueren lo atribuyen a causas naturales y si no te lo pones no cobras y si no cobras también te mueres por no poder comer. Y si protestas, disimuladamente falleces.

Poco que hacer de momento, pero seguiremos buscando la solución para eliminar el chip sin que nos mate. De momento vamos a tomarnos las cosas con calma, si nos ponemos nerviosos es peor…

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