Me preocupa el tema del acoso desde siempre. Como formadora, paso mucho tiempo con chavales aunque no he podido ejercer como maestra que es lo que
me hubiera gustado por encima de todo. Y ante esa terrible tristeza en mí, hacer talleres y ser monitora me ha acercado a las realidades que he ido viviendo a lo largo de estos años.

La enseñanza es un elemento de vocación. Y las escuelas se llenan de educadores o maestros y profesores que no tienen realmente ese pellizco de ilusión, alegría, por darlo todo por sus alumnos -es cierto que hay muchas excepciones -y eso una pequeña esperanza, dado la realidad que se vive en las aulas.

Por otro lado veo las familias con multitud de problemas que hay que añadir, en su vida: familiares, personales, económicos y sociales. Y ante esta situación me pregunto ¿El tiempo que dedicamos a nuestros hijos es el necesario?

Veo que la escuela cada vez se aleja de las familias, y las familias de la escuela en algunos aspectos. La educación en valores, brilla por su ausencia cuando nuestros niños están influenciados por YouTube, los móviles, y por la falta de tiempo de sus progenitores, y un sistema educativo obsoleto, arcaico que no da respuesta a sus necesidades, anhelos y capacidades.

Llegan a la adolescencia y nos asusta las malas juntas, las drogas, las primeras relaciones sexuales; si fuman o vapean.

En ocasiones los padres nos alejamos de los hijos y los hijos de nosotros. Se tragan sus problemas, sus pequeñas rabietas en su propio mundo, en un mundo donde dan más cabida a sus colegas, amigos, compañeros y la falta de cercanía y diálogo con sus progenitores.

Los servicios sociales se ven desbordados y tampoco ofrecen programas en condiciones para estas situaciones. Eso es otro capítulo aparte que podría hablar, sobre los programas de atención y sobre el trabajo que desempeñan las trabajadoras sociales.

Y ante todo esto veo un patio del colegio, veo los institutos y me pregunto:

¿Todo esto es un caldo de cultivo para que el acoso se haya convertido en un
serio problema dentro de nuestras aulas?

Y también fuera de ellas.

Vivir en una ciudad de provincias supone, que tiene que existir menos problemas. Y se cree que los pequeños círculos son menos problemáticos.

Y no es cierto.

Un barrio refleja la sociedad actual, refleja sus prejuicios, sus virtudes y sus defectos. Y así podemos pasar de un pueblo, a una ciudad, y de una ciudad, a una provincia y así a todo el país.

Y como un pequeño habitáculo, de una forma sutil, se traslada de padres a
hijos, de hijos a amigos; de igual a igual.

Repetimos las conductas, que vemos, observamos, que nos comemos en casa,
en la tele, en internet, etc.

No tenemos tiempo para hablar, dialogar en familia para poder gestionar.

Y así los pequeños y adolescentes se convierten por frustración, por la soledad, por llamar la atención, podemos buscar infinitas causas… en dictadores maquiavélicos, en seres que intenta pedir auxilio, en seres que tratan de llamar la atención, sin empatía, sin educación acosando, violando, pegando, injuriando a otros.

Tenemos un serio problema de Estado, ese Estado que hace oídos sordos para ayudar a las familias a salir del pozo del acoso. Para ayudar a esos niños y niñas acosados, soportando unos traumas que serán para toda la vida, teniendo que esconderse, callarlo, con un sentimiento de vergüenza y de desesperación.

Y no, la solución no es cambiar al niño de colegio. La solución es no dejar al niño acosado solo. La solución no está en unos protocolos que no sirven de nada, porque no se activan. La solución no es hablar con el niño que acosa, con la clase y llevar al orientador a la víctima (otra vez la víctima no el acosador).

Realmente no tengo una receta única. Debería ser más de una receta.

¿Podría existir alguna ley sobre el acoso? Veo que en los últimos años se ha dado prioridad a otros aspectos (la ley trans, la violencia de género, etc) que sí es verdad, son necesarios. Pero ¿qué pasa con el acoso? Las cifras están ahí.

Y sobre todo, padres y madres, no trasladar vuestros prejuicios a vuestros hijos, y evitar las típicas frases de los corrillos en las puertas de los colegios, porque eso es la primera semilla de maldad que estáis poniendo en vuestros hijos, con o sin intención. No olvidéis que sois modelo a imitar.

Hace tiempo aprendí de eso, desgraciadamente.

Por todos los niños acosados.

Por todos los padres que están sufriendo.

Por todos los niños y niñas que han puesto fin a su vida por dejar de sufrir.

Los centros educativos son quienes verdaderamente juegan un papel esencial en esta lucha contra el bullying: desde que son pequeños, los docentes deben educar a sus alumnos en los valores de la tolerancia, el respeto, la comunicación y la empatía.

Hablad sobre el acoso con vuestros alumnos, con vuestros hijos. Entre los amigos. Nunca tapéis nada. Es una responsabilidad de todos.

Un estudio llevado a cabo entre enero de 2020 y septiembre 2021 por la ONG internacional, Bullying Sin Fronteras, arrojó el impactante dato de que en España siete de cada diez niños sufren acoso escolar.

Tremendas cifras que nadie sabe poner remedio.

1 pensamiento sobre “El Acoso Escolar, Un problema de Estado

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