Desafiando las minas y misiles para llevar ayuda a los desplazados de Ucrania

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Critical infrastructure and residential area were heavily damaged in northeast region of Ukraine.

Seis meses después de la invasión rusa, Ucrania es escenario de la mayor crisis humanitaria en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Casi un tercio de los desplazados por el conflicto proceden de la región que rodea a Járkov, la segunda ciudad más grande del país, en el este. Ayudar a los necesitados es un trabajo peligroso.

Antes del amanecer del 24 de febrero, Járkov recibió un golpe duro. En 24 horas, las tropas rusas habían llegado a los suburbios del norte, los cuales se encuentran tan solo a sólo 30 kilómetros de la frontera entre Ucrania y Rusia. A pesar de superar en número a las fuerzas ucranianas, el ejército invasor no pudo entrar en la ciudad.

«Soy de Járkov, de una de las mayores zonas residencial de Ucrania: Saltivka. Éste es un lugar donde vivían unas 400.000 personas antes de la guerra», dice Tania de 21 años, quien ha encontrado un hogar temporal en la región de Ivano-Frankivsk y ha participado en una escuela de verano dirigida por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) para jóvenes líderes, entre los cuales se encuentran desplazados y miembros de las comunidades acogidas.

«Durante dos semanas, mi familia y yo no salimos de la estación de metro, ni siquiera un minuto. El metro se convirtió en el principal refugio antibombas para los lugareños. Yo no quería salir de la ciudad, porque mis abuelos se habían quedado atrás. Sin embargo, cuando vinieron a vernos a Járkov decidí huir de la guerra».

Según un reciente estudio de la agencia de la ONU, alrededor del 28% de los 6,8 millones de desplazados internos que se calcula que hay en Ucrania huyeron de la región de Járkov. Son inmensas las necesidades humanitarias de los que decidieron quedarse, o no pudieron huir.

En mayo, la ciudad recibió el primer convoy humanitario de la OIM, el cual contenía artículos muy necesarios para las personas alojadas en refugios y hospitales, así como para las comunidades de difícil acceso en las zonas bajo control ucraniano.

«Los habitantes de la zona necesitan lámparas solares porque no hay luz. Hay humedad y frío en los refugios por lo que requieren colchones y mantas; además de que necesitan herramientas para hacer pequeñas reparaciones a sus casas dañadas y requieren kits de higiene», explica Serhii, director de Source of Revival, una de las mayores organizaciones no gubernamentales de la región y socio de la OIM en la región de Járkov.

En los primeros meses de la guerra, la jornada laboral del equipo de Source of Revival empezaba a las seid de la mañana y terminaba a las tres de la tarde, cuando se establecía el toque de queda y se prohibía cualquier movimiento por la ciudad. La ubicación de los almacenes tuvo que cambiarse varias veces debido a los intensos bombardeos, misiles y ataques aéreos.

No todos los conductores aceptaron ir a esta peligrosa zona. Desde entonces, la situación se agravó, el número de víctimas sigue en aumento y sin embargo nadie del equipo ha abandonado Járkov. Se pusieron chalecos antibalas y cascos protectores para llevar la ayuda de la OIM a los más necesitados.

Nadia, que actualmente vive en las afueras de Járkov, huyó de su casa en marzo en la ciudad de Derhachi tras un fuerte bombardeo y después de descubrir que estaba embarazada

«Ahora no queda nada vivo en Derhachi», recuerda. «Aquí también hay bombardeos, pero no tan feroces como en mi ciudad natal; hasta que caiga un misil en una escuela cercana y, entonces, nos mudaremos de nuevo», asegura.

Source of Revival llevó ayuda humanitaria de la OIM directamente al hogar temporal de Nadia, puesto que era especialmente difícil para una mujer embarazada moverse por la peligrosa ciudad.

La parte más difícil del trabajo del equipo es llevar la ayuda a las comunidades que sobrevivieron a la ocupación rusa. Aunque las fuerzas ucranianas recuperaron la zona, se lleva tiempo en desminar el área. A pesar de esto, las ONG se esfuerzan por llegar a las personas con necesidades críticas lo antes posible.

«Algunos asentamientos fueron arrasados. Hay muchas Irpins y Buchas locales en nuestra región», dice un miembro del personal de Source of Revival, refiriéndose a la población perteneciente de las dos ciudades del oblast o región de Kiev ocupadas por Rusia al comienzo de la guerra, donde las pruebas apuntan que se están cometiendo importantes abusos de los derechos humanos contra los civiles. Abusos que incluyen, explotación, secuestros para pedir rescate, robo, intimidación, tortura, violación y abuso sexual de mujeres, niños, ancianos y hombres.

Los trabajadores humanitarios están ayudando a los residentes locales e identificando a las víctimas de la violencia relacionada con el conflicto. Todos ellos pueden acudir al centro de la OIM para su rehabilitación física y psicosocial.

Últimamente, Járkov recibe cada vez más desplazados que huyen de las regiones vecinas de Donetsk y Luhansk. Y, a pesar de la situación de seguridad, incluso los residentes de Járkov están regresando a sus hogares con grandes esperanzas.

“Quieren reconstruir este lugar, pero todo ha cambiado», afirma el Serhii, director de Source of Revival, cuya casa resultó dañada por los bombardeos. «Las infraestructuras están dañadas, las casas destruidas, no hay trabajo y parte de la región sigue ocupada. Las tropas rusas intentan acercarse a la ciudad, por lo que la amenaza se mantiene, y los bombardeos caóticos continúan».

Según las autoridades, en los últimos 181 días han muerto más de 1000 civiles en la región de Járkov, cifra que incluye a 50 niños, y que puede aumentar. Aquí, la calma es engañosa y la situación puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos.

El 18 de agosto, en una sola noche murieron 21 civiles y 44 resultaron heridos como consecuencia de un ataque con misiles contra una zona residencial. Sin embargo, al igual que hace 79 años, los lugareños creen en su tierra y en la justicia, revelando la misma fuerza y carácter que sus antepasados.

«Saco fuerzas de mi equipo. Comprendo que la mayoría de ellos podía irse de Járkov, pero se quedaron. Son los primeros en ponerse los chalecos, los cascos e ir a ayudar a los demás», dice Serhii.

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