Ambos, cara a cara

silentes mirándonos a los ojos

los labios ansiosos

temblorosos, indecisos

rabiosas ganas de juntarlos

hasta que de un arrebato

la pasión pudo el antojo

juntándose con toda la furia y pasión

como si jamás hubieran besado.

Se anudaron los brazos

a las espaldas con presión incontenida

pecho contra pecho

ardiendo como el fuego

de nuestro interior salido

se cierran los ojos

dejando que trabaje el tacto

el sentir de la piel sobre la piel

las caricias de la pasión.

Aumentan los latidos del corazón

sonando desesperados

al tiempo que calmos e ilusionados

la sangre calentando

como una olla a presión

hasta que reviente por algún lado

como la lava de un volcán en erupción

cayendo por las laderas el sudor

con su sabor salado.

La latente calma por un momento

momentos para caldear esa caldera

que reviente de nuevo

esa pasión sin reverso

fuego, fuego, fuego

por los dedos, por el cuerpo, los ojos

de la mente ni hablamos

que la caldera sigue alimentando

para que el fuego sea eterno…

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