Después de navidades, estadísticamente, los divorcios, para muchos, son un «regalo» añadido… y especialmente ellas, cada vez, con mayor frecuencia, se lo piden a los Reyes Magos.

Según expone ABRIL PHILLIPS, del periódico La Vanguardia: Los datos estadísticos oficiales son claros; los divorcios en los que la esposa tenía entre 50 y 59 años aumentaron un 36%; un 41% en los que ella tenía entre 60 y 69 años; y se duplicaron (aumentaron un 56%) los casos entre mujeres que tenían 70 años o más.

Además, explica el profesor de Antropología Social de la Universidad de Barcelona Xavier Roigé, que los datos son significativamente más bajos en varones: los divorcios en los que el esposo tenía de 50 a 59 años crecieron un 25%; de 60 a 69, un 31%, y de 70 o más fueron un poco más del doble (51% más). “No es lo mismo cuando tienen 50 o 60 años, que cuando tienen 70 u 80. Son circunstancias de vida muy diferentes”, explica el profesor y apunta: “Aunque un divorcio a los cincuenta no se diferencia tanto de uno a los cuarenta, sí que es menos esperado socialmente”.

Analicemos, de forma resumida, las causas según la psicología social, sociología y antropología:

Ya no somos los mismos: En el pasado, el matrimonio se consolidaba en la estabilidad económica o las expectativas sociales. Hoy en día, las personas a menudo buscan el matrimonio por amor y compañerismo, lo que puede llevar a una mayor presión emocional y expectativas más altas.

Independencia económica de las mujeres: A medida que las mujeres han ganado mayor independencia económica y participación en la fuerza laboral, la dinámica en las relaciones matrimoniales ha cambiado. Esto puede afectar las expectativas y roles tradicionales en el matrimonio.

Cambios en la percepción del divorcio: A medida que la sociedad ha evolucionado, el estigma asociado con el divorcio ha disminuido en muchos lugares. Esto puede llevar a que las personas consideren más fácilmente el divorcio como una opción viable en lugar de permanecer en matrimonios infelices.

Presiones externas: Factores externos, como el estrés financiero, las presiones laborales y los cambios en la dinámica familiar, pueden ejercer presión sobre las relaciones matrimoniales.

Mayor movilidad y conectividad: La globalización y la movilidad social han aumentado, lo que puede llevar a que las personas se muden con más frecuencia y tengan redes sociales más amplias. Esto puede tener un impacto en las relaciones y la estabilidad matrimonial.

Cambios culturales: Las actitudes culturales hacia el matrimonio y el divorcio también juegan un papel importante. En algunas culturas, los cambios en las actitudes tradicionales pueden contribuir a tasas más altas de divorcio.

Expectativas poco realistas: La idea de la pareja perfecta o el matrimonio perfecto, promovida a menudo por los medios de comunicación y la cultura popular, puede generar expectativas poco realistas que pueden ser difíciles de cumplir en la realidad.

Es importante tener en cuenta que estas son tendencias generales y que cada situación individual es única. Además, las tasas de divorcio pueden variar significativamente según la región, la cultura y otros factores.

Sea como sea, hoy en día, si una pareja no evoluciona conjuntamente de forma armoniosa a través del tiempo, el distanciamiento emocional, psicológico y social es muchísimo más rápido que hace tan solo algunas décadas atrás.

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