El 7 de mayo de 1861 nace en Calcuta el poeta y filósofo bengalí Rabindranath Tagore, laureado con el Premio Nobel de Literatura en 1913 y autor de poemas que trasladaron al mundo entero el mensaje de quien tras un sueño nada reparador pretende alimentar la belleza de lo que siente y abandonar la tristeza de lo que padece.

Tagore es la auténtica reflexión hindú escrita para ser declamada a los cuatro vientos sentado sobre las raíces de cualquier árbol que sobrepasan la tierra sobre la que se asienta. Sus cánticos fueron y son mecidos en el silencio como si hubieran sido escritos para dejarlos en cualquier pliegue de la memoria.

Hoy La Luna Nueva ya no anida en unos hechos que por demasiado reales, no podrían ser incomprensiblemente ciertos. Hoy cuando el silencio y la tranquilidad vuelan hechos pedazos por armas de fuego, sin que nadie pueda encontrar un resquicio de sinceridad, quizás el maestro no permitiría que una luna que atesora imágenes de felicidad o de tristeza siga su viejo caminar hacia una situación muy nueva, en busca de ese deseo por desnudarse de los andrajos con los que se viste por los desastres que mira y observa.

Hoy también los infelices cañones que tiñen de luto la convivencia humana, desatan la incomprensión y el desasosiego, porque alguien se ha postulado como redentor de una causa que solo existe en su mente enferma.

Hoy, otra vez las imágenes de madres y sus niños, y niños solos en busca de la salvación de sus vidas, y también de una respuesta al porqué tienen que abandonar a su padre, demás familia y amiguitos mientras muy cerca el olor a pólvora quemada les empujan a los brazos de quienes tienen la solidaridad por bandera.

Hoy, otros niños que ya no verán nunca más el brillo del sol sobre los verdes campos de una tierra que les vio nacer, jugarán con las nubes y las olas y seguirán hablando con sus madres…

Madre, los que viven allá arriba, en las nubes, me llaman: “Nosotros jugamos desde que despertamos hasta el anochecer”, dicen. “Jugamos con el alba de oro y con la luna de plata”. Yo les pregunto: “Pero ¿cómo subiré hasta vosotros? Y me contestan: “Ven hasta el borde de la tierra, levanta entonces las manos al cielo y te subiremos con las nubes”. Pero yo les digo: “Mi Madre me espera en casa, ¿cómo podría dejarla para venir? Entonces sonríen y se van flotando.

Tagore dio cuerpo a un relato que muy bien podría ser tenido en cuenta para cercenar tanto desatino. El poeta bengalí que ya vivió la victoria de Japón sobre Rusia en la guerra que les tuvo enfrentados, lo celebró con otros intelectuales asiáticos como una victoria de toda Asia, y tres años antes había lanzado su proclama…

Cuando más encarnizado se vuelve nuestro conflicto, mayor es nuestra ansia por comprendernos y realizarnos a nosotros mismos. Sabemos que no somos los únicos. El conflicto con Europa está despertando a toda la Asia civilizada. Hoy Asia está decidida a autorrealizarse de forma consciente, y a partir con energía. Ha comprendido: “conócete a ti mismo”, ese es el camino a la libertad. La destrucción está en imitar a los demás.

Sabemos que un niño o niña de no más de 5 años de edad y enfundados en alguna prenda de abrigo, cruzan la frontera amiga de la libertad de la mano de su madre, familia o amiga a la que les han sido encomendados, mientras que con la otra sujetan una maleta en la que guardan la poca vida que les está quedando. Todo su mundo en una simple maleta.

Y seguirán por siempre con la misma pregunta ¿por qué?. Sin duda alguna, esa es una respuesta que por de pronto no llegaran a recibir.

La torpeza de unos mandamases militares que son capaces de bombardear hospitales con la excusa de que eran almacenes de armas y proyectiles, no deberían poder conciliar el sueño con facilidad. Niños que volaran a las nubes en busca del regazo de alguna madre que también lo hizo mientras en su vientre se gestaba una nueva vida.

No se puede ser tan desalmado ni tan hipócrita. Uno no debe sentarse a negociar el fin de la guerra mientras se acentúan los ataques con fuego, sin misericordia alguna. En Mariúpol los enterramientos van a fosas comunes porque el tiempo no puede detenerse para identificar los cadáveres. Y ahora resulta que Rusia vería con buenos ojos que Ucrania renunciara a integrase en la OTAN, y que se concediera la independencia de los territorios ucranianos de Donetsk y Luhansk. ¿Y para eso, se ha montado una guerra? Rusia pagará muy caro el ser vasallo de China, porque estos pueden llegar a pensar lo de “Roma no paga traidores”. Y si no al tiempo.

Y eso, señoras Belarra y Montero, es lo que ya no tienen

Tengámoslo bien presente y que cada uno saque sus propias conclusiones…

“Convertid un árbol en leña y podrá arder para vosotros; pero ya no producirá flores ni frutos” (Rabindranath Tagore)

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