Susana Aguiló, una de mis musas, pianista, cantante y muchas cosas más, cuando la escucho me inspira algún poema, que los pondré más abajo. Le he pedido una corta biografía de su mundo musical y ahí la dejo. Lo que tengo que decir de ella está en los poemas:

Soy compositora, pianista y cantante de Palma de Mallorca. Nací enamorada del piano y ya desde pequeña me fascinaba tocarlo y descubrir en él infinidad de músicas. Lo que más he disfrutado y disfruto siempre es componer y tocar mi propia música, plasmar en notas sensaciones, emociones y sentimientos, todo lo que me transmite mi alrededor y lo que llevo por dentro, lo cual hago de forma autodidacta. Me encantan las bandas sonoras y los musicales y creo que mi música así lo refleja. Considero que tiene influencia de varios estilos como new age, neo clásico, jazz, pop, flamenco… Soy una compositora ecléctica y eso se aprecia en la variedad tanto de mis temas instrumentales como en mis canciones, que algunas llegan a tener un estilo indie pop, piano rock y disco pop. A través de los años he ido actuando en diferentes sitios, festivales y lugares como Madrid, Barcelona, Irlanda y Mallorca. Actualmente se me puede ver en concierto en solitario (piano y voz), en el espectáculo propio «Relájate y Sueña» instrumental a piano, junto con la bailarina Susana Morant y en «La música de las palabras» junto al escritor Carlos Álvarez (poesía y piano). Podéis encontrarme en todas las plataformas, con mis álbumes: «Auténtica» (piano y voz) «Las Emociones de los Héroes» (instrumental) «Inspiracions» (Instrumental piano/voz) «Escondida» (single) .

Los dedos de Susana

Los dedos de Susana

como danzarinas

moviéndose sobre las teclas del piano

blancas, negras, su son

coreografía de luciérnagas bailarinas

sobre el lago su reflejo

junto con la brillante luna

del cielo, esas minúsculas estrellas

surgiendo de su oscuro fondo

sobre ese lago espejo

aparecen las hadas

con sus transparentes alas de seda

acompañando a las luciérnagas

en su luminosa coreografía

fosforescentes las alas de las mariposas

que a ellas se suman…

Siguen los dedos con su magia

apreciándose desde el fondo del bosque

el sonido de todos los animales

para escuchar esas lindas notas

que se escuchan desde el último confín.

Anuncia la llegada el elefante

con su sonido ensordecedor

a su paso se mecen danzando

las hojas de los árboles

al son que marca la brisa

que de Susana refresca el rostro

provocando su sonrisa.

Sus ojos, brillantes como dos luceros

que guían entre la oscuridad

esos viajeros del tiempo

viajando de este presente a un futuro inexistente

un pasado ya ausente lleno de recuerdos…

Ella, son sus danzarines dedos

se revuelve como esa niña del pasado

que lleve bien presente entre cada nota

con la maestría de los magos

esa niña asilvestrada

llena de ilusiones que se van materializando.

Tras un concierto de susana y su bailarina Susana Morant, pasé de la realidad del concierto para pasar a la ficticia, a la de estar ante una cajita de música con su bailarina sobre su disco giratorio, pero esta vez sí tenía vida humana, no era la simple muñeca con los mismos movimientos, estaba viva, sintiendo esa música que salía del piano.

La cajita de música

Cabizbajo, sentado a la orilla del mar, en la playa, viendo el atardecer, como el horizonte, un manto colorado que poco a poco cubría el sol en su retirada hacia el descanso.

Absorto ante el espectáculo, sin enterarme de nada, ni de mi alrededor, sólo centrado en esa maravilla hasta caer la noche.

Fui a levantarme, al poner la mano sobre la arena, para hacerlo me topé con algo que me impedía apoyar la mano sobre la arena, miré con atención, me tenía intrigado, veo una cajita de metal, de esas de hojalata, pintada de colores chillones. La levante, la miré, la volví a poner, con cuidado en el suelo, la abrí, al levantar la tapa, una muñeca sobre un disco que empezaba a girar, mientras sonaba como si fuera un piano.

Con una sonrisa en los labios, la luna que asomaba por el horizonte, toda bella ella, luminosa, era luna llena, la bailarina danzaba y danzaba sin parar, la música le acompañaba. Ahí, estaba yo, sintiendo como las olas del mar me bañaban los pies, cada vez más se me acercaban, puse la cajita sobre las piernas, seguía, sin cesar, sonando y sonando, la bailarina bailaba y bailaba.

No sé en que momento, no me acuerdo, se acercó al borde del disco, me sonrió, me ofreció la mano para que la siguiera, subí al disco con ella.

Empezamos a bailar, de pronto, olvidé mi peso para sentirme ingrávido, movimientos imposibles, como si fuéramos las mismas notas de ese piano, flotando en el aire, imparables.

En un abrir y cerrar de ojos, estábamos correteando, simulando la danza sobre un hermoso prado verde, como si dos niños fuésemos, de gravedad no entendíamos, podíamos movernos a nuestro antojo. La belleza de ella, con sus finas sedas que le tapaban, a ratos, pues la brisa a veces las  levantaba, haciéndolas volar cual estela de cometa. Al igual que su pelo, ya salvaje, despeinado moviéndose al son del viento mientras danzábamos.

Nos miramos a los ojos, mientras sonreíamos, los dientes blancos, nos llevaron a las cimas nevadas donde seguimos la danza al son del piano, incesante, cambiando de tema a cada momento, nos deslizábamos sobre la nieve, sin dejar huella alguna, sólo nuestras sombras bajo la luz de la luna, ella nos sonrió, el ojo nos guiñó…

Nos hallamos entre sus cráteres, el silencio roto solamente por las notas del piano, incesante, incansable, todo el cráter, una inmensa pista de baile, extraños seres nos acompañaban, no importaba, nosotros seguíamos nuestra danza, mientras las estrellas con su parpadeo nos iluminaban, cual bola de espejos girando sobre nuestras cabezas. Al mirar al cielo vimos ese planeta azul, al que le llamamos Tierra. Gira y gira, como nosotros en el disco de la cajita, no se ven fronteras, sólo verde y azul agua.

Nos cogimos de la mano, la luna nos avisaba, es hora de volver a la caja. No queríamos, empezaron a salirnos las lágrimas mientras nos abrazábamos, silentes, la música se acababa.

Desperté, encendí la luz, ahí estaba la cajita, el disco mojado de las lágrimas de la muñeca. Miré mi almohada, también mojada…

A veces uno se va a acostar, pero aparece la musa y no puede acostarse sin antes escribir algo, aunque sea corto.

Me voy a acostar

Me voy a acostar

escuchando las notas

llevadas como pajaritos

que revuelan en mis sueños

o mariposas sobre las flores

bellas de hermosos colores…

Hasta en el despertar

como si despertador fuera

ese piano y sus notas

repicaran la campana al alba

para despertar el amanecer

viendo la luna como se acuesta.

Sobre el azul mar

tapadita de nubes de algodón

coloreadas al antojo del rojo

mientras sopla el viento

sin aparente destino

al son de esas teclas del piano.

Curiosamente, al amanecer uno lo hace con su foto que aparece como por arte de magia, sin buscarla.

Que maravilla

Que maravilla

levantarse al alba

una cara sonriente ante la vista

cuando la gran mayoría

se levanta con mala cara.

Hasta el sol en la tuya brilla

la acaricia mientras la calienta

disfrutando de tu sonrisa

intercambiando energías

él su calor, tú la sonrisa.

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