Si nosotros estuviésemos diseñados para poder entender la vida, ésta, sería tan sencilla que no haría falta entenderla
Nosotros inventamos un sentido a una vida que carece tenerlo, es simplemente nuestra necesidad, un proyección de nuestra insatisfacción ante el hecho de sufrir una inconclusa comprensión de lo limitados que somos.
Así, buscamos a otros para ponernos de acuerdo para certificar cara a la galería una mentira repetida hasta que la instauramos como verdad en una filosofía, creencia o ideología política.
Por lo que, algunos, puestos a elegir, hacen lo que les hace sentir bien, que no significa siempre hacer lo más correcto para todos y si por azar, consiguen el reconocimiento de los demás, se les hincha tanto el ego que alcanzan flotar en una burbuja individual de sentido en un mar que carece tenerlo… hasta que la burbuja estalla en el olvido del tiempo.
Los más contemplativos nos conformamos con ser conscientes, desde nuestra pequeña ventana de conciencia, lo pequeña que es la misma. Nuestra mira es muy estrecha, es nuestra calenturienta imaginación la que es, a menudo, demasiado amplia para tan poco acceso a la realidad desde nuestra consciencia, es más, ni siquiera podemos fiarnos de lo que creemos percibir.
