No es suficiente… no sabemos resolverlo y lo más seguro, es que no tenga solución

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Sin duda, nunca el estado se había endeudado tanto e implantado tantos medios para paliar los efectos heredados de lo que había por resolver antes de 2019, la pandemia y la actual recesión económica.

Pero seguimos estando lejos de solucionar un problema que en vez de menguar crece.

Podemos echarle la culpa al paria de turno o al político que no ha hecho más que lo que hacen todos, pues, no es que ya sólo no sepan resolver el problema, es que éste no tiene solución realista posible.

Según los recientes estudios un 61% de la población en situación laboral tiene dificultades para poder afrontar el coste de vida, hasta tal punto que le es imposible ahorrar.

Un 36%, directamente ha tenido que empezar a elegir entre las opciones de servicios y consumo, pues ya no es posible mantener el ritmo de vida que tenían antes.

Es más, las que tienen rentas inferiores a 15.000 euros, están saltándose comidas y disminuyendo el aporte nutricional de ciertos alimentos, especialmente vitales para los niños, por imposibilidad de poder adquirirlos.

Cuando observamos microscópicamente y longitudinalmente como evolucionaba la economía y bienestar social en el mundo, nos damos cuenta que los progresos y retrocesos se producían en momentos determinados, lugares concretos y circunstancias bien definidas.

En cambio, hoy, todo está interconectado de tal forma que una quiebra de una gran empresa o lobby en una potencia económica tiene más peso que cualquier política económica de un país, por lejos que geográficamente estén situados.

Además, la frenética evolución tecnológica, que tiene sus puntos buenos, pero en su faceta más perniciosa, está provocando que desaparezcan una cantidad ingente de puestos de trabajo a la vez que un vetusto modelo político aprovecha esa misma tecnología para controlar y desangrar impositivamente a la sociedad aún productiva.

El modelo de gobierno y el sistema político que tenemos ya no sirve para afrontar los retos reales de la generalidad de la sociedad.

Mas bien, la sociedad debería convertirse, gracias a la interconectividad entre sus dispares elementos para tener una democracia real, en autogestora de sus propias políticas locales, mejorando la gestión de optimización de la producción de recursos y su reparto más equitativo…

Pero, eso, es una utopía, sólo sería posible en un mundo donde la mayoría de la gente fuera honesta, bondadosa y con valores humanitarios inquebrantables y, desgraciadamente, no es así, ahora bien, en ciertos lugares y momentos, cuando la gente está desesperada se vende muy bien, basta con argumentar el mismo tipo de basura dialéctica que utilizaron los comunistas, nazis o, por poner un ejemplo reciente en nuestro país, Podemos, e incluso, apurando al máximo, el populismo actual de VOX, pues ya sabemos que el PP-SPSOE son las ruedas de un mismo eje de corrupción sostenida por supuestamente defender esa parte de la sociedad mas o menos paniaguada de la sociedad española.

Ojo, que es mucho mejor que haya una estructura, al más puro estilo a lo Thomas Hobbes, por cainita que sea, que no tenerla. De hecho, si conseguimos vivir en paz en el pedazo de tierra en el que nos ha tocado vivir… ya tenemos de que alegrarnos cada día que lo logremos.

El resto, si unos cuantos en cada lugar, nos organizamos para asistir, ayudar y paliar el sufrimiento humano local, por lo menos, tendremos la conciencia algo más en paz y, al rededor, un mundo más amable y humano.

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