Por definición una ola de calor es un período de al menos tres días consecutivos en los que las temperaturas previstas son superiores a unos valores extremos históricos.

Este año 2022 se han registrado temperaturas similares a las vividas durante el año 2003. En el 2003 Europa registró temperaturas inusualmente altas que se alargaron durante días y provocaron graves problemas de salud. En España, algunos estudios cifraron el exceso de mortalidad en 6.500 personas durante aquel episodio.

El margen de temperaturas en el cual nuestro funcionamiento biológico es adecuado es relativamente amplio. La capacidad de regulación térmica nos hace muy adaptables, pero con temperaturas extremas ponemos al limite nuestra fisiología.

El calor extremo es percibido por el cuerpo como una amenaza a todos nos niveles y aumenta los niveles de estrés, circunstancia que puede suponer situaciones críticas y de riesgo.

El calor no afecta a todos por igual. Las personas mayores son las más vulnerables, sobre todo, como ya explicaremos mas adelante, las que padecen enfermedades crónicas. Entre las personas de más de 60 años, el riesgo de mortalidad aumenta un 20% durante una ola de calor, y este riesgo aumenta hasta el 40% en las personas de entre 80 y 90 años. Otro grupo especialmente vulnerable a las altas temperaturas son las personas trabajadoras. El riesgo de sufrir un accidente de trabajo en días extremadamente calurosos incrementa, según los resultados de algunos estudios. Las personas que realizan tareas en el exterior, como los agricultores o las que trabajan en la construcción, son más vulnerables a los efectos del calor.

Los bebés y las mujeres embarazadas son también dos colectivos de riesgo durante episodios de calor. A pesar de que se dan pocos casos, el riesgo de mortalidad infantil aumenta un 25% en días de calor extremo. En cuanto a las gestantes, se ha observado un avance medio del parto de hasta 5 días cuando se produce un episodio de calor extremo.

El calor es capaz de afectar especialmente a los pacientes con patologías crónicas previas. En el caso de los diabéticos puede llevar a una bajada de azúcar, lo que conocemos como hipoglucemia. Las altas temperaturas provocan vasodilatación (aumento del tamaño de los vasos sanguíneos) lo que provoca una mayor absorción de la insulina, y hace reducir el azúcar, con la posibilidad de mareos o desmayos. Y en ocasiones, por perdida excesiva de líquidos por sudor, también hace que la sangre se concentre (hemoconcentración) y los niveles de azúcar suban. Por lo tanto los diabéticos, especialmente aquellos que precisan de insulina han de ser muy cuidadosos en estas olas de calor.

En el caso de los hipertensos también puede afectar, y la perdida de líquidos bajar la tensión. Ello implica mayor control y especialmente en los que toman diuréticos, medicamentos que funcionan por el mecanismo de perdida de líquidos. No hay que dejar la medicación pero se impone un mayor control, e incluso los médicos a veces hemos de hacer ajustes en la medicación durante el verano.

Con el calor también los pacientes con enfermedades respiratorias, o renales tambien se ven aceptados.

Por otra parte el calor extremo es percibido por el cuerpo como una amenaza y aumenta los niveles de estrés, circunstancia que en sujetos  con problemas psicológicos o mentales puede suponer situaciones críticas y de riesgo.

Ese estrés suele tener como consecuencia un falta de concentración, sensación de cansancio (en forma de agotamiento físico y psicológico, y se expresa a través de hechos como la desmotivación, pesimismo y la tendencia a aplazar nuestras responsabilidades), irritabilidad (reaccionando de forma violenta a cualquier estímulo, opinión o conversación) y ansiedad.

Por encima de ciertas temperaturas nocturnas, se dificulta el sueño lo que nos impide dormir las horas necesarias, circunstancia muy agravante en el caso de las personas con problemas de salud mental. 

La irritabilidad padecida durante el día continúa durante la noche y la falta de descanso conlleva a un círculo vicioso que es necesario atajar.

Las personas más proclives a tener episodios problemáticos en los periodos de más calor son quienes presenten sintomatología maniaca o eufórica, así como quienes tengan adicciones o trastorno mental grave.

Las medidas a tomar son varias: Evitar la exposición al sol, beber mucha agua y asegurar una buena hidratación (evitando en todo lo posible el consumo de alcohol excesivo ya que es un «vasodilatador» y provocará que el calor corporal ascienda hasta la superficie de la piel, haciendo sentir más calor), duchas con agua templada (especialmente antes de ir a la cama), vestir con ropas de tejidos naturales y que no sean ceñidas al cuerpo, no realizar actividades al aire libre en las horas de máximo calor entre las 12 y las 17h y mantener una temperatura adecuada dentro de la casa, especialmente durante las horas de sueño.

Acerca del autor de la publicación

José Manuel Valverde

Expresidente del Colegio de Médicos de Baleares, Médico de Familia, Sexólogo y Psicoterapeuta.

1 pensamiento sobre “Los peligros de la ola de calor sobre la Salud

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