Cómo una libélula 

volando entre nenúfares 

rosas, blancos, sobre sus verde hojas 

el azul del agua en la charca 

alguna pequeña rana 

tomando el sol sobre la flor. 

De fondo, el misterioso bosque 

árboles añejos de altura indefinida 

detrás de ellos algunos claros 

con los rayos de sol dándoles vida 

creando bellos reflejos 

donde la magia brilla. 

Suena el rugido del elefante 

saliendo del silente bosque 

callan los pájaros, callan las ranas 

sólo se escuchan sus pasos 

buscando con su trompa el agua 

admirándose con la belleza de la charca. 

Extraños pájaros 

entre las ramas ocultos 

entreviéndose los vivos colores 

camuflados por el verde de las hojas 

rompiendo el silencio del bosque 

que tras el rugido había quedado. 

Del fondo de las aguas 

en forma de ramas ingrávidas 

dirigiendo la invisible orquesta 

con instrumentos imaginarios 

del fondo del arbolado 

la silente música invita a danzarla. 

Los nenúfares, como bailarinas 

con sus raíces saliendo del agua 

danzan un desconocido vals 

el elefante con sus enormes orejas 

formando una fuerte brisa 

moviéndolas sobre el azul agua. 

No, no nadaban, ahora se deslizaban 

cómo cual pista de hielo 

con sus finas raíces 

moviéndolas con su magia… 

Desde la vista de libélula 

un imaginario sueño que me deleitaba. 

Se hizo el silencio 

las aguas ya calmas 

las flores ya no danzan 

la rana toma el sol sobre el nenúfar 

croa, croa, se siente sola 

a lo lejos el eco el croar le retorna. 

El elefante en el bosque se adentra 

retorna la calma 

los pájaros vuelan 

antes de que entre la niebla 

que luego se esconden entre las ramas 

como refugio de su paz deseada. 

Toni Oliver 

Pintura “Nenúfares” de Miguel Reche. 

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