En España se ha gestado una política educativa dirigida a conseguir que las nuevas generaciones, en vez de aprender a pensar por sí mismas, sean alienadas a través del relato manipulado políticamente y la literatura sectaria

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Es evidente que para sobrevivir a la levedad de nuestro propio ser, preferimos, a menudo, si es preciso, engañarnos a nosotros mismos, no escatimando en leyendas, mitos, religiones o filosofías para lograrlo. Solo que a diferencia de las primeras, la Filosofía se convierte en el marco epistemológico de referencia necesario sobre el cual se sustentarán a posteriori las ciencias que nos han permitido progresar hacia las civilizaciones más avanzadas.

El primer intento formal, estructurado y metodológico que ha intentado el ser humano para hacer explicable su existencia es sin duda la Filosofía.

De hecho, cuanto más repiensa el filósofo los fenómenos que aborda más complica la comprensión del mismo al neófito que se queda atrás al no haber formado parte del proceso y evolución del razonamiento. Por eso es preciso, tiempo después, enseñar, educar y acompañar en las aulas a quienes deseen surfear en las olas del pensamiento filosófico para ser engullidos en un mar de nuevas preguntas solo al alcance de aquellos que se atreven a buscar respuestas.

Suelo realizar preguntas en las reuniones familiares, con amigos o incluso dando clases sobre pensamiento filosófico… la mayor parte de las veces descubro que apenas sabemos y lo que más preocupa, de lo poco que sabemos entendemos aún menos.

En la última conversación, uno de los interlocutores criticaba con gran elocuencia que desapareciera la asignatura de filosofía de los currículos académicos. Entonces aproveché la ocasión para realizar un ejercicio de «pensamiento lateral» (proceso de pensamiento creativo consciente y sistemático que analiza los desafíos desde diferentes perspectivas y visiones).

En ese momento me di cuenta de que todos habíamos leído mucho y como loros amaestrados éramos capaces de repetir citas filosóficas con gran demostración de memoria al recordar incluso las comas, pero nos mostramos incapaces de defender con argumentos la postura contraria a lo que nosotros mismos creíamos pensar. Ser culto, es importante, pero saber instrumentalizar a través del razonamiento esa cultura lo es mucho más.

Entonces les dije, «me pongo de cabeza de turco»: «Bien, preguntadme a mí como si yo fuera el representante del gobierno que defiende que desaparezca la Filosofía como materia».

Empezó el debate y me preguntaron…

– ¿Por qué eliminan la asignatura de filosofía en la ESO y bachillerato?

— Uff, se me ocurren varias vías justificativas para ello: Por ejemplo, el CI medio de los grandes filósofos está muy por encima del estudiante medio, véase a Goethe, que se le atribuye un CI de 208 cuando el estudiante medio tiene un CI 96.5, recordad que sus profesores en la mayoría de los casos será similar. La mayoría de esos estudiantes asisten a clase para aprobar exámenes, no por una curiosidad real y voluntaria hacia la filosofía, de hecho, muchos no alcanzan por incapacidad intelectual aprovechar la asignatura más allá de memorizar y quienes tengan un CI superior, no precisan aburrirse en una clase que va demasiado lenta para sus capacidades y por sí mismos buscarán las fuentes de conocimiento porque tiene la capacidad para ello. Albert Einstein decía que «la memoria es la inteligencia de los tontos», solo que tengo que añadir que la memoria siempre es necesaria, sobre todo cuando eres más inteligente porque la aprovechas mejor. La diferencia entre el capaz y el menos capaz se observa en la forma en la que opera en la vida real con lo que aprende. ¿Quéreis que nos demos una vuelta por el mundo y veamos qué ha conseguido la mayor parte del vulgo a pesar de haber tenido durante décadas la asignatura de filosofía en sus currículos académicos? ¿Qué tal si observamos cómo acaban la mayoría de estudiantes de filosofía, es decir, el hecho de que sepan filosofía ha aportado algo significativo en la sociedad que interactúa con ellos?

Esa solo fue la primera, no sigo para que se haga un tedio este relato, pero les expuse 6 más. Si alguien quiere debatir conmigo sobre las demás, encantado, que me escriba en privado y seguimos.

Al final, algunos se fueron muy pensativos, sus cerebros hervían e incluso notaba que les arañaba su autoestima en algunos momentos, me llegaron a insultar y llamarme prepotente, desafiante, narcisista, inhumano, fanático, intolerante y no se cuantas cosas más… pero cuando vi que empezaban a ver parte de razón fuera de sus esquemas y sesgos cognitivos propios, entonces les dije: «Veis ahora sí habéis experimentado qué es la Filosofía, antes solo la sabíais describir a penas», «recordad, era solo un ejercicio en el que al involucraros sin daros cuenta emocionalmente habéis reflejado parte de vuestro propio ser».

Para lograrlo tuve que utilizar el «pensamiento lateral», ser capaz de pensar de forma diferente a la que dictan mis intereses personales y, no lo olvido nunca, siempre sesgados cognitivamente, a la vez que me exponía a la tiranía del pensamiento monolítico del reflejo de la sociedad que tenía delante.

Léxico:
Epistemología:  Parte de la filosofía que estudia los principios, fundamentos, extensión y métodos del conocimiento humano. 

Vulgo:  1. Parte más numerosa de la ciudadanía, que no destaca sobre los demás por ningún rasgo positivo ni negativo. 
2.Conjunto de personas que no están especializadas en una determinada materia y que solo tienen conocimientos superficiales sobre ella.
Filosofía: 1. Conjunto de reflexiones sobre la esencia, las propiedades, las causas y los efectos de las cosas naturales, especialmente sobre el hombre y el universo.

2. Sistema filosófico o conjunto sistemático de los razonamientos expuestos por un pensador.

3. Forma de pensar o de entender las cosas.

4. Conjunto de los principios y las ideas básicas de una actividad o ciencia determinada.

5. Fortaleza o ánimo para soportar situaciones o acontecimientos desagradables con serenidad o tranquilidad.
CI: Según la Wikipedia: El cociente intelectual o incorrectamente llamado  coeficiente intelectual (CI en forma abreviada; del alemán Intelligenzquotient o IQ) es un estimador de la inteligencia general, resultado de alguno de los tests estandarizados diseñados para este fin.

Algunos autores consideran que el cerebro humano es lo suficientemente complejo como para no poder medir la inteligencia con un único factor, pero otros consideran que tiene gran valor predictivo en términos de rendimiento académico o laboral.

 Recientemente Nassim Taleb, quien considera el CI como un ejemplo de pseudociencia, negó su validez estadística. Como respuesta parcial a estas críticas, las pruebas de inteligencia suelen ser más complejas y aportan otros estimadores, aparte del CI, que es necesario valorar. En un principio, el CI se obtenía dividiendo la edad mental de una persona (obtenida tras la realización de pruebas o test no estandarizados) entre su edad cronológica y multiplicando el resultado por 100. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XX este método fue sustituido por el diseño de pruebas estandarizadas que arrojaban directamente la puntuación de este estimador.

Neófito: 1. Persona que se ha convertido recientemente a una religión, especialmente la que acaba de ser bautizada. 2. Persona que se ha adherido recientemente a una causa, una ideología, una colectividad, un partido político, etc.

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