Capítulo octavo: El chip
En la cinta transportadora de la recepción de equipajes de la terminal de llegadas internacionales, unos bultos tipo mochila van dando vueltas entre el resto de maletas y bolsos de los viajeros del vuelo procedente de Pekín (BJS), todos los viajeros están cogiendo sus maletas, una ancianita intentando coger una maleta más grande que ella, es ayudada por un Sr. oriental con los ojos achinados, 180 de alto, pelo moreno liso, quien le baja la enorme maleta de la cinta y se la entrega para que se la lleve, de paso la coloca para que pueda usar las ruedas que lleva incorporadas. La anciana mujer con una gran sonrisa le da las gracias y se va hacia el control de la aduana. El viajero oriental coge varias bolsas tipo mochila, las pone en un carrito y también se dirige al control.
En el control es preguntado por su equipaje a lo que él contesta que son material de escalada, que él es espeleólogo y que son para su trabajo. Sin más preguntas le dejan pasar. El Sr. oriental se dirige hacia la salida del aeropuerto donde hay varios taxis parados en espera de clientes, coge el primero de la cola, carga el equipaje y le dice que le lleve a un hotel del Arenal que se llama Hotel Bali. Unos diez minutos de viaje y llega al hotel. Con la ayuda del taxista descarga las bolsas, el taxista se va y el Sr. Oriental entra en el hotel, unos 10 metros más allá del umbral de la puerta, encuentra la recepción, entrega el pasaporte y dice que tiene una habitación reservada, cosa que enseguida comprueban y le entregan la llave, habitación 1105, el el onceavo piso.
Llegada al Hotel
Coge el ascensor con todo su equipaje, pulsa sobre el botón 11 y empieza a subir. Al salir encuentra un largo y curvado pasillo con una alfombra roja que tapiza el suelo, mira las indicaciones de enfrente del ascensor para comprobar la dirección que tiene que tomar para llegar a la habitación, dirección hacia la izquierda es la buena, anda unos 30 metros por el pasillo y encuentra la habitación, suelta todo el equipaje, se pone cómodo y se dispone a tomar una buena ducha, el viaje ha sido largo y está cansado.
Una vez que ya se ha duchado se viste para ir a cenar, no sin antes dar un vistazo desde el balcón para darse cuenta que desde allí tiene una vista panorámica de toda la Bahía de Palma, estupenda vista, el mar en calma y al fondo la Catedral, majestuosa ella dominando toda la entrada por mar, se va hasta recepción y pregunta por el Sr. Pep. Le informan de que está en el bar con unos amigos, que espere un momento que le avisan.
A los pocos minutos aparece el Sr. Pep, un hombre de unos cuarenta años, con barba y pelo largo, facciones bien marcadas, moreno de pelo y de cara, bueno, la que dejaba ver la espesa barba que llevaba, saluda al Sr. oriental y le invita a seguirlo.
Una buena juerga
Entran el el bar y se dirige a la mesa donde estaban el resto de amigos, los presenta por el nombre de la procedencia, pues los nombres reales se mantienen en el anonimato, le presento al Sr. Ruso, un Sr. de unos 50 años, rubio, medio calvo, pero de buen físico. El Sr. Francés, moreno, de uno 160 de altura, con buen físico, cuerpo atlético de unos 35 años. La Srª. Australia, mujer rubia, pelo corto, unos 40 años, cuerpo atlético. —Yo soy Pep.
Se sentaron un rato, hablaron de espeleología y de sus aventuras y desventuras, y sobre las 8 dela noche, subieron al comedor a cenar, se sentaron en una mesa ya reservada para ellos, comprobaron los excelentes manjares que en su bufet estaban expuestos, cenaron y luego se fueron a la cervecería que más abajo de la calle hay, una cervecería llena de alemanes y alemanas, la cerveza corre a raudales por todas partes, cerveza, copas, jamón serrano cortado en finas lonchas, otros manjares que sirven para que el cuerpo admita más y más bebida, música y actuaciones en vivo para animar el ambiente, toda la calle llena de gente bebiendo más y más cerveza, nos encontramos en la calle de la cerveza y la calle del jamón, es la misma, pero según el gusto de los que allí van, así le llaman.
La noche previa a la expedición
Calle que se ha hecho famosa en el mundo entero por las juergas que los alemanes en ella se montan y el fabuloso ambiente que allí se encuentra, diversas cafeterías que reúnen a tanta gente, que hay más en la calle con sus bebidas que en los mismos locales. Ya la gente no sabe si está tomando algo en un local o en el otro, se confundo, se piensa que todo es lo mismo, pero la gente está alegre, muy contenta y disfrutando de lo lindo, eso sí, algunos vecinos se quejan de que no les dejan dormir, pero a los que están de juerga poco les importa, lo que quieren es disfrutar.
Después de varias horas bebiendo y juergueando deciden que ya es hora de acostarse, las 7 de la mañana se va a hacer pronto si siguen de juerga y tienen que empezar la expedición.
Por la mañana se reúnen todos en el comedor del hotel, es la hora del desayuno, cada uno coge del bufet lo que mejor le parece y más le gusta, y una vez desayunados, cargan sus equipajes de espeleólogos a una furgoneta. Joan, el conductor les ayuda con la carga. Se suben los seis a la furgoneta, Joan arranca y se dirige hacia la autopista, dirección Felanitx, por el camino se puede contemplar el maravilloso paisaje de la isla. Almendros, higueras, algarrobos, pinos, campos verdes, con todas sus tonalidades. El cielo azul con alguna blanca nube que lo surca, como si de un deporte se tratara, otras, con menos prisas, parece que viajan deleitándose del paisaje, mirando como las ovejas pastan entre el verde de los campos sembrados, o los negros cerdos ibéricos que hacen lo mismo para proporcionarnos esos deliciosos manjares que la isla nos ofrece….
De camino a la expedición
A la izquierda a lo lejos, un hermoso campanario nos anuncia la llegada a Llucmajor, pasamos de largo y unos minutos más tarde llegamos a Campos, pueblo que pasamos por dentro para enlazar con la carretera que nos llevará a Felanitx, el camino casi todo relativamente llano con algunas colinas, unas montañas se ven de fondo como difuminadas por la lejanía y el vapor del agua que no deja verlas con claridad.
Llegando a Felanitx nos desviamos por una de sus calles interiores para ir hacia Cas Concos, sitio al que no llegaremos, pues nos desviamos a unos pocos kilómetros del pueblo hacia la Izquierda, hacia el Castell De Santueri, un castillo medieval, construido sobre los años 1200 -1300 para defenderse de los continuos ataques de los sarracenos a los que la isla siempre estaba sometida, el castillo edificado sobre una colina cortada a cuchillo por los laterales, por lo que se hacía casi infranqueable desde el exterior, pero que desde su situación dominaba muchos kilómetros de costa y así podría adelantarse a los atacantes ya que se podían ver desde lo lejos….
La salida de emergencia
Cuenta la leyenda que donde había un castillo siempre había una salida de emergencia, salida que solía ser por debajo de la tierra, bien por una gruta excavada o por grutas naturales, para que el Rey o los señores feudales pudieran escapar en caso de inminente peligro, pues cerca, a tiro de arco del castillo, se encuentra la misteriosa entrada de una cueva que según cuenta la misma leyenda llega hasta el mar que está a varios kilómetros del castillo.
Esta misteriosa gruta, conocida por pocos, es a la que Pep como guía va a llevar a los participantes del grupo, una expedición por dentro de la gruta cuya entrada mantiene muy en secreto, siempre ha sido así y así se va a seguir manteniendo, solo se sabe que existe, pero “nadie” la conoce.
Se desvía la furgoneta de la carretera de Cas Concos hacia la izquierda, carreterita estrecha y angosta donde a veces parece imposible que la furgoneta pueda pasar, pero pasa, al motor le cuesta tomar ciertas curvas muy empinadas, pero consigue seguir adelante hasta llegar casi a los pies de las mismísimas murallas del castillo, una belleza de unos muros mal cuidados pero muy bien conservados para no haber sido restaurados. El castillo está cerrado por motivos de seguridad y políticos.
Una conversación secreta
Joan ayuda a descargar los equipajes del los espeleólogos y también les ayuda a colocárselos a sus espaldas. El equipo va bajando con cuidado por la ladera del castillo hacia la entrada de la cueva.
Joan, se va con la furgoneta y los deja ahí, no sin antes llevarse todos sus teléfonos móviles con él.
Poco a poco van bajando, unos 500 metros más o menos ladera abajo y con cuidado a no caer, pues es bastante empinada, pero sólo la vista es impresionante, se domina todo el valle, el azul mar de fondo bajo un radiante sol y un cielo completamente limpio, es todo de una belleza sin igual, digno como regalo visual, el olor a campo, a romero, a pino, todo junto hacen que la simple estancia sea un auténtico placer.
Acceso a la cueva
Llegados a la posición de la entrada de la cueva, Pep les dice que le ayuden a quitar unas enormes ramas que cierran el paso y de paso también sirve para que los animales, como ganado, etc., entren en ella. Entran con todo el equipo a sus espaldas, pero antes de seguir tienen que volver a colocar las ramas para que no entre nadie, ni que se encuentre tan fácilmente la entrada.
Encienden unas lámparas que llevan con ellos y empiezan a adentrarse hacia el interior de la gruta, al principio no era más que una gruta normal, con bastante tierra por el suelo, tierra que ha ido entrando con los miles de años que allí lleva. Pero tal como se van adentrando, el paisaje que la luz de las lámparas deja ver poco a poco va cambiando, convirtiéndose en una maravilla para deleitar la vista, con sus estalactitas y estalagmitas, salas pequeñas y otra más grandes, cada cual más bella, hasta llegar a un punto en que tienen que montar una cordada para descender, pues el camino se acaba y empieza el territorio desconocido, al fondo, donde se acaba la pared, hay mucha agua, que Pep comprueba si es dulce o salada, pero es dulce, es el agua de las filtraciones de las rocas que forma las estalagmitas y estalactitas depositando su cal y otros minerales al caer desde el techo.
Un lugar muy escondido
Va a tocar mojarse los pies para seguir adelante, uno a uno van bajando para continuar el camino exploratorio, siguen descendiendo, esta vez sin cordada, ya que es el mismo terreno el que baja, pero no se precisa la cordada. Cuando llevan unas horas adentrándose en las entrañas de la tierra, llegan a una gran sala en la que deciden hacer un alto. Dejan todo el equipo en el suelo, Pep saca unas sobrasadas, butifarrones, queso mahonés y pan, lo pone sobre una de las mochilas para que no coja la humedad de la cueva y mientras cada uno empieza a comer algo, Pep empieza a hablar: Señores, Señora, en estas entrañas de la tierra considero que es un sitio seguro para poder hablar y tratar el tema, fuera de aquí no se puede hablar, cada vez que alguien habla y no es de su agrado, desaparece o se le elimina con el puto chip que no nos podemos quitar.
Al Sr. Francés, el anterior Sr. Francés, hace pocos días lo eliminaron a orillas del Sena, dicen que le dio un infarto, pero todo sugiere que fue asesinado desde el chip por los controladores.
No más vidas perdidas
Ya es mucha gente la que ha perdido la vida por intentar luchar contra toda esta barbarie, barbarie que, además, mucha gente que la está sufriendo no reconoce, nos controlan todo lo que decimos, todo lo que hacemos, donde estamos, etc. Esto hace que para comunicarnos tenemos que buscar alternativas que no puedan controlar. Sabemos que utilizan los teléfonos para espiarnos con la ayuda de unos chips que no sabemos exactamente lo que llevan ni para lo que están hechos, solo sabemos que nos controlan, controlan todos nuestros hechos, nuestra vida y nuestra muerte, desde que se privatizaron las pensiones y la Seguridad Social, la gente vive menos, y en teoría está más sana.
Solo se entiende que el gran capital, el que todo lo controla y el que es dueño de estos servicios, elimine la gente para no pagar tanto, si la gente se muere son menos pensiones que pagar, con el resto de nuestras vidas lo tienen controlado, todo pertenece a las diez grandes familias que han pactado para repartirse entre ellas todo el poder y control. Todo lo que consumimos lo fabrican ellos, todo lo que trabajamos es para ellos, hasta los autónomos que se piensan que van por libre, al final trabajan para ellos.
Destruir las bases para acabar con todo el control
—Tenemos que detener esto, ya no quedan libertades, si bien nos pensamos que sí, pero todo es una farsa y todo es un engaño, tampoco podemos luchar contra ellos, ellos lo tienen todo, nosotros nada, por otro lado, dado que la mayoría de la gente no reconoce que estamos controlados y que son dueños de hacer con nuestras vidas lo que les da la gana, tenemos que hacerlo de una manera secreta, sin héroes que se lleven las medallas, sin grandes personajes, ni nada parecido, todo tiene que hacerse de tal manera que todo siga con normalidad antes de nuestra batalla y después de ella, sólo que después de la batalla miremos como nos podemos eliminar estos chips y destruirlos.
La Srª Australiana pide hablar: —Se podría introducir un virus en los ordenadores de la secreta oficina de control y seguimiento del ciudadano para que se vaya propagando entre las distintas bases, incluso en los lugares remotos de almacenamiento que tienen como copias de seguridad, algunos están en la Estación Espacial Mir y otros en algunos satélites de comunicaciones, sin contar los que tienen en sus distintos sitios de control. Una vez infectado, podemos controlar dichos ordenadores, mientras se coordina un ataque físico a las distintas oficinas de control y seguimiento del ciudadano. Sabemos que tenemos la del Área 51 en EEUU, otra en China, la cual no hemos podido localizar todavía, en Europa, la base militar naval de Rota, Cádiz, España.
Estas son las grandes centrales, luego están las dependientes de estas que pueden estar en cualquier parte, pero destruyendo estas creo que podemos destruir todo el control.
Control de los ordenadores
El Sr Oriental toma la palabra: —Un ataque físico no lo veo muy viable, muchas muertes y encima seremos los malos sin conseguir absolutamente nada, pero si tomamos el control de los ordenadores podemos eliminar a los presidentes de gobierno y a casi la mayoría de los agregados de las diez familias, incluso a los que están en las bolsas jugando por ellos y podemos hacer las apuestas hasta arruinarlos, cosa que necesita de un plan muy bien elaborado, pero no es imposible, una vez tomado el control de los chips y de las empresas, las grandes empresas, por medio de la bolsa podemos atacar a estas grandes familias, pero primero hay que debilitarlas eliminando todo lo que tienen cerca y sus poderes financieros.
Vamos a utilizar sus armas, cogemos el control de los chips de sus allegados, jefes de estado y todo lo que pueda facilitarnos el control, incluso acabaremos con los que manejan físicamente el control de los chips. De paso eliminamos todos los datos que no nos interesan para que no sean usados, pero esto en el momento en que consideremos adecuado y en el momento que ya tengamos controlada a toda esta gente. Ya sé que puede morir gente inocente, pero ahora también morimos sin tener nada que ver, sólo por su gusto y placer. Y antes de eliminar toda la información de control, hay que ver como controlamos a todos sus perros, que desde que les dejan hacer todo lo que quieren se les han subido mucho los humos del poder. De esto me puedo encargar yo y mi equipo.
La información que necesitamos
El Sr. Francés es el que ahora toma la palabra: —Mi equipo y yo podemos conseguir información sobre las grandes familias, además, tenemos infiltrados en los grandes grupos de inversión por lo que nos pueden proporcionar información valiosa, incluso podemos filtrar falsas noticias para variar los precios en las bolsas.
El Sr. Ruso, que hasta ahora estaba callado añadió: —En el equipo que yo dirijo tenemos el material y la información suficiente para controlar todos los satélites y su uso, por lo que puede sernos de mucha utilidad a la hora del ataque cibernético…