El cambio que origino que las mujeres accedieran a poder estudiar

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Lo que ahora está considerado como algo normal, hasta el 8 de marzo de 1910 no lo era. Ser mujer y matricularse en una carrera universitaria era algo extraño y exagerado se necesitaba el permiso especial del Consejo de ministros para poder estudiar.

Ahora, 113 años más tarde, las estudiantes matriculadas representan más de la mitad del total del alumnado universitario, concretamente el 55,6%, según los últimos datos publicados por el Ministerio de Universidades.

Hasta el 8 de marzo de 1910, la mujer no podía acceder a la Enseñanza Superior en igualdad de condiciones en España. Ese año, se aprobó una Real Orden que autorizó “por igual la matrícula de alumnos y alumnas” poco después de que Emilia Pardo Bazán fuera nombrada consejera de Instrucción Pública.

Hasta 1910, se habían llegado a matricular en la universidad 77 mujeres, y tan solo 36 consiguieron licenciarse. Después de esta ley todo cambió. La presencia femenina en la universidad se disparó en los años 20. De las 21 alumnas matriculadas en el curso 1909-1910 se pasa a más de 2.000 en 1935.

Una educación en la igualdad

En 1882, una Real Orden acabó con el vacío legal y suspendió la admisión de las mujeres a la Enseñanza Superior, prohibiendo que pudieran matricularse en cualquier establecimiento docente. Seis años después, en 1888, acordaron que las mujeres sean admitidas como alumnas de «enseñanza privada». La mujer que quería estudiar tenía que pedir permiso a sus padres, maridos, incluso al Consejo de ministros para poder acceder a una universidad. Las mujeres han tenido que luchar muchos años para poder acceder a una formación profesional. Después de numerosas prohibiciones y reivindicaciones, a día de hoy, la mujer puede caminar libremente por cualquier facultad en igualdad de oportunidades

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