✍️ Francisco José Castillo Navarro, Presidente Fundador de AMC (Asociación de Medios de Comunicación Digitales) y Director General del Grupo Periódico de Baleares/
Por siempre entre nosotros, Mario.
Hoy la literatura llora. Ha partido Mario Vargas Llosa, uno de los más grandes escritores de nuestro tiempo, y el mundo hispano, junto con la comunidad literaria internacional, se sumerge en un luto profundo y reflexivo. A los 89 años, el Nobel de Literatura nos dejó en Lima, Perú, rodeado de sus hijos y en paz, tal como lo confirmó su familia en un comunicado breve, cargado de amor y discreción: “Nuestro padre ha partido en paz, acompañado de amor, y como fue su voluntad, no se realizarán ceremonias públicas. Sus restos serán incinerados en la intimidad familiar”.
La partida de Vargas Llosa no solo marca el fin de una vida extraordinaria, sino también el cierre de una etapa en la historia de la literatura universal: el último gran titán del Boom Latinoamericano, ese movimiento que cambió para siempre la narrativa en lengua española.
Un legado inmortal
Desde La ciudad y los perros hasta La fiesta del Chivo, Vargas Llosa se convirtió en cronista de las tensiones sociales, políticas y humanas que atraviesan América Latina. Fue un autor de pasiones intensas, de ideas complejas, y sobre todo, de una pluma que nunca tuvo miedo a incomodar. Con novelas como Conversación en La Catedral y La guerra del fin del mundo, hizo del lenguaje una herramienta para iluminar lo oscuro, para denunciar lo injusto, y para explorar la condición humana con una profundidad sin igual.
Fue, también, un polemista incansable, un pensador libre que no dudó en abandonar las trincheras ideológicas cuando sus convicciones lo guiaron por otro camino. Su candidatura presidencial en Perú en 1990 fue testimonio de su compromiso político con las ideas democráticas, aunque su vocación verdadera siempre estuvo en los libros, en el pensamiento, en el arte de narrar.
El eco de su muerte: reacciones desde todos los rincones
El fallecimiento de Mario Vargas Llosa ha provocado una avalancha de mensajes sentidos, que cruzan el mundo desde Lima hasta Madrid, desde París hasta Nueva York.
Su Majestad el Rey Felipe VI, profundamente conmovido, emitió un mensaje oficial desde la Casa Real:
“Con la muerte de Mario Vargas Llosa, el mundo pierde a un gigante de las letras, y yo pierdo a un admirado amigo. Fue un defensor incansable de la libertad, un hombre íntegro y una voz insustituible de la cultura en español. Su legado trasciende generaciones y fronteras.”
Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, lo recordó como “un símbolo de la libertad de pensamiento y un defensor valiente de la democracia”.
La Fundación Gabo, creada por su gran amigo y colega Gabriel García Márquez, lo despidió con estas palabras: “Hoy se va un hermano de letras, un rival brillante y un cómplice en la tarea de transformar nuestra realidad a través de la ficción”.
Santiago Roncagliolo, escritor peruano, se mostró devastado: “Más allá del Nobel y los aplausos, Mario era para muchos de nosotros una brújula. Su amor por las letras nos formó y nos impulsó a escribir”.
Juan Cruz, periodista y escritor español, recordó su generosidad: “Era un hombre lúcido, brillante y profundamente humano. Tuve la fortuna de conversar con él muchas veces, y siempre salí con la sensación de haber estado frente a una mente prodigiosa”.
La Real Academia Española, de la que Vargas Llosa fue miembro de número desde 1994, emitió un mensaje sobrio y solemne: “Se va uno de nuestros grandes. Su voz, su inteligencia, su español impecable, permanecerán siempre entre nosotros”.
En el Perú, la presidenta Dina Boluarte declaró duelo nacional de tres días. “Mario Vargas Llosa es parte de la identidad cultural de nuestro país. Nos dio un lugar en el mundo de las letras”, señaló en cadena nacional.
Isabel Preysler: el adiós íntimo
Incluso su ex pareja, Isabel Preysler, rompió el silencio con un mensaje que conmovió a muchos: “Mario fue una parte importante de mi vida. Me entristece profundamente su partida. Siempre lo recordaré con cariño y admiración”.
El escritor eterno
Mario Vargas Llosa no solo ganó el Nobel en 2010. Ganó el respeto de varias generaciones de lectores, el aplauso de sus pares y el reconocimiento de la historia. Sus obras seguirán siendo estudiadas, adaptadas, discutidas. Su nombre, sin lugar a dudas, permanecerá impreso en las páginas más altas de la literatura universal.
Un último párrafo
La muerte de Mario Vargas Llosa no es solo la de un hombre: es la clausura de una época, es la partida de una conciencia crítica, lúcida y apasionada que se atrevió a narrar lo que otros callaban. Pero también es un comienzo: el comienzo de la eternidad. Porque Vargas Llosa no muere. Él vive en cada página, en cada lector que descubre por primera vez La tía Julia y el escribidor, en cada estudiante que se asombra con Pantaleón y las visitadoras, en cada palabra suya que nos hace pensar, dudar y soñar.
Desde la Asociación Medios de Comunicación y el Grupo Periódico de Baleares, nuestras condolencias a familiares, amigos y todos aquellos que amamos las letras.
Descanse en paz, maestro. Gracias por tanto.
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