Se quedó en el andén
el banco vacío aquel,
de las tardes de otoño
y un perfume de papel,
de poemas a granel
miran sus ojos.
Se le marchó ya otro tren
entre piedras y metal,
ruedas y vino,
y su vida se esfumó
por la ventana
una tarde,
de novillos.
Solo un libro y un lugar
le dejan hueco a soñar
con su destino,
pero prefirió el azar
a hacer camino.
Le daba pereza andar,
¿por qué tanto trabajar?
Si no hay molino
ni tierra donde labrar,
ni mar para navegar,
ni alma para sentirlo.
Y se quedó en el andén
el banco vacío aquel ......
que fue su sino.
De tanto vagabundear
se le olvidó descansar,
hacer amigos.
Y entre rastrojos se va
no le queda nada más
que un viejo hatillo,
donde llevar su canción
y su primer amor
y un viejo libro.
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