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Misterios sin resolver: El hombre de Somerton, un misterio en la playa


 

Era una mañana tranquila en la playa de Somerton, en Australia. La brisa salada del mar acariciaba la arena mientras algunos madrugadores paseaban por la orilla. Pero algo rompía la armonía del paisaje: Un hombre yacía en la arena, apoyado contra un muro, con la cabeza ligeramente inclinada y las piernas estiradas. Su traje estaba impecable, sus zapatos bien lustrados. Parecía dormido, pero no respiraba.

Cuando la policía llegó, no encontraron ninguna señal de violencia. Tampoco llevaba identificación, y curiosamente, todas las etiquetas de su ropa habían sido removidas. No había billetera, ni papeles que dijeran quién era o de dónde venía. Solo llevaba un cigarrillo sin terminar en la solapa de su abrigo.

Los médicos que examinaron el cuerpo no encontraron ninguna causa evidente de muerte. No había heridas, no había señales de lucha. Pero su sangre y sus órganos mostraban signos de envenenamiento… aunque no pudieron identificar qué sustancia lo había matado. Era como si la muerte lo hubiera reclamado en silencio, sin dejar rastro.

La historia tomó un giro aún más extraño cuando, días después, se descubrió un pequeño papel en uno de sus bolsillos. En él estaba escrita una frase en persa: Taman Shud, que significa "terminado" o "el fin". El papel había sido arrancado de un raro libro de poesía llamado Rubaiyat de Omar Khayyam.

Los investigadores, desconcertados, buscaron en librerías y colecciones privadas hasta que, de manera inesperada, alguien entregó una copia del libro con una página arrancada en el mismo lugar donde debería haber estado el fragmento encontrado en el bolsillo del hombre.

Dentro del libro había algo más. Un código escrito a mano con letras y símbolos extraños que nadie ha logrado descifrar hasta hoy. También había un número de teléfono.

Cuando la policía llamó a ese número, descubrieron que pertenecía a una enfermera que vivía no muy lejos del lugar donde apareció el cuerpo. La mujer, al ver una foto del desconocido, reaccionó con una mezcla de sorpresa y temor, pero negó conocerlo. Su nerviosismo, sin embargo, decía lo contrario.

Con el tiempo, las teorías se multiplicaron. Algunos decían que el hombre era un espía, un agente caído en una misión secreta durante la Guerra Fría. Otros pensaban que se trataba de un amante despechado que había encontrado un trágico final.

El caso quedó abierto, sin respuestas definitivas. Décadas después, el enigma del Hombre de Somerton sigue siendo un misterio sin resolver, una historia envuelta en sombras que se perdió con las olas del mar.



 

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