Estambul, la metrópolis que une Europa y Asia, se ha consolidado como la ciudad con mayor congestión vehicular a nivel mundial. Según el análisis global de tráfico de 2024 realizado por la consultora INRIX, los conductores en Estambul perdieron una media de 105 horas al año debido a los atascos, lo que representa un incremento del 15% respecto a 2023 y del 38% en comparación con 2022.
Este fenómeno se debe a diversos factores, entre los que destacan el crecimiento poblacional, la infraestructura vial limitada y el aumento constante del parque automotor. La compleja geografía de la ciudad, dividida por el estrecho del Bósforo, también contribuye a las dificultades de movilidad.
El informe de INRIX sitúa a Nueva York y Chicago en segundo lugar, ambas con 102 horas perdidas anualmente por conductor. Otras ciudades con altos niveles de congestión incluyen Londres, Ciudad de México y París.
En el contexto español, Barcelona y Madrid registran 41 y 40 horas perdidas al año, respectivamente, situándose en posiciones más favorables en el ranking global. Aun así, estas cifras equivalen a más de una semana laboral completa desperdiciada en atascos.
Para abordar esta problemática, Estambul ha implementado diversas medidas, como la expansión del transporte público, la promoción del uso de bicicletas y la creación de zonas peatonales. Sin embargo, la efectividad de estas iniciativas aún está por determinarse, y la ciudad continúa enfrentando desafíos significativos en términos de movilidad urbana.
La congestión vehicular no solo afecta la calidad de vida de los ciudadanos, sino que también tiene repercusiones económicas y medioambientales. Es esencial que las ciudades más afectadas continúen explorando e implementando soluciones innovadoras y sostenibles para mitigar los efectos negativos del tráfico intenso.
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