✍Lili Pereiro/ En el presente artículo pretendo hacerles discurrir sobre la gran relevancia y atención que debemos otorgar a nuestro cuerpo a la hora de cantar. El ejercicio del canto obedece a una de las actividades más complejas que puede realizar el cuerpo humano. Requiere la toma de conciencia de un instrumento que se rige por los principios de la anatomía y fisiología humana. Nuestra voz se forma gracias a la acción coordinada de nuestro organismo, del correcto equilibrio y regulación de éste. Desde el inicio se aprende a descubrir y controlar el esbozo corporal partiendo siempre desde una sensación de libertad y bienestar para el desarrollo íntegro del sonido. Conocer su funcionamiento y posibilidades nos permitirá saber cómo y por qué responde el instrumento al cantar. El canto es considerado como una excelente actividad física. Representa la interacción de muchas funciones desarrolladas por músculos, cartílagos, ligamentos, huesos etc...
A diferencia de otros profesionales de la música, al instrumento vocal se le considera de una gran delicadeza, intangible, como parte del individuo y medio de expresión, sensible a todo cambio ambiental y emocional, y cuyo objetivo se tornará en la auténtica conciencia de éste empezando por un mayor conocimiento de su musculatura.
Al cantar debemos atender a nuestra capacidad musculoesquelética. El cuerpo está formado por infinidad de músculos tanto a nivel facial como en su totalidad. Una contracción de ellos puede interferir en la salida libre del sonido y perjudicar la belleza y sonoridad del mismo, de ahí la afirmación de que el enemigo número uno del canto sea la tensión muscular. Para evitar dichas tensiones y posibles lesiones debemos centrarnos en la relajación y desarrollo muscular, de esta manera podremos aumentar la intensidad, potencia y resistencia de los mismos, obteniendo el equilibrio justo entre ellos, afrontándolos a niveles de actividad en cada instante y ajustando la tensión de forma coordinada evitando un trabajo superfluo. Una tensión muscular excesiva puede reducir la potencia y resistencia traduciéndose en fatiga. Para un resultado óptimo habrá que reconocer y controlar dichas tensiones.
La finalidad es aprender a conseguir una relajación muscular junto a una correcta postura corporal. A través de ésta se tendrá conciencia de nuestro eje, quién nos facilitará una buena postura de nuestra columna vertebral y una ejecución equilibrada de los músculos que intervienen en el mecanismo vocal. Por tanto, debemos huir de una incorrecta postura corporal ya que puede generar desgaste y lesiones en los músculos, tendones, ligamentos etc...reduciendo la capacidad del acto fonatorio, afectando al flujo sanguíneo y sistema nervioso, traduciéndose en dolor constante, disminución de flexibilidad de la articulación y dificultad en la respiración. Dicha respiración será profunda, lo que permitirá maximizar la capacidad de oxigenación de cada uno de los tejidos de nuestro cuerpo ayudando a la tensión arterial, el sistema central, cardiovascular, pulmonar a que funcionen de manera eficiente al cantar.
El mayor control de la respiración radicará en el correcto manejo del músculo diafragmático. Una buena respiración nos facilitará la toma de conciencia de nuestro cuerpo consiguiendo un estado físico compensado y placentero, consiguiendo fortalecer nuestro sistema inmunológico y reducir, en un alto porcentaje, la hormona del estrés (cortisol), incrementando, al mismo tiempo, la producción de las hormonas endorfinas, oxitocina, dopamina y serotonina, consideradas como aquellos neurotransmisores que estimulan el sistema nervioso central, produciendo una sensación de bienestar y placer.
En definitiva, al cantar nos damos cuenta de la importancia que adquiere nuestro cuerpo a nivel anatómico, fisiológico y psíquico. Aprendemos a ser conscientes de todos los aparatos y órganos que intervienen en la técnica vocal, de su plasticidad y complejidad.
Todo ello se convertirá en un bonito paseo por nuestras percepciones, sensaciones y sensibilidades. Descubriremos nuestro mundo interior regido por energías placenteras que abrirán nuestros sentidos para desvelar otros nuevos conocimientos desconocidos por nuestro ser. Descubrir nuestro cuerpo es conocer nuestra felicidad.
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