✍ Francisco José Castillo Navarro/
Harry Potter y el camino del corazón: La Alianza que transformó el destino
Capítulo 14: Almas entrelazadas
El fuego crepitaba en el centro de la cueva, proyectando sombras danzantes en las paredes rocosas. La luz anaranjada iluminaba los rostros de Harry, Hermione y Ron, pero no lograba disipar la tensión que colgaba entre ellos como una neblina invisible.
Ron permanecía en silencio, con la mirada perdida en las llamas. No había dirigido una sola palabra a Harry ni a Hermione desde que los había encontrado en la entrada del bosque.
Hermione se removió incómoda y miró de reojo a Harry. Él notó la preocupación en sus ojos, pero también algo más profundo. Algo que antes no se habrían atrevido a reconocer.
El peso de lo que habían sentido en la niebla aún los envolvía. No era solo una ilusión, ni una simple confusión. Era una verdad que había estado ahí todo el tiempo, esperando ser descubierta.
—Voy a salir un momento —dijo Ron de repente, poniéndose de pie.
Hermione lo miró con inquietud. —Ron, no deberíamos separarnos.
—Necesito aire —respondió él, sin mirarla.
Antes de que Hermione pudiera insistir, Ron tomó su varita y salió de la cueva, dejando tras de sí un silencio aún más denso.
Harry y Hermione se quedaron sentados frente al fuego, la luz parpadeante reflejándose en sus ojos.
—Está molesto —susurró Hermione, abrazándose las rodillas.
Harry asintió.
—Lo sabe.
Hermione cerró los ojos un instante, como si le doliera admitirlo.
—¿Y nosotros? —preguntó ella en voz baja—. ¿Nosotros lo sabemos?
Harry no respondió de inmediato. Se limitó a observarla, a grabar en su mente cada detalle de su rostro, el reflejo dorado en sus ojos, la forma en que sus labios temblaban levemente.
—Sí —respondió finalmente—. Lo sabemos.
Hermione levantó la vista y sus miradas se encontraron. Ya no había confusión, ni dudas. Solo verdad.
—Desde siempre, ¿verdad? —susurró ella.
Harry tragó saliva.
—Sí. Desde siempre.
Era como si, al decirlo en voz alta, algo dentro de ellos se hubiera desbloqueado. Como si hubieran estado encadenados por años y, de repente, el peso hubiera desaparecido.
Hermione extendió una mano temblorosa y la colocó sobre la de Harry. El contacto fue eléctrico, como si la magia misma reconociera lo que siempre había sido.
—No importa lo que pase —dijo ella—. Esto es real.
Harry entrelazó sus dedos con los de ella, sintiendo cómo una calidez desconocida lo envolvía.
—Siempre lo ha sido.
Pero justo en ese instante, un grito desgarrador rompió la tranquilidad de la noche.
Ron.
Se pusieron de pie de inmediato, sus varitas listas.
—¡Vamos! —exclamó Harry, tirando de la mano de Hermione mientras corrían hacia la entrada de la cueva.
El bosque estaba envuelto en una neblina oscura, pero esta vez no era ilusoria. Algo real acechaba entre los árboles, algo que había encontrado a Ron antes que ellos.
Harry apretó con más fuerza la mano de Hermione.
Estaban juntos.
Y juntos enfrentarían lo que estaba por venir.
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